OTRO MUNDO ES POSIBLE, UN MUNDO SOCIALISTA
El faccionalismo en el Partido Socialista de Chile durante los años ochenta
El artículo tiene por objeto identificar a los grupos que operaron al interior del PSCh en los años ochenta y, en segundo término, organizar -con aquella información- un mapa faccional lo más completo posible. La idea es ir más allá de las dos facciones tradicionalmente reconocidas por la literatura: almeydistas y altamiranistas. La descripción de cada facción identificada, la realizaremos mediante pequeños apartados (principales dirigentes, estructura, órganos de difusión, quiebres internos y continuidad orgánica) con objeto de comprobar básicamente qué grupos conformaron efectivamente facciones. Por ello, definiremos paralelamente qué significa una facción y su diferencia, por ejemplo, con una tendencia.
1. Introducción
El presente artículo aspira a potenciar el estudio del faccionalismo y en particular al interior del Partido Socialista de Chile (PSCh)1, ya que es una orgánica incrustada en la sociedad chilena, partícipe del sistema de partidos e históricamente con presencia de grupos internos. A partir de este marco, algunas de las preguntas que nos guiarán son: ¿Qué grupos socialistas emergieron en los años ochenta?, ¿Cuáles lograron desarrollar mayor actividad partidista?, ¿Qué se entiende por facción? y, finalmente, ¿Los grupos identificados pueden ser considerados como tales?
El artículo sostiene que efectivamente se desarrollaron una serie de facciones socialistas en los años ochenta, algunas de las cuales han quedado rezagadas en los estudios, ya sea por falta de documentación o desconocimiento. En segundo lugar, se establece que, a partir de la definición expuesta, los grupos socialistas estructuraron efectivamente facciones, es decir, no fueron meros grupúsculos difusos y, en muchos casos, había un trasfondo muy potente: lo político-ideológico y con niveles destacados de institucionalización y autonomía.
Es menester recordar que el faccionalismo socialista (casi como característica de origen) operó en pleno autoritarismo y posteriormente en vísperas de la transición. Y aunque podría pensarse que, por lo anterior, hubo un irrestricto centralismo partidista (statu quo) o que las orgánicas dejaron de funcionar, es precisamente en los años ochenta la época de mayor dispersión orgánica a causa, precisamente, del alto nivel de actividad política interna que estuvo cruzada por diferencias sobre el tipo de relación con los comunistas o la DC; la vinculación con el campo internacional; las formas de entender y oponerse a la dictadura; la posición frente a antiguos liderazgos o la definición de la línea política, entre otros tópicos. Es decir, la dinámica de las divergencias entre los grupos estuvo dictaminada, en lo fundamental, por una potente discusión política-ideológica (como fue el caso de la renovación) y las formas de lucha para enfrentar a la dictadura (lo que incluía, además, el tipo de alianzas). Fueron estas temáticas las que, en gran forma, motivaron y atravesaron (entendidas como meta-relatos) los quiebres, reagrupamientos y diferencias entre los diversos grupos socialistas.
Paralelamente, quisiera destacar tres razones que me llevaron a enfocarme en este artículo, es decir, por qué es importante este bosquejo faccional. En primer lugar, por una necesidad simple, pero, creo, ineludible: establecer los márgenes de las facciones que operaron, ya que suele existir cierta discordancia en estudios anteriores. A modo de ejemplo, en ocasiones se confunde, incluso, el nombre de las facciones o el desglose de las siglas2. Lo anterior, ha generado no pocas confusiones, entremezclándose líneas políticas, líderes, y/o revistas entre todos estos grupos. El ejemplo más claro y paradójico es que hasta los propios informantes (tanto alemanes como chilenos) en la ex RDA no tenían claro los límites de las facciones, al punto que confundían, por ejemplo, a Aniceto Rodríguez como líder de la CNR. Otra razón radica en que, en general, los estudios se centran exclusivamente en almeydistas y altamiranistas, relegando a un conjunto de facciones ‘menores’. Ejemplo de ello, es la trascendencia inadvertida de La Chispa frente a los altamiranistas en la primera parte de los años 80. Es menester escarbar en las otras facciones y sopesar qué grado de organización lograron desarrollar para no agotar las divisiones del PSCh entre esos dos grupos. Un tercer motivo, se debe a que aún existe cierta indefinición sobre las divisiones internas de las propias facciones y se pierde el hilo cronológico de su desaparición/fusión con otra orgánica mayor (ciertamente un punto complejo para determinar con exactitud). En este sentido, se ha repetido constantemente, por ejemplo, que el PS-Almeyda fue un grupo homogéneo y casi exento de quiebres, sin embargo, al escarbar, las fisuras internas fueron elocuentes y variadas.
Como puede apreciarse, la intención general es lograr un mayor grado de precisión en lo conceptual (faccionalismo) y por, sobre todo, un mejor grado de exactitud a la hora de puntualizar a los grupos internos (mapa faccional). Puede que, a pesar de este intento, surjan con el tiempo nuevos antecedentes que apuntalen el presente artículo. La intención, insisto, no es describir en detalle la evolución faccional del PS en los años ochenta, sino, más bien, identificar y organizar un esquema que nos permita avanzar hacia la comprensión de un mapa faccional del PSCh. Ya en un segundo estudio mayor -que ya está en marcha y que contará con aportes de otros investigadores- ampliaremos en detalle este primer artículo, es decir, profundizaremos en lo relativo a las pugnas ideológicas entre las facciones, sus estrategias para derrocar a la dictadura, su política de alianzas y las luchas dirigenciales, entre otros temas.
2. Sobre el faccionalismo
Más allá de las primigenias definiciones de Ranney y Kendall3, Zariski4 o Nyomarkay5 es menester destacar el clásico libro compilatorio de Belloni y Beller6 quienes establecen una tipificación sobre los grupos internos (dentro de la cual nos interesa resaltar la última): a) factional cliques, grupos que comparten un interés común, pero que carecen de organización (tendencias o camarillas); b) client group factions, grupos efectivamente organizados, pero que son administrados por uno o varios líderes (grupos personalistas o clientelares); c) facciones institucionalizadas, es decir, han logrado establecer una estructura mínima, tienen líderes visibles, objetivos comunes y sentido de pertenencia.
Es esta última categoría la que nos interesa resaltar, ya que se refiere a grupos más desarrollados (burocráticos) similares al desenvolvimiento de las facciones del PSCh. Además, esta tipificación permite diferenciar a estos grupos de una tendencia. Sobre esto, Rose7 estableció el contraste entre tendencia y facción, donde la primera la consideró “algo menos que la segunda”, es decir, como un grupo o asociación de militantes reunidos en torno a temas específicos con carácter informal. En la idea de Rose (y también de Sartori), una tendencia es un conjunto estable de actitudes más que un grupo organizado. Bartolini en una dirección similar, caracterizó a una tendencia como una serie de predisposiciones políticas (no permanentes) que no alcanza a traducirse necesariamente en organización o grupo individualizado8. Es más, Belloni y Beller, señalan que las tendencias carecen de organización, de estructura de mando, procedimientos formales, de identidad y su existencia es corta9. Por tanto, el principal rasgo diferenciador entre ambos conceptos es, como vemos, la organización, entendiendo aquello como un rasgo constitutivo de las facciones en oposición a lo difuso de la tendencia10.
Otro breve punto a tener en cuenta, dice relación con los objetivos de las facciones. El politólogo italiano Sartori señala que existen las facciones por intereses y otras por principios. Esta última encaja con el PSCh, ya que el interés primordial fue la promoción e imposición de ideas políticas. Bartolini, por su parte, las divide en facciones ideológicas (orientación política-programática) y de poder, aun cuando, señala, se producen situaciones mixtas y de camuflaje, principalmente entre éstas últimas, ya que se les atribuye una menor legitimidad frente a las primeras11.
Dicho lo anterior, quisiera dejar en claro qué entenderemos por facción. Atenderé a la señalada por los investigadores Gamboa y Salcedo12, quienes tomando como base la definición clásica de Beller y Belloni, califican a una facción a todo grupo que cumpla con tres requisitos. Sin embargo, sumaré un cuarto: a) grado de organización interna (cargos, reuniones, redes y medios comunicación; b) que sea reconocida por sus pares y cuente con estabilidad temporal; c) actúe coordinadamente tras objetivos comunes. El punto añadido se refiere a lo que explicitan Roback y James13, d) un cuerpo ideológico mínimo que le de cierta congruencia y afinidad.
Y hablaremos de facciones para el período en cuestión -y no corrientes, lotes, sectores o tendencias- ya que como bien señala Muñoz en su trabajo, la categoría de la cultura militante también debe ser atendida. El autor señala que en “la historia reciente del PS da cuenta de cambios en los modos de nombrar el fenómeno faccional”14: previo y posterior a la dictadura, se privilegió los términos corrientes y tendencias (también lote y sector, aunque estos dos últimos específicamente tras la dictadura) y durante el régimen militar, se utilizó facciones o fracciones, precisamente por sus altos grados de autonomía, entendiendo que deseaban institucionalizarse como un ‘otro partidista’ y no un mero subgrupo o tendencia difusa en la histórica orgánica.
Establecido lo que entenderemos por faccionalismo y las condicionantes que deben darse, pasaremos a detallar, primeramente, el contexto en que se generó el aumento del faccionalismo y posteriormente reseñaremos, con diversos subapartados, cada una de las facciones socialistas identificadas para darle forma al mapa faccional.
3. Contexto de la diáspora: del golpe de Estado al quiebre de 1979
La derrota o fracaso del histórico proyecto de la izquierda y la dureza del golpe de Estado, golpeó los cimientos de estas orgánicas y, conmocionadas por la perplejidad de los hechos, debieron asumir, entre otras cosas, la realidad del partido escindido (interior-exterior), la clandestinidad y la dura represión. Orgánicas como el PCCh, el MIR o el PSCh, fueron constantemente diezmadas, pero paralelamente comenzaron a vivir una dinámica crítica (unas más rápidas, otras mucho más lenta) tanto al interior como entre las orgánicas, incluido un crítico análisis sobre el rol del centro político (DC). Junto al lapidario contexto dictatorial, se hizo evidente el advenimiento de un ajuste en lo orgánico, en la línea política o en lo ideológico, pero con especial virulencia en partidos -como el PSCh- donde los grupos, los quiebres y las desavenencias internas eran más profundas e históricas y el componente de definición ideológica era fundamental. Con todo -y con diversos errores y costos- la izquierda chilena nunca dejó de funcionar y trabajar, dando inicio a un rico período histórico.
