HACIENDO HISTORIA:
LA VIGENCIA DEL SOCIALISMO CHILENO

 

Lo más sorprendente del capitalismo, a la vez que terrorífico, es su capacidad para asimilar cualquier elemento subversivo que lo ataque, cuestione o incomode. Este factor determina el mercantilismo imperante que pone precio a bienes materiales o espirituales. La cultura, patrimonio por excelencia del ser humano, no queda eximida de semejante tratamiento, y es víctima de restricciones y vejaciones constantes.

La cultura, bien entendida desde concepciones mentalistas, bien desde la concepción total de Tylor, excede el elitismo cultural sostenido sobre la supremacía de estatus y los prejuicios de clase. 

Es manifiesta la inconsistencia resultante de tratar la cultura como una posesión más, al mismo tiempo que se aboga por un intercambio cultural. Desde una perspectiva funcional, resulta evidente que el éxito evolutivo del ser humano, su capacidad para adaptarse y su aptitud para la superrvivencia están determinados por compartir y reutilizar los hallazgos, inventos, descubrimientos y formas de vida. 

Cualquier invención moderna sólo es posible gracias a la acumulación paulatina de una serie de invenciones anteriores, por lo cual, en una humanidad que debería tender a unos objetivos generales comunes, la cooperación y el intercambio deberían regir las relaciones interpersonales y suprapersonales.

Cualquier grupo humano, aunque se trate de minorías marginales que no hayan pisado nunca una escuela, posee una cultura propia tan válida y tan eficaz en su ambito de acción como cualquier otra. En este sentido, el principal error es vincular la cultura a un sistema educativo que sólo sirve para justificar y validar las mal llamadas y peor ejercidas democracias de los países occidentales, que utilizan los colegios para el adoctrinamiento encubierto.

Nuestra sociedad, tan superiormente culta, nos inmuniza ante el sufrimiento de los otros, cosificándolos, mutilando nuestra capacidad crítica, anestesiando nuestra conciencia hasta el coma irreversible. El montaje democrático, que beneficia unicamente a pequeñas minorías y a los enormes grupos empresariales, se sostiene gracias a la contrucción paralela de una realidad ficticia donde las incongruencias del sistema son deliberadamente omitidas. Mientras que nuestras empresas violen los derechos humanos en el otro mundo, aquel que no aparece en las noticias ni en los libros de Historia; mientras que nuestros gobiernos apoyen y participen en los genocidios y en la esclavitud de países que nos son desconocidos; mientras que las grandes empresas exploten a los trabajadores sin hacerles partícipos de los vertiginosos beneficios económicos; mientras los medios de comunicación se sometan al poder en una relación de recíproco vasalleje; mientras que permanezcamos inmunizados a todo tipo de sufrimiento e injusticia; el capitalismo seguirá convietiendo en oro todo lo que toca.

Nuestra sociedad es un rey Midas, que ha alcanzado el concimiento supremo, la piedra filosofal, el arte de sublimar la materia, pudiendo así convertir en oro cualquer cosa, hasta los propios excrementos; lo cual no deja de ser una manera curiosa de revalorizar la mierda.

El 11 de septiembre de 1973 las fuerzas armadas de la República de Chile pusieron en marcha un plan de exterminio de la población civil que fue organizado conjuntamente con agentes de la CIA y del Departamento de Estado de USA, como quedó demostrado en la investigación que realizó el Senado norteamericano y conocida como Comisión Church.

Uno de los primeros actos de esta organización criminal en que se convirtieron las fuerzas armadas fue el derrocamiento cruento del presidente legítimo de Chile hecho que es plenamente conocido por las imágenes de televisión que reflejan el momento en que aviones militares bombardearon el Palacio de la Moneda.

