HÉROES Y MÁRTIRES DEL PARTIDO SOCIALISTA
Jaime Olivares Jorquera
¡ Presente !
El primero de agosto de 1975 murió Jaime Raúl Olivares Jorquera, militante socialista, según algunas versiones de la fracción llamada Elenos, mientras permanecía detenido en el local de la Brigada Investigadora de Asaltos de la Policía de Investigaciones.
Según se informó a la prensa, el afectado había muerto en un enfrentamiento con funcionarios de Investigaciones. Sin embargo, el certificado de defunción de la víctima señala como causa de la muerte la asfixia o una sofocación por aspiración de vómito, lo que contradice la versión oficial.
La falsa información y las demás circunstancias del hecho llevaron a la Comisión de Verdad y Reconciliación a la convicción de que hubo responsabilidad de agentes estatales en la muerte de Raúl Olivares, por lo que lo considera víctima de violación a los derechos humanos.
“La noticia de la muerte de mi hermano nos llegó a través de la televisión y los periódicos de la época, que mostraron el hecho como producto de un enfrentamiento, ya que según esa versión, Jaime habría muerto víctima de un tiroteo callejero. Sin embargo, en el velorio de mi hermano, que se hizo en nuestro domicilio, todos pudimos ver que su rostro presentaba marcas visibles de corriente eléctrica en su boca y cabeza, sus labios estaban morados y estaba muy golpeado, evidentemente torturado”, señala David Olivares”.
Jaime Olivares fue brutalmente interrogado tras ser detenido en las puertas del Cine California. Ana María Manzano, madre de José Hernández Manzano, quien fue detenida junto a su hijo el mismo día por efectivos de Investigaciones, recuerda haber sido llevada a un recinto policial, en el que vio entrando “por sus propios pies a “Américo” –nombre con el que Jaime era conocido en la clandestinidad- . Luego de un par de horas, sintió un disparo, y supo de inmediato que los efectivos habían asesinado a Jaime.
Georgina, la madre de Jaime, desecha por la muerte de su hijo, se armó de entereza y fue hasta el Cuartel de Investigaciones de la calle Zañartu, en Ñuñoa, a efectos de dejar constancia de la propiedad de su hijo sobre diversos bienes que los efectivos policiales confiscaron, entre ellos un jeep de marca Land Rover que Jaime arrendaba a la Compañía Minera Disputada de Las Condes.
Enviada a hablar con el detective Nelson Lillo Merodio –- éste la atendió en forma prepotente y grosera, gritándole:
“yo torturé y maté a tu hijo”.
Declaración Jurada
Ante mí, Francisco Cionti Bas, Canciller del Consulado General de Chile en Montreal, comparece doña HORTENSIA DEL TRÁNSITO AGURTO QUINTANA, chilena, agente de viajes, viuda. Cédula de Identidad N° 7.224.630-6, domiciliada Avenida Old Orchard N° 2169, Montreal. Provincia de Quebec, Canadá, quien declara bajo juramento lo siguiente:
Mi esposo, Raúl Jaime Olivares Jorquera, a la fecha del golpe,era militante del Partido Socialista e integrante del Grupo de Seguridad del Presidente Salvador Allende (GAP).
Hasta el 11 de septiembre de 1973 trabajó en el Departamento de Ejecución de la Corporación de la Vivienda (CORVI). Producido el golpe fue despedido inmediatamente.
Después trabajó prestando servicio de transporte para el casino de la Compañía Minera La Disputada de Las Condes, utilizando el jeep de nuestra propiedad.
Fue detenido el viernes 1º de agosto de 1975 por la Policía de Investigaciones, falleciendo ese mismo día a consecuencias de las brutales torturas que le fueron aplicadas en el local de Investigaciones.
El mismo día de su detención, aproximadamente 21.00 horas, mi casa fue allanada por policías de Investigaciones, los cuales me detuvieron conduciéndome a uno de sus automóviles. Allí comenzaron a interrogarme. Me preguntaban por el paradero de mi esposo, por nombres de otros compañeros, por el lugar donde se reunían, por armas, quien los dirigía, etc., etc.
Cabe destacar que llegaron alrededor de 50 o más policías, todos armadas los cuales rodearon la población allanando la casa de mis tíos (vecina a la mía) y también la casa de mis suegros que quedaba a media cuadra.