Específicamente, el PSCh se organizó inmediatamente tras la Dirección Interior (DI) compuesta por algunos miembros del Comité Central (CC) y en el exilio se instituyeron tras el Secretariado Exterior (SE) afincado en Berlín. Paralelamente, por divergencias ideológicas, emergió con fuerza la Coordinadora Nacional de Regionales (CNR) y se (re)estructuraron otros dos grupos: el Movimiento Revolucionario Manuel Rodríguez (MR2) y Dirección para el Consenso. Entendiendo a la DI como una facción (hegemonizada por los Elenos y ex Organa)15, podemos señalar que desde 1974 en adelante -con la publicación del Documento de Marzo- surgieron cuatro grupos claramente identificados, los cuales se erigieron como los continuadores ‘legítimos’ del socialismo chileno16.
Sus disputas, básicamente, orbitaron sobre temáticas internas como a las causas de la derrota/fracaso de la UP; el rol de la directiva (antes y después del 73); el reconocimiento/apoyo del SE; y al influjo del proceso renovador a finales de los años setenta. Otra de las materias que definió su campo de acción fue la política de alianzas, principalmente, respecto al influjo (negativo/positivo) de sus socios comunistas y al rol (inclusivo/exclusivo) de la DC como fuerza opositora a la dictadura. Un punto trascendental es que todas las facciones se reconocieron mutuamente al punto que discutían abiertamente sobre su propia legitimidad e incluso dialogaban con los partidos de la ex UP. Sumado a lo anterior, en esta primera etapa, fueron estructurándose internamente (institucionalizándose), crearon órganos de difusión, realizaban reuniones periódicas y se esmeraron por generar documentos como guía de acción política17.
Dentro de este marco, es preciso acotar que la disputa más potente ocurrió entre la DI y la CNR, tanto por la definición y dirección del partido. Sin embargo, a finales de los años setenta, la diáspora se acrecentó y se sumaron más grupos: el Movimiento de Acción Socialista (MAS), el ‘Ampuerismo’18 a través de la antigua Unión Socialista Popular (USOPO), la articulación de la Tendencia Humanista o ‘Anicetismo’ (Rodríguez), el Grupo Carta 68 (posteriormente llamados Los Suizos), el Movimiento Recuperacionista (MR) y lo que fue posteriormente la efímera Convergencia 19 de abril. En definitiva, surge lo que Sebastián Jans llamó el descuelgue de referentes direccionales19. En este marco, germina el gran quiebre de abril de 1979 entre quienes decidieron apoyar el incipiente proceso renovador y quienes se inclinaban por reafirmar al partido como una orgánica marxista-leninista. De ahí en adelante, comenzará la mayor dispersión faccional en la historia del PSCh, período que se cerrará de manera oficial con la reunificación del PSCh (aunque algunas facciones continuaron operando en baja intensidad) y en los albores del reinicio de la democracia.
4. Facciones socialistas en los años ochenta
Básicamente, cada grupo fue desgranado por la identificación de sus principales dirigentes20, breve reseña (para establecer si tuvieron alguna estructura, respaldo ideológico mínimo o reconocimiento), órganos de difusión (revistas, boletines, etc), quiebres internos y continuidad orgánica (estabilidad temporal).
PS-Almeyda (1979-89)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Clodomiro Almeyda, Rolando Calderón, Hernán Del Canto, María Elena Carrera, Galo Gómez, Manuel Almeyda, Eduardo Loyola, Ricardo Solari, Germán Correa, Camilo Escalona, Jaime Pérez de Arce.
Reseña política: Básicamente, tras la crisis interna de 1979, siguieron la línea trazada en los tres congresos anteriores (Linares, Chillán y La Serena), es decir, bajo una definición marxista-leninista. Apostaron por fortalecer la alianza histórica con el PCCh, siguieron considerando a la UP un proyecto válido, se inclinaron en un principio por la política insurreccional de masas frente a la dictadura, pero fue variando hacia una ruptura pactada (y negociada), decidieron mantener una estrecha relación con los países socialistas, especialmente con la URSS y la RDA, reforzaron el centralismo democrático, y, hasta antes del giro ideológico, apostaron por la construcción de un proyecto socialista, aunque en la línea de un frente político amplio (línea ‘dimitroviana’ cercana al PCCh).
Su fortaleza e influencia radicó en la hegemonía que gozaban entre los militantes al interior del país a través de las relaciones forjadas con la DI entre 1973/79. En el exterior se aglutinaron principalmente en Berlín oriental, logrando apoyo económico y logístico del PSUA. Tanto en el exilio como en el interior, estructuraron un alto nivel organizacional, incluso con cargos unipersonales y órganos colectivos como una COPOL, CC, regionales, etc, es decir, forjaron una estructura formal, sus líderes gozaron de reconocimiento interno y a nivel nacional, contaron con una gran presencia mediática, su estabilidad temporal fue constante a pesar de las escisiones internas e incluso desarrollaron un procedimiento de incentivos selectivos o colectivos (recursos, cargos, apoyos, etc) hacia sus adherentes.
En cuanto a las instancias de reagrupación orgánica, participaron en el CEP y CPUS21, aunque terminaron restándose cuando se decidió elegir cargos unipersonales22. Para ambas instancias se hicieron representar por una corriente llamada ‘pro-renovación’ que lideraron dirigentes del interior. El PS-Almeyda tampoco se integró a la pujante Convergencia Socialista (CS) ni al posterior Bloque Socialista (BS), privilegiando su inclusión en el MDP junto a comunistas y miristas. Posterior al fracaso de lo que se llamó el ‘año decisivo’ (1986), el PS-Almeyda inició un giro político e ideológico que lo hizo alejarse del leninismo y de sus socios comunistas y apostaron por una alianza estratégica con la DC. A raíz de ello, apoyaron la opción de una ruptura pactada o en su defecto una salida negociada con la dictadura, así como la inscripción en los registros electorales, participaron en el plebiscito de 1988 y, aunque impulsaron la creación y fortalecimiento del PPD (de manera más bien solapada y bajo la estricta mirada de Almeyda), su opción electoral fue el partido instrumental PAIS. Finalmente, adhirieron a la Concertación de Partidos por la Democracia y apoyaron a Patricio Aylwin (DC) como candidato a presidente de la república. El almeydismo -aupado por el proceso renovador y por una alta dosis de pragmatismo- oficializó la reunificación con el PS Núñez-Arrate en 1989, junto a socialistas cristianos y emergentes (MAPUs, corrientes miristas y, posteriormente la IC). De allí en adelante, los almeydistas desarrollaron una estratégica incursión en los gobiernos de la Concertación y fueron parte activa de la llamada transición.
Quiebres internos: En el almeydismo, y contrariamente a su supuesta verticalidad y homogeneización, operaron en su interior hasta cinco corrientes, de las cuales tres terminaron marginándose (o expulsadas) de esta gran facción, logrando mantener, a pesar de todo, su influencia, estructura interna, reconocimiento y temporalidad. Las tendencias internas más importantes fueron:
a. Los Terceristas: propusieron la fórmula de la ruptura pactada frente a la dictadura; proclives a un acuerdo con el resto de las fuerzas socialistas históricas renovadas; mantuvieron conversaciones tanto con comunistas como con la DC y el PR; su campo de influencia fue efectivo entre los MAPUs y la IC; no renegaron del marxismo, pero si mantuvieron reticencias hacia el leninismo; fueron determinantes en el giro ideológico de los almeydistas y en la reunificación en 1989; cercanos al PPD, con la idea de consolidar el proceso renovador en conjunción con ellos. En este grupo destacaron dirigentes como Germán Correa, Ricardo Solari, Luciano Valle, Osvaldo Puccio, Eduardo Loyola o Jaime Pérez de Arce. Para Almeyda este sector fue muy útil por varias razones: para el giro ideológico de la facción, viabilizar la reagrupación del partido y para posicionar su sector en la transición. Y aunque los Terceristas se diferenciaban, ideológica y estratégicamente con su líder, nunca rompieron públicamente con su cabecilla (aunque sí lo hicieron de forma privada23) y siguieron bajo su paraguas hasta la reunificación24.
b. Los pro-renovación (grupo de Stuardo-Soto)25: operaron básicamente en Chile y adhirieron a todos los eventos intelectuales y orgánicos para reunificar al partido, pero bajo el imperativo de la renovación ideológica (CEP y CPUS). En cuanto a las alianzas y a las formas para terminar con la dictadura, su postura fue adherir al Manifiesto Democrático y a la centrista AD (1983), postura que definió su expulsión del almeydismo: “Cuando se constituyó la AD y el CPU formó parte de ella, siendo Stuardo uno de los representantes, se concretó lo que el almeydismo reconoce como la primera división importante (…) Algunos miembros del CC adhirieron a las posturas de Soto y Stuardo y fueron expulsados”26. Así mismo, se enfrentaron internamente al sector Los Comandantes y al PS-Bruselas bajo potentes acusaciones mutuas27. Sus principales objetivos fueron potenciar, sin condiciones, la renovación ideológica del partido, forjar una política de alianzas junto a la DC y consolidar una salida negociada con la dictadura.
c. Los Comandantes: se ubicaron a la izquierda del PS-Almeyda y tuvieron un apoyo no menor en Chile; se declararon marxista-leninistas, pero evidenciaron discrepancias con el PCCh; se opusieron a la ruptura pactada de los Terceristas; criticaron a Almeyda por, lo que ellos consideraban, sus vacilaciones ideológicas; propusieron fortalecer y radicalizar la lucha contra la dictadura (vía insurreccional); una posible unidad con la DC sólo se entendía como opción táctica (derrotar la dictadura) y no estratégica; se aglutinaron en el exterior en concomitancia con el denominado PS-Bruselas. Debido a las duras disputas que se originaron en torno al pleno de Buenos Aíres (1984) y camino al XXIV Congreso (1985) de la facción, Los Comandantes se escindieron (o fueron expulsados, según el punto de vista) y formaron, finalmente, en 1985 el PS-Dirección Colectiva (PS-DC) bajo el liderazgo visible del dirigente Eduardo Gutiérrez.
d. Los almeydistas: se organizaron desde el exilio al frente del SE bajo el control del propio Almeyda. Tuvieron gran injerencia al interior del país; adhirieron al marxismo-leninismo y fueron muy cercanos al PCCh, aunque mantuvieron una postura ambigua respecto a la validez de la lucha insurreccional; su intención fue transformarse en un partido bisagra entre la izquierda y la DC con objeto de hegemonizar la oposición a la dictadura; fueron más cercanos a las posturas de los Terceristas, incluso de los ‘pro-renovación’ y no dudaron en criticar a los sectores radicalizados. Destacaron dirigentes como Camilo Escalona, Guaraní Pereda, Hernán Del Canto o Rolando Calderón.
e. Corriente Bruselas: fue un grupo forjado en 1983 tras la decisión del almeydismo de expulsar al dirigente Robinson Pérez y sus seguidores por desavenencias políticas que se hicieron públicas en la misma revista teórica del almeydismo28. Posteriormente, el PS-Bruselas acusó a la dirección de asumir posiciones de derecha, de rechazar la crítica de sectores revolucionarios y, por evidenciarse, lo que ellos llamaron, el “gran salto ornamental” del almeydismo hacia el centro político, abandonando y temiendo a “las fuerza revolucionarias” de las masas29. Con algunos recursos lograron constituir, un par de años más tarde, la facción PS-Salvador Allende.