El presidente Allende había nombrado una serie de voluntarios en su mayoría integrantes de las Juventudes Socialistas como su custodia personal que realizaba las tareas de seguridad de su entorno en todos sus desplazamientos y en las residencias presidenciales de La Moneda, de Cañaveral, entre otras. Estas personas a las que la prensa golpista acusaba, en forma despectiva, de ser los GAP (Grupo de Amigos Personales), son los únicos que, junto a un grupo mínimo de policías y carabineros leales, defendieron bajo órdenes directas del Jefe del Estado la constitución y las libertades civiles y democráticas de Chile

Hasta el 18 de octubre de 1999 en que tres sobrevivientes de aquellos hechos testimoniaron ante el Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional y en las que el Equipo Nizkor tuvo la posibilidad de ordenar los datos que ellos traían en forma jurídicamente válida, así como preparar los testimonios de estos hombres que, en otro país y en otras circunstancias, merecerían no sólo el respecto de todos los democrátas, sino que además tendrían los máximos honores y reconocimientos por parte de la sociedad y del Estado. Nada más lejos de esa realidad la situación de estos sobrevivientes en el Chile moldeado en la impunidad. Muchos de ellos viven en la más extrema pobreza e incluso los máximos dirigentes actuales del Partido Socialista han faltado a la memoria de aquellos hombres que mantuvieron la dignidad ante el oprobio y la traición.

A lo largo de la innoble historia de la dictadura militar chilena, los centros de detención jugarían un rol vital en su política de represión. Estos lugares serían establecidos con el solo propósito de llevar acabo, en forma sistematizada y en total impunidad, los delitos de terrorismo de Estado, persecución política y religiosa, tortura, secuestro calificado, homicidio, desaparición forzada e inhumación ilegal, entre otros crimenes. De regimientos a comisarías, de bases aéreas a casas de fundo, de retenes a escuelas y edificios públicos, de buques a casa particulares, cada uno de estos lugares serían utilizados por los servicios de seguridad para el uso sistemático de maltrato, violación, tortura y asesinato.

A lo largo del país se establecerían mas de 1168 lugares “públicos” (Estadio Nacional, Isla Dawson, Pisagua, Chacabuco, Isla Quiriquina, Cuatro Alamos etc..) y “secretos” (Villa Grimaldi, AGA, La Firma, Colonia Dignidad, Venda Sexy, Londres 38, José Domingo Cañas, etc...), dedicados a la detención, procesamientos, tortura y aniquilamiento de los opositores de la dictadura militar. La represión fue a tal escala, que a lo largo de su terrible historia contó con la participación de miles y miles de miembros de las fuerzas armadas, policías y civiles (torturadores, médicos, enfermeras, secretarias, chóferes, pilotos, mecánicos, informantes y delatores), convirtiéndose en una verdadera "industria de la tortura y la desaparición forzada".

Se calcula que solo en los primeros meses después del golpe militar casi 45,000 mil personas fueron detenidas por los servicios de seguridad de la dictadura. En estas paginas trataremos de recopilar, de diferentes fuentes (testimonios personales, libros, periódicos, documentales, documentos gubernamentales, casos jurídicos y “confesiones de agentes”), la lista de los centros de detención que existieron durante los 17 años de dictadura militar y donde centenares de miles de individuos fueron torturados, mas de 2000 fueron asesinados y 1197 fueron hechos desaparecer.

INFORME POLÍTICO DE
CARLOS LORCA
DESDE LA CLANDESTINIDAD

“Nosotros estamos remontando lentamente, con cierta ineficiencia por nuestra falta de experiencia en el trabajo clandestino, una situación inicial muy difícil, ya que la represión afecto fundamentalmente al Partido.

Cuatro miembros de la dirección fusilados (Arnoldo Camu, Eduardo Paredes, Arsenio Poupin, Luís Norambuena), siete u ocho arrestados, algunos de los cuales deben estar pasandolo muy mal (Uldaricio Figueroa y Tito Martínez, Brutalmente torturados, Clodomiro, enfermo y en la isla Dawson), algunos otros perdidos, direcciones regionales completas fusiladas (Norte Grande), el Partido muy golpeado en provincias, gran cantidad de nuestros dirigentes sindicales despedidos, razzia en las universidades y la salud y en preparación una depuración a fondo de la administración publica y el magisterio.

Pese a ello, hemos logrado reconstruir el Comité Central, integrado por camaradas elegidos en el congreso de la Serena …” (Informe político redactado por Carlos Lorca en la clandestinidad)

El párrafo anterior describe la situación del partido alrededor del año 1974, ó 1975, periodo en el que abruptamente los dirigentes de la Juventud Socialista debieron hacerse cargo del Partido a partir del descabezamiento de las direcciones nacionales, regionales, provinciales y seccionales; tarea que por cierto cumplieron a cabalidad, demás esta decir que hasta el día de hoy subsiste nuestro Partido y que en ese empeño a Carlos Lorca, como a tantos otros compañeros, se le fue la vida.