Mientras unos me interrogaban en el auto, anteriormente mencionado, otros se dedicaban a destruir todos nuestros muebles en busca de armas. Lo más ofensivo que encontraron en contra de régimen, fueron algunos libros de literatura, entre los cuales había algunas obras de nuestro Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda. Todo fue requisado, se llevaron las facturas de las compras de nuestros muebles, del jeep, el cual estaba en reparación y que también se llevaron.
Después de interrogarme al rededor de cuatro horas en el automóvil, fui conducida, sin ninguna explicación, a un lugar de detención o un campo de concentración, pero a la salida de la población mis captores se detuvieron en una comisaría desde donde hicieron una llamada telefónica. Curiosamente en ese momento cambiaron de parecer dejándome en libertad. Además, irónicamente me dieron un número de teléfono para que les avisara cuando mi esposo apareciera.
Posteriormente, el día lunes 4 de agosto de 1975, sin haber tenido ninguna noticia durante el fin de semana, salimos temprano por la mañana con mi suegra Georgina Jorquera Leyton, a la Vicaria de la Solidaridad a poner un recurso de Amparo, con la esperanza de que nada malo le hubiera sucedido. Al regresar, como a las cuatro de la tarde, me enteré de que en la casa de mis tíos me estaban esperando dos policías de Investigaciones. Estos me dijeron que necesitaban interrogarme nuevamente y me pidieron que los acompañara. Antes de acompañarlos les pedí la dirección del lugar al que me llevaban para que mi familia supiera donde iba a estar. Me dieron la dirección, calle Zañartu N“ 1.728 (local de Investigaciones).
Al llegar a ese lugar, un grupo comienza a interrogarme nuevamente. El interrogatorio se repite. Me preguntaban también por Douglas Olivares (no tiene ningún parentesco con mi esposo) Douglas se había escapado unos meses antes del campo de concentración RITOQUE. Él y su compañera se habían quedado una noche en nuestra casa antes de salir al extranjero. Él había dejado en la casa figuritas artesanales hechas por él y que mi esposo por seguridad las sacó. En el interrogatorio me mostraban esas figuritas al preguntándome por él. A todas estas preguntas yo respondía que no sabía nada.
Finalmente, al ver que no les daba ninguna información, dejaron de interrogarme y me comunicaron que mi esposo había muerto en un enfrentamiento armado. De ahí me llevaron a otra oficina donde una persona me tomó una declaración que me obligó a firmar. En realidad, no recuerdo de que se trataba, solo recuerdo que me preguntaba también de qué partido era mi esposo. Como yo respondía que no sabía, me dijo “diga nomás, si total él ya está muerto”, fue en ese momento que yo admití que sabía que mi esposo era socialista. Ese interrogatorio terminó como a la medianoche.
Al día siguiente, martes 5 de agosto, con mi suegra Georgina Jorquera Leyton y mi prima María Teresa Díaz Agurto concurrimos al Instituto Médico Legal para a verificar si efectivamente era verdad que mi esposo había muerto. Recuerdo haber chequeado dos listas y en la segunda vi su nombre, estaba escrito con lápiz rojo. Al enterarnos regresamos a casa. Luego mis primos Rafael Díaz Agurto y María Teresa Díaz junto a Mario Olivares (hermano de mi suegro, hoy fallecido) concurrieron al Instituto Médico Legal para identificar el cuerpo. Por la tarde de ese mismo día llegaron con el cuerpo sin vida de mi esposo. El cajón estaba cerrado, yo solo podía ver su cara y recuerdo que tenía los labios como mordidos. Recién ese día salió la noticia en los medios de comunicación diciendo que había muerto en un enfrentamiento armado. Eso es absolutamente falso, pues el mismo certificado de defunción explica que su muerte fue causada por asfixia secundaria por una sofocación por aspiración de vómitos y también explica que el lugar de defunción ocurrió en Zañartu 1728) local de Investigaciones.
El miércoles 6 de agosto de 1975 fueron sus funerales. El cementerio estaba rodeado de esos mismos policías de Investigaciones.
En noviembre de 1975 salí de Chile con mi hija Denise Andrea Olivares Agurto de solo dos años de edad.
A mi llegada a Canadá denuncie públicamente este crimen,desde entonces he luchado para lograr de que se haga justicia y que se castigue a los culpables”.