Órganos de difusión: Boletín del Comité Central (interior y exterior), Cuadernos de Orientación Socialista, revistas Chile Vencerá (JS) y Unidad y Lucha30.
Continuidad: PS-Almeyda - Quiebres internos: PS-Bruselas; Pro-renovación (ambos en 1983) y Los Comandantes (1985) - PSCh (reunificado).
PS XXIV Congreso-Altamirano (1979-89)31
Principales dirigentes (en distintas etapas): Carlos Altamirano, Ricardo Núñez, Jorge Arrate, Luis Jerez, Hernán Vodanovic, Erich Schnake, Armando Arancibia, Luis Alvarado, Jaime Suárez32, Luis Meneses, Alejandro Jiliberto, Jorge Molina, Ricardo Lagos, Soledad Larraín, Adriana Muñoz.
Reseña política: Los altamiranistas posterior al quiebre de 1979 se abocaron a implementar un proceso de renovación determinado por temáticas como: causas de la derrota/fracaso de la UP, la legitimidad de la ‘vía chilena al socialismo’, el rol del partido, la pertinencia del marxismo-leninismo, vigencia de ciertas características del PSCh, la política de alianzas, el tipo de relaciones con la izquierda en el campo internacional y, en definitiva, sobre la viabilidad del proyecto histórico de la izquierda chilena33. A mediados de 1980, organizaron el XXIV Congreso en París34, al que acudieron la facción La Chispa, un sector cercano al dirigente Adonis Sepúlveda, sectores de la CNR ligadas a Vuskovic, así como a una naciente tendencia que se estructuró bajo el concepto ‘recuperacionismo’ del socialismo histórico35. En Chile los altamiranistas fueron liderados por Ricardo Núñez, Hernán Vodanovic y Luis Alvarado quienes se abocaron a darle consistencia orgánica al proceso renovador, fomentar la opción de una salida negociada y arribar a posiciones estratégicas con la DC.
Por ello, entre 1980/83, lideraron los comités de unidad del socialismo (CEP y CPUS) así como la constitución del PS-Briones o renovados. Participaron, además, de la CS y de todas aquellas instancias de convergencia con los socialistas emergentes/cristianos del MAPU, MAPU-OC, miristas renovados y de la IC. En términos de alianza, esta facción adhirió a la centrista Alianza Democrática (AD) y, posteriormente, lideraron el BS con Núñez como principal figura. El espaldarazo en cuanto al perfil ideológico (más cualitativo que cuantitativo) vino en 1985 cuando el Grupo por la Convergencia y el MAPU-OC decidieron integrarse a las filas del PS-Briones, quienes ya habían sumado a Los Suizos y a los almeydistas pro-renovación. En 1986 Ricardo Núñez fue elegido secretario general (en reemplazo de Briones), logrando al año siguiente sumar a un sector significativo del PS-Mandujano.
Su lema fue ‘rescate y renovación’, es decir, rescatar los elementos fundacionales del socialismo chileno (no dogmáticos) y renovar su ideología acorde a la coyuntura política. Por otra parte, revaloraron a la democracia política como valor intrínseco al desarrollo del socialismo, abogaron por una alianza con la DC, se desmarcaron de las influencias del PCCh y se esforzaron por concretar la unidad del área socialista con los socialistas cristianos e independientes. En 1987 crearon el PPD como instancia instrumental para las futuras elecciones y como medio paralelo para potenciar la renovación ideológica (desde una óptica movimientista) y dar rienda suelta a la reunificación del sector. Se inclinaron, a pesar de algunas objeciones internas, por una salida negociada (sin ruptura) en consonancia con la DC. Fueron activos en la inscripción en los registros electorales, así como en el plebiscito de 1988 y participaron activamente en la creación y desarrollo de la Concertación. A mediados de 1989 realizaron el XXV Congreso (Jorge Arrate fue elegido secretario general) como evento previo a la reunificación, instancia que fue decisiva para consolidar sus tesis renovadas frente a las otras facciones36. Todo lo anterior, les permitió obtener buenos resultados electorales a nivel parlamentario y posicionar a varios de sus dirigentes y líderes en la arena política de la transición.
Aunque su estabilidad y apoyo en un comienzo fue difícil (sobre todo en Chile), esta facción levantó una estructura institucionalizada sólida (COPOL, CC y regionales), editaron revistas partidistas y teóricas de buena calidad y alcance. Sus líderes estuvieron en la primera línea de la contingencia interna y nacional, contaron con sedes y amplios recursos (especialmente de la socialdemocracia europea), gozaron de un macizo reconocimiento nacional y su línea política y cuerpo ideológico (a pesar de las fuertes críticas) fueron evidentes, logrando un apoyo considerable, atrayendo a otras facciones socialistas y de la izquierda en general.
Quiebres internos: Nos detendremos brevemente en el quiebre postcongreso de 1980 (París) por tres razones: suele pasarse por alto esta ruptura, determinar las razones y es menester otorgarle la trascendencia que tuvo el sector ‘disidente’ a los altamiranistas. Aunque el evento se desarrolló bajo la mirada de Altamirano y sus seguidores, el sector mejor organizado que acudió a la cita fue La Chispa (en concordancia con los seguidores de Adonis Sepúlveda). Es el propio Arrate quien, años más tarde, reparó en ello:
El XXIV Congreso es dominado por los votos del ‘interior’ y por una corriente exterior en la que participan Adonis Sepúlveda, Laura Allende y Denise Pascal Allende. Altamirano, apoyado por Oscar Waiss, Jorge Arrate, Hernán Vodanovic, Erich Schnake y otros dirigentes reconocidos, impone, sin embargo, que asuma la Secretaría General, situada en Chile, Ricardo Núñez, quien ha regresado legalmente a Chile antes de la ruptura con el ‘almeydismo’ y luego de la división ha constituido una organización que reconoce el liderazgo de Altamirano y en la que participan como dirigentes Hernán Vodanovic, Luis Alvarado, Eduardo Long y Rafael Ruiz. El Congreso designa subsecretario general a este último, experimentado dirigente clandestino que había participado en los grupos MR-2 y La Chispa. Un año después ambas tendencias, la encabezada por Núñez y Arrate, y la dirigida por Rafael Ruiz, se separarán para constituir orgánicas distintas37
Y por si quedan dudas de la hegemonía que logró La Chispa-sector Adonis Sepúlveda (sumado al apoyo de sectores de la CNR) el propio Altamirano aclaró el hecho: “Impuse a Ricardo Núñez como secretario general. Y digo que lo impuse porque en ese momento Ricardo no tenía mayoría para ser elegido, la mayoría estaba con Rafael Ruiz Moscatelli”38. Todo lo anterior, nos lleva a concluir, que las facciones no alineadas íntegramente tras Altamirano fueron las que realmente hegemonizaron el evento. Es decir, los renovados seguían, hasta ese momento, siendo un grupo potente, pero más bien a nivel dirigencial, con grandes nombres y evidentemente con apoyos internacionales, pero de escaso soporte en la base socialista. Posterior al Congreso, las corrientes convocadas siguieron acumulando diferencias, esta vez, a raíz de una Conferencia de Programa39 que no era más que una de las tantas luchas de poder e ideológicas al interior del PS XXIV Congreso40. De ahí que ambos sectores se disputaron el timbre PS XXIV Congreso, generando en no pocas ocasiones confusiones a la hora de identificar los documentos internos.
El antiguo MR-2 quebró con el PS altamiranista (o PS XXlV Congreso) que para entonces lideraba Ricardo Núñez, formando una nueva fracción que llamó PS XXlV Congreso-La Chispa. La reivindicación para sí del XXlV Congreso (que convocó Altamirano y se realizó en 1980) se debía, entre otras cosas, a que sus posiciones fueron mayoritarias en las reuniones congresales en Chile, expresándose también dicha mayoría en los delegados enviados a la reunión final en París41
A raíz de lo anterior, y para evitar confusiones, es preciso identificar por un lado al PS XXIV Congreso-Altamirano42 y, por otro, al PS XXIV Congreso-La Chispa. El primero rápidamente se unió al CEP y al CPUS y posteriormente se transformó en PS-Briones. Los segundos, fueron quienes continuaron con el ‘timbre’ por algunos años más (aproximadamente hasta 1986) aunque sufrieron un gran debilitamiento. Hacia 1986/87 fueron los renovados quienes lograron copar una parte trascendental de la militancia y ser reconocidos como interlocutores válidos al interior de la oposición. Dicha facción, irá cambiando de nombre a medida que fue eligiendo nuevos secretarios, es decir, PS-Núñez (1986) y PS-Arrate (1989) hasta la reunificación de 1989.
Órganos de difusión: Los boletines Informativo (subsecretaría Europa-África), Chile Socialista, Socialista Internacional, Carta Informativa a los Regionales y las revistas Convergencia, Pensamiento Socialista y Plural.
Continuidad: PS XXIV Congreso-Altamirano - CEP-CPUS - PS-Briones, PS-Núñez, PS-Arrate - PSCh (reunificado).
PS XXIV Congreso-La Chispa (1980-86)43
Principales dirigentes (en distintas etapas): Rafael Ruiz Moscatelli, Cecilia Suárez, Luis Guzmán, Adonis Sepúlveda, Renato Ramírez, Jorge Chadwick, Andrés Galanakis, Gustavo Zepeda, Fidelma Allende, Enrique Ceppi y Carlos Moral.
Reseña política: Estuvo conformada básicamente por La Chispa44 junto a pequeños sectores (como el llamado PS-Suiza) y la corriente liderada por Adonis Sepúlveda. Las fricciones con los incipientes renovados tuvo su máxima expresión, primero, en un pleno de 1981 en Burdeos (Francia) y una segunda instancia plenaria en marzo de 1982 en París, con lo que ellos denominaron la ‘minoría derechista del CC’ (altamiranistas). “El problema central y de fondo tiene un carácter ideológico y político (…) Desgraciadamente hemos llegado a un punto en que las transgresiones a la línea política, a la democracia interna y a los organismos regulares partidarios, de parte del sector minoritario derechista, hace ilusorio esperar su acatamiento a las normas que se comprometieron a respetar en el XXIV Congreso”45. Sin embargo, al revisar otros documentos/revistas46, el sector renovado asumió ya en octubre de 1981 (aproximadamente al año del congreso) el alejamiento definitivo de los seguidores de Moscatelli-Sepúlveda, lo que lleva a pensar que los sucesos descritos por éstos, fueron los últimos intentos por revivir una facción que en la práctica operaba de forma separada.
Después de marginarse completamente de los altamiranistas, el PS XXIV Congreso-La Chispa se definió como una orgánica de carácter “obrero y popular”, marxista de influjo leninista, pero “crítico, adogmático y creador”47, con un perfil revolucionario dentro de la línea del Frente de Trabajadores. Se organizaron bajo el centralismo democrático, apoyaron la perspectiva insurreccional, definieron sus alianzas con orgánicas revolucionarias y renegaron de todo atisbo revisionista de corte socialdemócrata. Por ello, tuvieron una actitud muy reticente respecto al CEP, a los seminarios de Ariccia, la CS y frente a todas aquellas facciones históricas no revolucionarias o socialistas emergentes/cristianas. Apoyaron, en cambio, una alianza con el PCCh y el MIR al interior del MDP.
Como facción gozó de apoyo en Chile como en el exilio, al punto que fueron capaces de constituir una directiva con cargos unipersonales y colectivos, celebraron plenos, contaron con dirigentes visibles, su línea ideológica fue más homogénea (por ello, no se advierten grandes quiebres), tuvieron reconocimiento de sus pares socialistas y fueron particularmente activos en lo comunicacional y hábiles en la agitación política, incluso con, lo que se llamó, acciones audaces y directas. Posterior a 1982 comenzaron a firmar diversos documentos en conjunto con la CNR, labor que se fue profundizando en los años siguientes (1983/84) y que, incluso, desembocó en un acercamiento con los almeydistas en el marco del MDP (1986)48. Lo anterior dio fruto, cuando La Chispa y una parte de la CNR acordaron un Protocolo de Unidad el que posteriormente -por medio de un pleno nacional- determinó la fusión y creación de una nueva orgánica socialista: el PS-Unitario (abril 1986). Tras un corto paso por esta nueva facción, el PS XXIV Congreso-La Chispa terminó finalmente insertándose (y difuminándose) en el almeydismo un año más tarde.
Quiebres internos: No se advierten.
Órganos de difusión: Boletines El Socialista, El Militante, Claridad (Regional América), La Papa (interno) y la revista Álzate Chile49. Además, crearon las Brigadas Salvador Allende de Comunicación50 y en el exilio contaron con el Taller Laura Allende (Holanda) encargado de publicar revistas y documentos.
Continuidad: PS XXIV Congreso-La Chispa - PS-Unitario - PS-Almeyda.
Convergencia 19 de abril (o Dirección para el Consenso) (1979-1985)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Juan Gutiérrez, Pamela Pereira, Eliana Pozo, Eduardo Sepúlveda, Carlos Moya, Gustavo Meneses, Luis Muñoz, Hernán Meléndez.
Reseña política: Tras el golpe de Estado, este sector51 se constituyó como grupo autónomo y alternativo a la DI, al MR2, a la CNR y al SE en el exilio, nutriéndose de militantes jóvenes y sectores populares de la capital, bajo el nombre Dirección para el Consenso. Desde el punto de vista ideológico salvaguardaron al leninismo como construcción partidista, mas no como guía teórica exclusiva. En respuesta a la DI y al Documento de Marzo, editaron el Documento de Enero, sin embargo, no logró la trascendencia del primero52. Posterior a la ruptura de 1979 formaron junto a la facción Tendencia Humanista, MAS y al Movimiento Recuperacionista, la llamada Convergencia 19 de abril que tuvo como meta inmediata (y fallida) reunificar al partido, pero bajo la noción del ‘socialismo histórico’. Dichas facciones venían trabajando por la unidad desde principios de 1979 sin poner el acento en las ya problemáticas ideológicas entre el naciente almeydismo y altamiranismo. Por ello, cuando se fundó esta Convergencia señalaron explícitamente que no apoyarían a ninguna de las dos potenciales facciones.
El MAS se retiró casi inmediatamente, ya que la facción Consenso brindó soporte a Altamirano. De ahí en adelante la Tendencia Humanista y Consenso lograron gran sintonía, ratificado documentos en conjunto53, aunque los primeros guardaban cierta distancia y seguían firme en torno a dirigentes como Aniceto Rodríguez y Manuel Mandujano. Lo anterior, significó que la Convergencia 19 abril operó básicamente como continuación de la antigua facción Consenso. Así lo ratifica Jans: “Quien mantuvo aquella declaración de unidad, como referencia para su trabajo, fue la Dirección para el Consenso, que pasó a denominarse ‘Convergencia 19 de abril’. Al poco tiempo, el MAS, el MR y el ampuerismo aparecerían bajo una misma dirección, a través del liderazgo de Mena, bajo la denominación de MAS-USP-MR"54.
En medio de los acuerdos unitarios (CEP y CPUS), esta facción logró forjar una estructura estable (burocrática) y representativa en las huestes socialistas y, por ende, adquirió legitimidad faccional. Así mismo, contó con líderes visibles, medios de difusión, un cuerpo ideológico definido, muy cerca del llamado socialismo histórico, y un objetivo que a esas alturas era reconocido: generar un consenso unitario, aunque en la práctica su interés era hegemonizar esa unidad partidista. Su grado de organización faccional se verá, posteriormente, ratificada al ser uno de los grupos con mayor temporalidad y visibilidad (bajo otro nombre, PS-H). Sebastián Jans, conocedor de los intersticios del partido, especifica que “en el contexto de las fracciones que habían concurrido al proceso unitario de abril de 1983, ese sector era la estructura orgánica más relevante, y desde enero de 1974 había funcionado clandestinamente, casi sin sufrir embates de la represión”55. Entre 1980-82 las facciones Convergencia 19 de abril-Tendencia Humanista, CNR-Indoamérica y PS XXIV Congreso (aún unificado) lograron un nivel se sintonía importante, el cual fue ratificado a través de varias actividades, reuniones (sobre todo en el exilio) y acuerdos para la reconstrucción partidista56. Consenso/Convergencia 19 de abril, aunque apostó por la conformación de un PS unificado bajo el alero del CPUS, terminaron marginándose de la reunificación partidista en 1984 (rechazando la figura de Carlos Briones como secretario) y decidieron adherir al incipiente PS-Mandujano junto a los ‘históricos’ (MAS-USP-MR y Humanistas). Posteriormente, se retiraron del mandujanismo para forjar una nueva facción, el PS-Histórico, bajo el cual continuaron su actividad política con no poca envergadura y trascendencia faccional.
Quiebres internos: El único quiebre que se vislumbra se produce cuando un grupo menor decide permanecer en el PS-Mandujano y no se suma al emergente PS-Histórico.
Órganos de difusión: Boletín, revistas Arauco y Venceremos y el periódico Pueblo.
Continuidad: Convergencia 19 de abril o Consenso - CEP-CPUS - PS-Mandujano - PS-Histórico - PSCh (reunificado).
Coordinadora Nacional de Regionales (CNR) (1974 - en torno a 1990)57
Principales dirigentes (en distintas etapas): Benjamín Cares, Nicolás García, Héctor Martínez, Claudio Thauby, Alfonso Guerra, Ernesto Benado, Belarmino Elgueta, Pedro Vuskovic, Juan Bustos, Roberto Pizarro, Pedro Durán, Sergio Sauvalle, Enrique Zamorano, Marcelo Castillo.
Reseña política: La CNR surgió inmediatamente después del golpe de Estado y al igual que la DI, estuvo integrada por miembros del CC. Logró estructurar un importante tejido orgánico a lo largo de Chile, alcanzando respaldo en los regionales de Santiago Centro y Cordillera, Valparaíso, Concepción y concitó apoyo y representación en varios puntos del exilio58. Las discrepancias con la DI se produjeron por “diferencias en el enfoque de lo que había pasado al partido, caracterización de la Junta, línea política, es trategia y tácticas para actuar en el corto y mediano plazo, como en la perspectiva de la derrota de la Junta y la instauración del socialismo”59. Pero su crítica también apuntaba al tema del revisionismo ideológico: “Se han dado a la tarea de ‘revisar’ las tesis fundamen tales del Partido, aprobadas en sus Congresos, tratando de imponer, sin discusión con la base, posiciones que son abiertamente ajenas al Partido Socialista”60.
Fue evidente como la CNR quiso hegemonizar al PS bajo lo que ellos llamaron un “partido de nuevo tipo”, con una línea marxista-leninista y dejar de ser, como explicitaron, una “legión extranjera” de marxistas, masones, socialdemócratas, democráticos, etc61. Refutaron ser una “copia del PC” y se erigieron al margen de las internacionales de “Pekín”, “Moscú” o la “socialdemocracia”. A finales de los setenta, sufrió un quiebre del cual no supo recuperarse, allanando el camino para jugar un rol menor de allí en adelante. Por ello, en los ochenta, es posible describir su evolución a través de sus quiebres internos.
Quiebres internos: En mayo de 1978 realizaron en París el llamado Encuentro Mundial de la CNR, donde surgieron diferencias políticas y una virulenta lucha por la legitimidad entre dirigentes del exilio y del interior62. Estos últimos, organizados en la Comisión Política de la Dirección Nacional (COPOL-DN) llamó a desconocer al Comité Exterior (CEX), depurar dirigentes e intervenir los seccionales europeos a través de una ‘comisión transitoria’63. Para 1979 el quiebre es evidente y surgen dos orgánicas.
El primer sector CNR COPOL-DN64 fue encabezada por Benjamín Cares y Sergio Sauvalle. Se definieron marxistas-leninista, abogaron por una política insurreccional, plantearon que la dirección estuviera únicamente en Chile, apoyaron la conformación de un polo revolucionario (cercanos al MIR, al MAPU-PT65 y a otras organizaciones revolucionarias de corte internacionalistas), se mostraron críticos frente al rol del PCCh (aunque lo consideraban un aliado estratégico) y apoyaron firmemente un camino de corte revolucionario. Contaron con el apoyo mayoritario del interior y de las pujantes seccionales europeas. En el marco del proceso de reunificación socialista, esta facción se restó de los acuerdos, así como de cualquier atisbo que diera pie al proceso renovador. En este sentido, quedaron rezagados en cuanto a las alianzas, ya que tampoco comulgaron con el PC chileno, a pesar de coincidir con la lucha insurreccional frente a la dictadura y fue de las pocas orgánicas que rechazó de plano la unidad con la DC (ni táctica ni menos estratégica). Al poco andar, recibieron los embates de los aparatos de seguridad, siendo una de las facciones con mayor grado de infiltración, ya que fue identificada como uno de los grupos con mayor apoyo de la base militante y, además, llevaba tiempo realizando actividades de agitación, incluso de carácter armado. Ambos hechos, determinaron que la CNR COPOL-DN perdiera injerencia hacia 1982/83 y, aunque, orgánicamente siguió trabajando hasta finales de los ochenta, quienes mantuvieron viva la facción, terminaron adhiriendo al PS reunificado en torno a 1990/9266.
Por su parte, la CNR-Indoamérica fue el sector cercano Vuskovic y la CEX. Se declararon marxistas revolucionarios, autónomos de las Internacionales y propugnaron una política insurreccional. Mantuvieron diferencias profundas con los almeydistas y, ciertamente, con los comunistas chilenos (los consideraban solo aliados tácticos)67. Participaron, bajo una visión crítica, en las instancias de reunificación partidista68 e, incluso, asistieron a los seminarios de Ariccia y comulgaron con los MAPUs (especialmente con Garretón). Un sector de esta facción mantuvo relaciones con el PS XXIV Congreso (cuando éstos aún no se dividían) y se abocaron a desarrollar eventos y reuniones bilaterales69. Así mismo, apoyaron al CEP -e incluso, a la Convergencia Socialista70- aunque terminaron restándose cuando se constituyó el CPUS71. Paralelamente, promocionaron, como instancia de unificación socialista, el Comité de Acción y de Unidad del Socialismo Autónomo (CAUSA) el cual no tuvo gran acogida en el resto de las facciones. A mediados de los ochenta, las tensiones y dudas al interior de la facción crecieron, lo que generó que, en abril de 1986, un sector se fusionó con otro grupo a la baja (el PS XXIV Congreso-La Chispa) para dar vida al PS-Unitario.
En líneas generales, ambas CNR lograron instaurar un esquema faccional con apoyo en la base (especialmente la COPOL-DN al interior de Chile), con direcciones y cargos, tuvieron líderes visibles especialmente en el exilio, fueron muy prolíficos a la hora de generar documentos internos y de discusión, lograron reconocimiento de las otras facciones -especialmente a finales de los setenta y principios de los ochenta- y participaron en reuniones y encuentros políticos de la izquierda (especialmente CNR-Indoamérica). Ambas facciones tuvieron un piso ideológico muy definido y una línea estratégica marcada frente a la dictadura, la cual explicitaron a través de sus numerosas boletines y revistas en Chile y el extranjero. Sin embargo, su estabilidad fue mermando -por la represión y la infiltración que sufrieron y también por su (auto)marginación en la unidad socialista- debiendo fusionarse con otras facciones menores y/o buscar aliados para intentar resaltar mínimamente en la coyuntura interna. Aunque emergió como uno de los grupos socialistas mejor organizados, terminó con los años como una de las facciones más frágiles.
Órganos de difusión72: Boletín Chile Socialista, Boletín Exterior (CEX), Boletín Interno (Chile y México) y revistas Barricada (Venezuela), Indoamérica, Lautaro (México), Resistencia (Chile y Rumanía), Resistencia Socialista (Colombia), Revolución (edición Bélgica, Chile y México).
Continuidad: CNR - Quiebre: CNR COPOL-DN y CNR-Indoamérica - PS-Unitario y otros mantuvieron la facción CNR.
Movimiento de Acción Socialista (MAS) (1978-84)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Víctor Sergio Mena, Francisco Padín, Hugo Arellano, Jorge Nimptsch.
Reseña política: Aunque el núcleo del MAS fue una tendencia que se forjó aproximadamente en 1967, se instituyó activamente en 197873 bajo el liderazgo del abogado Víctor Sergio Mena como una reacción de rechazo a los dirigentes exiliados (o autoexiliados) a los que consideraban ‘generales de la derrota’. Otra de sus máximas fue que la dirección debía estar en el país, por ello, criticaron férreamente al SE, especialmente a Altamirano y a Almeyda-Calderón74. Además, no reconocieron a la DI a quienes llamaba ‘los cooptados’ y tampoco comulgaron con la CNR a quienes consideraba pro-miristas75.
Desde el punto de vista ideológico, se definieron bajo un “marxismo enriquecido” (no leninista), con fuerte apego al programa de 1947, patrocinaron un socialismo de raíz nacional y latinoamericanista de “fisonomía propia e independiente” ante las internacionales76, se opusieron a los influjos ‘exógenos’ del socialismo (léase trotskismo, pro-chinos o pro-cubanos) y a favor de la profundización democrática interna. Elaboraron un documento base, llamado ‘De la dialéctica de la derrota, a la victoria’ donde señalaron que “los postulados teóricos (por ejemplo, “el marxismo es una guía para la acción” o “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”) no han servido sino de coartadas a los estados mayores de los partidos de izquierda”77. Desde la perspectiva de las alianzas, apoyaron un acuerdo con las fuerzas de oposición, incluida la DC, y miraron con recelo las posturas insurreccionales y especialmente a las políticas del PCCh. Otro de los conceptos en los que trabajaron fue la idea de ‘unidad y recuperación’ del partido (de allí su afinidad con el MR) para reposicionar su “contenido humanista y democrático”78. Por ello, apelaron a los viejos cuadros y exparlamentarios que habían dejado la vida partidista tras el golpe de Estado o a razón de las disputas faccionales. Sus llamados fueron a mantener la “vigencia histórica”, “recuperar el perfil del socialismo chileno”, admitir el apoyo de partidos europeos de corte “laborista o socialdemócratas” y lo más trascendental, interrogarse sobre cómo se entiende el socialismo chileno en relación con la democracia, vigencia de la dictadura del proletariado o la factibilidad de un partido de corte leninista79. Es decir, fue un sector que puso la discusión ideológica sobre la mesa.
El MAS, aunque se sumó al efímero proyecto de la Convergencia 19 de abril, se retiró prematuramente en oposición al apoyo brindado por las otras facciones (Consenso, Humanistas y MR) a Altamirano80. Una de sus principales representaciones en el exilio fue Berlín (RFA)81 en donde erigieron la Iniciativa Regional Europa y en Chile crearon la Comisión Nacional Ejecutiva (como instancias burocráticas) para hacerse representar en los encuentros convergentes o ante el resto de las orgánicas. En cuanto al reconocimiento entre sus pares fue evidente aquello, al punto que, en la tarea unitaria, trabajaron conjuntamente con el MR y, especialmente, con la USOPO, con quienes firmó, además, varios documentos. El MAS recalcó que detentaba un importante apoyo entre los exparlamentarios, tanto por su causa como por su trabajo unitario82. Aunque su apoyo en la juventud fue exiguo, Sebastián Jans especifica que tuvo especial influencia entre los exdirigentes sindicales del interior. A través de los documentos consultados y revistas propias, podemos observar que su estabilidad temporal va desde 1978 hasta 1984. Precisamente, en la instancia unitaria del CPUS de aquel año, el MAS finalmente se restó y se sumó al naciente PS-Mandujano, es decir, siguió evolucionando bajo el paraguas de lo que ellos consideraban de ‘origen histórico’ y con cierta inclinación socialdemócrata. En este interregno de divisiones y disputas, el MAS finalmente se diluye al interior del mandujanismo. Aunque no se percibe un apoyo masivo en la base, esta facción si logró desarrollar diversas variables faccionales que permiten considerarla como tal, es decir, desde organizar una estructura interna, pasando por el debido reconocimiento de sus pares hasta defender un cuerpo de ideas políticas visibles.
Quiebres internos: En 1984 el MAS se difuminó entre quienes se integraron (sector minoritario) al PS-Briones y quienes priorizaron reunirse junto a los socialistas históricos que encabezaba Manuel Mandujano. Su líder, Víctor Sergio Mena, acudió al encuentro de esta última facción.
Órganos de difusión: Boletín Informativo (Regional Europa) y revistas El Socialista y Socialistas a Luchar (en conjunto con la USP).
Continuidad: MAS - CEP-CPUS - PS-Briones y PS-Mandujano.
Los Suizos (1979-84)83
Principales dirigentes (en distintas etapas): Ricardo Lagos Escobar, Heraldo Muñoz, Eduardo Ortiz, Enzo Falleto, Eduardo Trabucco, Manuel Antonio Garretón.
Reseña política: Se destacaron por realizar y participar en diversas actividades intelectuales y académicas84, tanto en Chile como en el exilio, sobre el pensamiento socialista. La prensa de la época los consideraba “básicamente profesionales socialistas que pretenden ejercer un liderazgo intelectual para lograr la reagrupación del socialismo”85. Apostaron por proyectar y consolidar el proceso de la renovación al amplio campo de la izquierda chilena y fueron determinantes para desarrollar la CS, transformándose en el nexo entre socialistas históricos y cristianos/emergentes y, además, mantuvieron relaciones privilegiadas con el centro político (entiéndase PR y DC). Cuantitativamente este sector fue muy minoritario, pero tuvo una gran influencia entre las tesis y actividades de los renovados. Fueron cercanos al sector de Altamirano y, por ello, participaron en el CEP y CPUS, posteriormente integraron el PS-Briones y así sucesivamente (PS-Núñez, PS-Arrate). Desde el punto vista ideológico, su objetivo fue que el PS abandonará su línea leninista y revolucionaria del pasado reciente y se definiera como una organización abiertamente socialdemócrata. Así mismo, apoyaron tempranamente la opción de una salida negociada con la dictadura y rechazaron de plano la perspectiva insurreccional. En la vorágine del PS-Briones (y los sucesivos líderes), Los Suizos adquirieron poder e influencia en el desarrollo del partido reunificado a tal punto que uno de ellos se transformó posteriormente en presidente de la república. Su lema ideológico, en un principio, fue cercano al axioma, rescate y renovación, pero posteriormente sus interpretaciones fueron más cercanas a lo que sus críticos denominaron la ‘postrenovación’ y la ‘ultrarenovación’.
El desarrollo faccional de este sector es más débil y menos institucionalizado en comparación con los grupos que hemos reseñado hasta ahora. Por ejemplo, no se encontró una estructura organizativa estable, tampoco documentos o revistas propias y el número de miembros fue realmente escaso. Sin embargo, compartían objetivos claros, tenían un trasfondo ideológico muy definido, efectivamente fueron reconocidos por los otros grupos, firmaron documentos en conjunto (bajo el nombre Los Suizos) y a pesar de sus escasos miembros fueron muy influyentes y sus líderes altamente visibles. Lo que no tuvieron, repetimos, fue una estructura burocrática, es decir, en términos comparados con las otras facciones eran de menor envergadura, pero si nos delimitamos a las definiciones acotadas al comienzo, entonces, este sector cuenta con algunos rasgos importantes para ser considerado como facción. En el peor de los casos, y en un sentido estricto, podemos definir a este grupo como una tendencia que se dedicó, por cierto, a la reunificación del partido bajo un lente revisionista persistente y, en gran medida, eficaz.
Quiebres internos: No se advierten.
Órganos de difusión: No se advierten.
Continuidad orgánica: Los Suizos - CEP-CPUS - PS-Briones.
Unión Socialista Popular (USOPO o USP) (1978-89)86
Principales dirigentes (en distintas etapas): Raúl Ampuero87, Juan Reyes, Eduardo Osorio, Miguel Zepeda y Ramón Silva Ulloa.
Reseña política: Aunque se constituyeron oficialmente como orgánica en 1967, reaparecieron -bajo el liderazgo de Ramón Silva Ulloa- a finales de los años setenta para reimpulsar las características del socialismo chileno al alero de la incipiente renovación. Participaron desde finales de los setenta en la reunificación del partido, en consonancia con la facción MAS y con todos aquellos grupos que apelaban al rescate de un socialismo humanista y democrático, de influjo marxista (crítico), mas no leninista, latinoamericanista, no alineado a las internacionales ni al PCCh. Para ello concurrieron al CEP y CPUS, sin embargo, en esta ardua tarea de reconstrucción, la facción sufrió una división que mermó su ya escasa capacidad de influencia.
No se ha podido establecer con certeza qué nivel de burocracia partidista lograron plasmar o la regularidad de sus actividades faccionales. Sus documentos, por el momento son más bien escasos y la mayoría asoman en revistas (principalmente declaraciones) bajo la firma conjunta con la facción MAS. Igualmente, USOPO compartió con el MAS una Secretaria General en Chile y una Comisión Exterior Europa, así como una revista compartida. Contó con líderes visibles en la interna partidista y es posible advertir un cuerpo ideológico mínimo (de hecho, aquello fue motivo del único quiebre advertido), intereses comunes entre sus miembros y gozó del reconocimiento de sus pares, principalmente entre las facciones que se definieron del ‘tronco histórico’. Su trabajo político con estos grupos socialistas de desarrolló mayormente tras el quiebre de 1979 y se fue diluyendo tras el CPUS. En este sentido, Los Suizos y USP aparecen como los grupos menos estructurados en un sentido estricto.
Quiebres internos: Su máxima figura, el exsenador Ramón Silva Ulloa, se marginó con sus seguidores del CPUS y se integró a la centrista Alianza Democrática junto a la DC. Por su parte, el dirigente Juan Reyes y el resto de la USOPO decidieron integrarse activamente al CPUS. Posteriormente, éste último sector, se integró al PS-Briones en 1984 bajo el influjo renovador. Silva Ulloa y su grupo continuaron utilizando la sigla USOPO y finalmente se integraron a la Concertación con una influencia muy menor en la contingencia política partidista88.
Órganos de difusión: revista Socialistas a Luchar (editada en conjunto con el MAS).
Continuidad: USOPO - CEP-CPUS - PS-Briones y otro sector continúo bajo USOPO.
Humanistas Socialistas (1975-84)89
Principales dirigentes (en distintas etapas): Aniceto Rodríguez, Manuel Mandujano, Francisco Pizarro, Manuel Sepúlveda, Alfredo Molina, Antonio Tavolari90, Rolando Caicedo, Lautaro Videla.
Reseña política: Aunque venían reuniéndose como tendencia desde finales de los años sesenta para contrarrestar el influjo de las corrientes leninistas y trotskista, se consolidaron como facción tras el golpe de Estado. En el exilio venezolano, desde donde trabajaron bajo el amparo del exsecretario general, Aniceto Rodríguez (y en sintonía con Mandujano), crearon lo que denominaron el “bastión del exilio en defensa del partido” con el apoyo del partido venezolano Acción Democrática. Se opusieron férreamente a los intentos “liquidacionistas” de la DI y a todo lo relacionado con los Elenos o la CNR. Así mismo, rechazaron los intentos hegemónicos de los altamiranistas91 tras el quiebre de 1979 y no concurrieron al Congreso de París.
Desde el punto de vista ideológico se proclamaron a favor de un socialismo democrático, humanista, con sello nacional y latinoamericanista, muy en la línea de lo que llamaron el tronco histórico. Como especificaron, el objetivo de la facción fue “continuar defendiendo el contenido democrático, humanista y libertario del socialismo chileno”92. Abogaron, así mismo, por su autonomía frente al MCI y, por ello, rechazaron el influjo y el trabajo formativo en la militancia de los almeydistas-elenos93. Al igual que el resto de las facciones se sintieron llamados a liderar el proceso unitario: “La recuperación socialista, orgánica y política, pasa necesariamente por la participación efectiva de nuestra Tendencia Histórica, Democrática y Humanista, con profundas raíces en la base militante del Partido en Chile y con suficiente personería para hacer de interlocutores válidos”94. Si bien su fundamentación política estaba cimentada en el Programa de 1947, consideraban necesario adecuarlo a las nuevas aportaciones (Willy Brandt) y enfocarlo en el “renacer del contenido democrático y humanista del socialismo”95. Tras la idea de que la dirección del partido debía estar en Chile (y no en algún “satélite del exilio”) participaron en todas aquellas instancias y comités de unidad, algunos de los cuales actuaron en conjunto con la facción Consenso96, al punto que realizaron un “Congreso del exilio Europa-América” donde incluso eligieron cargos unipersonales y una dirección exterior97. En cuanto a sus líderes, la mayoría de ellos contaba con visibilidad interna y algunos de ellos en el ámbito de la izquierda chilena.
En lo interno, Rodríguez ostentó el cargo de Secretario Ejecutivo Exterior (es decir, también contaron con una burocracia interna mínima) y se dieron el trabajo de realizar tres ‘congresos’ (1976/78/80) con participación de otros grupos e incluso con dirigentes de otras vertientes socialistas como de la IC98. Por tanto, además de contar con objetivos y una base ideológica estable y visible, se abocaron a desarrollar actividades internas y externas (el encuentro de Colonia Tovar es el caso más emblemático). Se dieron el trabajo de editar diversos documentos, pero no se ha podido identificar revistas o boletines regulares propios. Paralelamente, comenzaron a estrechar lazos con los renovados en el exilio y dieron legitimidad a la reagrupación bajo la coordinación del CPUS como lo demuestra el documento de Bremen de 198399. En el transcurso del proceso unitario, esta facción se dividió en 1984: un grupo se incorporó al PS-Briones y el otro al PS-Mandujano, dirigente con el cual venían interactuando desde finales de los años setenta100. Como podemos ver, esta facción contó con diversas características que la ponen derechamente como un grupo que desarrolló actividad faccional en los ochenta tanto a nivel autónomo como colectivo (con otras facciones o partidos).
Quiebres internos: En 1984 se marginaron del naciente PS-Briones e inmediatamente el grueso de este grupo se unió al también nuevo PS-Mandujano. El Regional Venezuela o Caracas (con Rodríguez a la cabeza) mantuvo nexos con el mandujanismo.
Órganos de difusión: Revista y Ediciones Nuevos Rumbos.
Continuidad: Tendencia Humanista - CEP-CPUS - PS-Briones y PS-Mandujano.
PS-Mandujano (1984-89)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Manuel Mandujano, Manuel Dinamarca, Víctor Sergio Mena, Luis Herrera, Iván Rojas, Sergio Navarrete, Eduardo Osorio, Edmundo Sepúlveda, Héctor Fouquet, Germán Pérez.
Reseña política: Esta facción surgió en mayo de 1984 a partir de las diferencias que emanaron en el intento por conformar un PS reunificado (derivado del CPUS). En torno a esta facción, se agruparon sectores socialistas históricos, provenientes de otras facciones como el MAS, Humanistas Socialistas y especialmente de la facción Consenso. Tuvo arraigo en sectores profesionales medios y asociaciones como la Brigada de exparlamentarios Socialistas101. En lo ideológico, aunque apostaron por la renovación, intentaron paralelamente restablecer los “viejos lineamientos histórico básicos”, es decir, rescatar los principios estipulados en 1933 y el programa de 1947. Fue propio del mandujanismo la idea de un socialismo “autónomo”, “nacional”, “democrático” y “americanista”. Se mostraron reticentes a las concepciones abiertamente socialdemócratas que impulsaba, según ellos, Altamirano y Los Suizos. No rechazaron de plano el marxismo, pero definieron a la democracia como eje del desarrollo político-ideológico del partido y del proyecto nacional y se declararon no alineados102 y profundamente latinoamericanista. Aunque fueron partidarios de incluir a las nuevas corrientes socialistas cristianas/emergentes, especificaron que primero debía “concretarse la unidad básica de los sectores que tiene su raíz en el tronco histórico del PS, porque ella será la mejor garantía para asegurar la continuidad vital del socialismo chileno”103. Esto último fue una de sus grandes preocupaciones. Y en cuanto a la política de alianzas, se manifestaron por la autonomía ante la AD (hegemonizada por la DC) y el MDP104 y apoyaron una negociación pactada con la dictadura, pero con apoyo de la movilización social.
Desde el punto de vista orgánico, lograron estructurar un CC, una COPOL y diversos comités regionales a lo largo del país, los cuales desarrollaron plenos y reuniones varias. Además, contaron con un Departamento Nacional Sindical y una rama juvenil, la Federación Juvenil Socialista (FJS). En el exilio, tuvieron apoyo de seccionales de Europa como en la RFA a través de dirigentes como Víctor Morchio o Héctor Arévalo. Su reconocimiento fue amplio no solo en el PS, sino que también en la izquierda, principalmente por contar con apoyo en la base, antiguos cuadros y una estructura no menor. Todo lo anterior, demuestra el nivel organizativo que logró la facción en poco tiempo, sin embargo, la estabilidad temporal supo de altos y bajos, incluidos un par de quiebres. Igualmente, Mandujano y una parte menor de la facción (más antiguos militantes del MAS) se mantuvieron en pie -cada vez con menor protagonismo- hasta finales de la década. Finalmente, el PS-Mandujano se sumó a la reunificación del PS en junio 1990105.
Quiebres internos: Esta facción sufrió dos escisiones importantes. La primera ocurrió en un pleno de 1985 cuando el sector que encabezaba Juan Gutiérrez decidió crear otra facción (PS-Histórico). La segunda, se materializó cuando una corriente -en la que destacaba el dirigente Manuel Dinamarca- decidió integrarse al PS-Núñez (1987)106.
Órganos de difusión: Boletín PS.
Continuidad: PS-Mandujano - PS-Núñez y otros mantuvieron el PS-Mandujano - PSCh (reunificado).
PS-Histórico (1985-90)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Juan Gutiérrez, Alberto Cabezas, Camilo Quezada, Dagoberto Sánchez, Nelson Soto, Juan Sepúlveda, Fernando Pérez, Carlos Moya, Ulises Pérez.
Reseña política: En noviembre de 1985 la antigua facción Consenso se retiró del PS-Mandujano -al no sentirse interpretados por las resoluciones en uno de sus plenos- y creó, a través de un pleno constitutivo, la facción PS-Histórico. En lo político-ideológico, siguieron su línea de antaño, es decir, aceptaron al marxismo como marco ideológico, pero siempre enriquecido por el devenir histórico, abogaron por la democracia como régimen político, como eje del desarrollo intrapartidista y como proyecto ideal del socialismo y se declararon latinoamericanista y autónomos de los bloques ideológicos. Su estructura orgánica fue amplia no solo en la capital, sino que también abarcó a las principales ciudades del país. Lograron establecer cargos unipersonales, un CC y una COPOL, una rama juvenil y desarrollaron varios plenos. En el exilio contaron con apoyo en países como Suecia, Francia, Canadá y Venezuela. Aunque el PS-H participó de la efímera IU, no apoyó la estrategia insurreccional y, por el contrario, se decantó por una negociación pactada107 muy cercana a la opción del PS-Núñez.
No fueron proclives al influjo del PCCh ni de los movimientos de corte revolucionario y desecharon de plano participar en el MDP (es más, abogó constantemente por su disolución). En mayo de 1988, se alinearon al interior de la Concertación por el No, decisión que generó problemas internos no menores108, posteriores quiebres y una posición más reticente frente al evento plebiscitario, aunque posteriormente se integraron a la Concertación. Finalmente, participaron en la reunificación y en julio de 1990109 -meses antes del Congreso de Unidad- convergieron junto al recién reunificado PSCh. Su reconocimiento fue evidente tanto al interior de los socialistas como en la izquierda chilena, sin embargo, al igual que el PS-Mandujano, su estabilidad se vio afectada por los quiebres internos. En cuanto a sus líderes, su visibilidad no fue tan potente, aun cuando algunos de ellos, lograron trascender en la prensa nacional. Aunque su producción en cuanto órganos de difusión no fue particularmente prolífica, si contaron con medios, incluso en el exilio, y fueron muy activos a la hora de posicionar su línea en los medios de contingencia.
Quiebres internos: A un mes del plebiscito, un contingente encabezados por dirigentes del CC, la COPOL y de la juventud (FJS) decidieron adherir al PS-Almeyda. Otro sector hizo lo propio en agosto de 1989 al interior del PS-Núñez110. Ambos quiebres terminaron por debilitar al PS-H en víspera de la reinauguración democrática del país.
Órganos de difusión: revistas Arauco y Nosotros los Socialistas (nacional y europea).
Continuidad: PS-Histórico - Quiebres: PS-Almeyda, PS-Núñez y otros continuaron con la facción - PSCh (reunificado).
PS-Dirección Colectiva (PS-DC) (1985- en torno a 1990)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Eduardo Gutiérrez, Lautaro Labbé, Nicolás García, Luis Espinoza, Marco Antonio Valle.
Reseña política: Conformado básicamente por el sector Los Comandantes quienes se habían escindido del PS-Almeyda. Respecto a su plataforma ideológica, fueron eminentemente marxista-leninista, muy recelosos de los sectores socialdemócratas o renovados y de todas aquellas propuestas de convergencia del área socialista. En cuanto a las alianzas, rechazaron acuerdos estratégicos con el centro político111, legitimaron el uso de la fuerza con perspectiva insurreccional para acabar con Pinochet y concibieron la construcción de un proyecto socialista a través de una “revolución democrático popular”. Por ello, en 1987 apoyaron, por ejemplo, la formación de un polo revolucionario, llamado la Mesa de los Seis112, la cual tuvo escasa injerencia. Se mostraron contrarios a la inscripción en los registros electorales y en reiteradas ocasiones llamaron a no participar en el plebiscito113.
Aunque contaron con un apoyo destacado en la base socialista114, la ruptura con el almeydismo significó una merma no menor en sus filas, ya que su militancia poco a poco fue retornando al tronco ‘original’. “La propia cultura militante leninista les jugó en contra, y los militantes mayoritariamente siguieron a la dirección oficial. Por otro lado, el hecho de romper con uno de los dos PS más reconocidos internacionalmente les significó perder valiosos apoyos en recursos provenientes de la solidaridad internacional”115. A pesar de ello, contaron con soporte en el mundo poblacional y juvenil, al punto que levantaron una rama juvenil autónoma (Juventud PS-DC). La prensa de la época destacó también su influencia en el mundo dirigencial mapuche (principalmente en la organización Ad Mapu). Contaron con una dirección interna, es decir, lograron levantar una burocracia faccional, la cual les permitió mantener una temporalidad estable. Respecto a sus liderazgos, fueron más bien conocidos en la interna del PS y en las agrupaciones de corte más radicalizados. Consiguieron redes de apoyo en el exilio (incluido apoyo financiero) y editaron revistas y boletines en Chile. Su línea política, aunque con el tiempo fue decayendo en apoyo, se tornó bastante visible y fueron particularmente audaces para lograr notoriedad en la prensa nacional y en las actividades políticas (mítines, celebraciones, manifestaciones, etc.).
En junio de 1988 comenzaron a trabajar en un congreso extraordinario en conjunto con la alicaída CNR, evento que vino a sellar un trabajo unitario que había comenzado en octubre de 1986116. Tras el plebiscito, este sector perdió injerencia y vio disminuido su apoyo en la base. Finalmente, con el retorno de la democracia, el PS-DC se sumó al PS reunificado.
Quiebres internos: Posterior a su V pleno (1987) un sector unitario de la facción planteó una línea de “síntesis parciales” para reunificarse, en un plazo mayor, con el PS-Almeyda, esfuerzo que fue seguido por un sector del PS-Salvador Allende. Debido a lo anterior, ambos sectores aludidos, crearon el PS por la Reunificación (PS-R), órgano transitorio que tuvo como meta reinsertarse en el almeydismo, hecho que se materializó en septiembre de 1987117.
Órganos de difusión: revistas Unidad y Lucha para Vencer y El Insurgente.
Continuidad: PS-DC- PS-Reunificación y otros mantuvieron el PS-DC - PS-Almeyda.
PS-Salvador Allende (PS-SA) (1983- en torno a 1990)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Robinson Pérez, Gustavo Ruz, Jaime Durán, Renato Moreau, Juan Carvajal, Juan Pablo Scroggie, Patricio Quiroga, Carlos Godoy Echegoyen, Juan Carlos Gómez Leyton.
Reseña política: Su origen se remonta al PS-Almeyda en el exilio, cuando el dirigente Robinson Pérez fue expulsado en 1983 y monta en Bruselas una corriente junto a Gustavo Ruz118. “Este grupo logró tener una red de apoyo en el exterior, particularmente en Bélgica (por lo que se le conoció como ‘corriente de Bruselas’) y fueron sancionados bajo acusación de divisionismo e indisciplina”119. Tras aquello -y junto a otros grupos menores, cercanos a Los Comandantes- realizaron un trabajo al interior de Chile, el cual rindió frutos en las juventudes universitarias120, poblacionales y en las JS. En el exilio lograron soporte en el seccional sindical del partido, quienes se mostraron en desacato frente a Almeyda y Calderón por lo que ellos consideraban “el fracasado viraje derechista del partido”121. Esta facción se opuso a todas las corrientes internas del PS-Almeyda, ya que estaban preparando, según puntualizaron, un gran viraje hacia el centro, un cambio ideológico, la unidad socialista -pero dentro de los márgenes de la renovación- y una decantación a favor de la negociación con la dictadura122.
Abogaron por la creación de un ‘polo revolucionario’ junto al MIR y vieron en la línea insurreccional una alternativa real. Tuvo cercanía con el PCCh y aquello lo manifestó, por ejemplo, en los apoyos brindados en las elecciones universitarias123. A nivel orgánico levantaron una COPOL y un CC, es decir, lograron entablar una estructura sólida, bajo un soporte ideológico y estratégico muy definido, incluso con una política de alianza visible. Sus principales dirigentes gozaban de reconocimiento en la base y en el resto de las facciones y respecto a su estabilidad, aunque sufrieron un quiebre (1987), continuaron su trabajo político faccional, el cual tuvo mayor relevancia hacia 1988 en torno al plebiscito, principalmente a través de la agitación y propaganda124. En abril de 1989, llamaron a desarrollar un congreso general en el marco de las futuras elecciones generales del país. En la convocatoria especificaron la opción de llevar candidatos independientes dentro del marco de una alternativa netamente de izquierda bajo las banderas democráticas-populares125. Posterior a ello, se diluyeron y, finalmente, decidieron unirse al PSCh reunificado126.
Quiebre internos: En un pleno de 1987, el sector unitario decidió -en conjunto con un sector mayoritario del PS-DC- retornar al PS-Almeyda.
Órganos de difusión: revistas Liberación, Última Hora y Cuadernos de Orientación Socialista (versión). Además, formaron un centro de estudios llamado, Instituto de Estudios Contemporáneos (IEC) que publicó la revista Andes.
Continuidad: PS-SA-PS-Reunificación y otros continuaron con PS-SA - PS-Almeyda.
PS-Unitario (PS-U) (1986-90)
Principales dirigentes (en distintas etapas): Sandra Palestro, Pedro Vuskovic, Pedro Holz, Marcelo Castillo, Pedro Reyes, Andrés Torres, Guillermo Vera.
Reseña política: Es el resultado de la fusión en 1986 (de lo que aún quedaban) de las facciones PS XXIV Congreso-La Chispa y la CNR-Indoamérica, siendo estos últimos quienes lograron mayor hegemonía. Aunque nunca fueron reconocidos como tales, evolucionaron cerca del MDP y, posteriormente, en los bordes de IU. Fueron partidarios de la perspectiva insurreccional tanto para derrocar la dictadura como la forma más viable para la toma del poder. Por ello, llegaron a desarrollar, incluso, las Brigadas de Autodefensa Popular que apostaba por dinamizar un socialismo de corte revolucionario. Criticaron férreamente a las facciones que participaron de la opción negociada, a las que veía bajo una lógica de “inserción de dinámica electoralista”. De allí que su concepción de partido no fue por la simple reunificación o reconstrucción del clásico partido (conocido hasta el 1973), sino bajo una lógica y fuerza distinta, llamada “fuerza socialista estratégica”, la cual debía contener nuevos cuadros formados en la lucha anti-dictatorial y ajeno a las visiones electoralistas o de grupos ideológicos ajenos al socialismo127. Se identificaron con un socialismo autónomo, pero también latinoamericanista-tercermundista y guiados por la teoría revolucionaria. Se definieron marxista, y aunque especificaron que “relevamos especialmente el aporte de Lenin al desarrollo de la teoría de la organización revolucionaria”, asumían el aporte de Trotsky, Mao, Luxemburgo, Gramsci y las experiencias sandinistas y cubana128.
A pesar de algunas escisiones (1987) lograron estructurar una facción de carácter más institucionalizada, incluso con un CC y una COPOL, pero apelando a una dirección colectiva, rechazando los cargos unipersonales. Además, fueron capaces de desarrollar un congreso extraordinario (1988) en el cual establecieron como objetivo, superar las ambigüedades teóricas y las inconsecuencias en la acción política del viejo partido, especificando de paso que la reconstrucción estaba destinada al fracaso por sus (negativas) amplitudes ideológicas históricas129. Su nivel dirigencial no fue menor e incluso sus actividades políticas eran cubiertas por la prensa nacional, sin embargo, su nivel de producción comunicacional interna -por lo consultado hasta el momento- no fue tan prolífica. Por sus planteamientos rupturista frente al plebiscito tuvieron cercanía con las facciones PS-SA y PS-DC y adhirieron al Comando contra el Fraude. Tras el plebiscito y las elecciones del año siguiente, un sector de la facción (otros decidieron no volver a militar) terminó adhiriendo al PSCh reunificado.
Quiebres internos: En abril de 1987, y siguiendo los pasos de otros grupos menores, un sector del PS-U decidió integrarse al PS-Almeyda130. La CNR-Indoamérica continuó con menor trascendencia bajo el timbre faccional PS-U131.
Órganos de difusión: revista Indoamérica.
Continuidad: PS-U - PS-Almeyda y otros continuaron con PS-U - PSCh (reunificado).
Otras facciones132
Entre ellas, podemos destacar al PS-Tendencia Vanguardia (PS-TV), PS por la Reunificación (PS-R), el Movimiento Recuperacionista y el Frente Socialista (que evolucionó como PS-Auténtico y finalmente como PS Chileno en una dirección ideológica francamente peculiar)133. La línea entre estas dos últimas facciones (MR y FS) es difusa, sin embargo, se ha logrado establecer individualmente, y de manera somera, ambas líneas políticas, sus estructuras y continuidad orgánica, medios de difusión, así como sus principales dirigentes. Es menester apuntar, también, al Comité Nacional de Unidad por las Bases (CNUB-PS) (1984/89).
La reunificación del partido
Como podemos apreciar la mayoría de las facciones terminaron sumándose a la reunificación de diciembre de 1989 y participaron en el Congreso de Unidad de 1990, ocasión donde la composición de las listas reflejó un apalancamiento y desdibujamiento de las facciones descritas. Incluso, los grupos que se restaron, finalmente, decidieron unirse al PSCh en los meses y años posteriores. Esta reunificación estuvo determinada por un par de componentes centrales: la renovación socialista que se puso en marcha en los años ochenta y que llevó al viraje de los sectores más radicales hacia nuevas tesis (definición ideológica, tipo de partido, alianzas, etc) y el tipo de salida frente a la dictadura (la negociada por sobre la de tipo insurreccional).
Pero también fue evidente la emergencia de la contingencia (plebiscito y elecciones) y el interés político de la supervivencia (individual y colectiva) plasmado en una disminución o cancelación de la disputa ideológica. Aquello, que algunos llamaron, ‘realismo político’, es decir, aplacar la lucha faccional, aceptar las nuevas tesis políticas o afianzar las nuevas alianzas, fue considerado casi transversalmente como una necesidad (interés) para posicionarse en la transición democrática. Mi intención, en este caso, no es catalogar o analizar si fue efectiva o positiva aquella decisión, si no dejar en claro que las facciones analizadas, casi en su totalidad, aceptaron y trabajaron por la reunificación del partido, tanto porque sus lineamientos ideológicos ya eran, a esas alturas, de baja intensidad (o mucho menor que en los años precedentes) y porque, insisto, primó también la necesidad de poner en marcha un pragmatismo orgánico para que el PSCh jugará un rol determinante en la Concertación. Una convivencia, por cierto, algo forzada pero donde igualmente las líneas políticas de antaño pervivían, evidentemente, bajo otras temáticas, con otros nombres y mixturas (faccionales), con objetivos actualizados y, claro está, con nuevas rencillas internas.
5. Conclusiones
Lo primero será responder nuestras interrogantes. Más allá de los reconocidos almeydistas y altamiranistas, efectivamente existió, durante la década de los ochenta, una serie de grupos que lograron desarrollar una importante actividad faccional. En concreto pudimos identificar más de una docena de facciones claramente organizadas y si a ello le sumamos los grupos menos estructurados o que aún están en etapa de identificación (como los Recuperacionistas, PS-TV, FS, etc) el número aumenta. Es decir, estamos frente un período de faccionalismo en potencia y que supera la simple conclusión de que el socialismo chileno estuvo dividido en dos grandes facciones.
En segundo lugar, podemos concluir que los grupos identificados, casi en su totalidad, deben ser catalogados como facciones, ya que cuentan con cada uno de los elementos definidos para el caso, léase organización interna mínima (incluso con cargos unipersonales, órganos colectivos y bases militantes); reconocimiento de sus pares (y también de otros partidos) y en su mayoría con estabilidad temporal; objetivos comunes; y un cuerpo ideológico distintivo. Es más, muchos de estos grupos contaron con características aún más complejas (institucionalizadas) y, por ende, se acercan al esquema (más estricto) propuesto por Roback y James134. No fueron simples grupos o tendencias vagas que pululaban en busca de prebendas, sino facciones con niveles importantes de autonomía.
Además, se definieron por principios, más que por intereses, es decir, se (auto)convocaron y evolucionaron, en su mayoría, para promover y luchar por ideales y no meramente por utilidad o atendiendo a ‘el poder por el poder’ (que por cierto también existió, pero no fue lo exclusivo). Así, el componente de la disputa ideológica, el afán por influir en la lucha contra la dictadura, conquistar las bases o hegemonizar la línea fue el eje desde donde progresaron estos grupos. Ciertamente, hacia finales de la década, el principio por interés igualmente operó, sobre todo en las cercanías de los compromisos electorales de 1989 y con la reunificación partidista en curso, bajo un pragmatismo unitario y la emergencia por el poder.
Otra característica fue la rigidez orgánica, es decir, la convergencia entre facciones socialistas se dio en menor medida, ya que las diferencias políticas impidieron inyectarle flexibilidad. Hubo acuerdos, pero fueron efímeros. Operó, más bien, un cierto carácter disruptivo que generó escisiones a partir de las propias facciones ‘oficiales’. A modo de ejemplo, la diáspora de la CNR desde 1978 en adelante o el PS-Almeyda (1983) desde donde surgieron grupos de alto poder organizativo. Mismo caso con el altamiranismo (1979), el cual nace como una facción centrífuga que absorbe grupos de influjo ideológicos diversos (trotskistas, humanistas, socialdemócratas, etc), pero que finalmente detonan en nuevos grupos (1980 en adelante). Aquella disrupción fue disminuyendo, precisamente, tras la consolidación de la renovación y la consolidación de la salida negociada, generando el proceso inverso, es decir, los grupos faccionales mejor organizados comienzan a (re)absorber a grupos a la baja. A modo de ejemplo, el PS-Almeyda acoge a La Chispa, a una parte de la CNR y de Los Comandantes o el PS-Renovado que aloja a los Recuperacionistas, parte del PS-H o a los Mandujanistas, entre otros. Sin duda, un tema en el que habrá que seguir indagando.
Respecto a conclusiones de índole más particular, es menester concluir que el PS-Almeyda no fue aquella facción uniforme que suele señalarse y tampoco fue particularmente disciplinada al liderazgo de Clodomiro Almeyda, ya que en su interior emanaron cerca de cinco tendencias claramente identificadas, dos de las cuales, incluso, dieron pie a facciones autónomas. Y, por cierto, aquellos quiebres se dieron por diferencias en la línea, temas ideológicos y visiones opuestas frente a la coyuntura dictatorial. En este sentido, fueron los renovados de Altamirano, Arrate y Núñez -una vez desprendidos de los grupos más radicalizados- quienes mostraron menos vicisitudes y mayor grado de homogenización faccional, cuestión que les sirvió para posicionarse de mejor forma a la hora de la reunificación partidista.
Del total de grupos identificados sólo Los Suizos carecieron de una estructura interna identificable o estabilidad, aproximándose más a lo que hemos catalogado como una tendencia. Sin embargo, si atendemos a las definiciones clásicas y no aplicamos las categorías rígidas señaladas al comienzo, este grupo se ajusta igualmente a una facción, ya que fue reconocida como tal, contó con líderes visibles, se reunió bajo objetivos comunes y defendió un cuerpo ideológico muy concreto (renovación) y que, por cierto, logró que se tornara hegemónico a través del tiempo.
Respecto a la CNR es particularmente evidente como las duras riñas internas socavaron su rol faccional a pesar de que un principio (años 70) fue uno de los grupos mejor organizados, con gran autonomía, base militante y una producción comunicacional/informativa destacada. Por otra parte, el caso de la CNR -especialmente la CNR COPOL-DN- es pertinente para sopesar (y seguir profundizando) en otros dos aspectos que terminaron difuminando su inicial relevancia y estabilidad: su aislamiento en la unidad socialista que mermó, de paso, su influencia y visibilidad faccional y, por otro lado, la represión e infiltración sufrida por los aparatos de seguridad de la dictadura. Todos estos hechos (disputas internas, aislamiento y represión) terminaron, a la postre, afectando dramáticamente su rol hacia el retorno de la democracia. Por ende, será menester, en un segundo estudio, sopesar en profundidad -con las variables identificadas anteriormente- cómo la CNR pasó de ser una facción con rasgos de autonomía, burocracia y apoyo, a un grupo más bien irrelevante en la interna del partido y en la izquierda.
Respecto al altamiranismo, tras 1979, actuó como una facción atomizada y, por ello, al poco andar los grupos convocados terminaron formando facciones autónomas. En este contexto, La Chispa fue la facción mejor organizada entre quienes participaron del Congreso de París (1980) y fueron ellos quienes impusieron los votos y las tesis en dicho evento y, además, gozaron de una mayor legitimidad en la base socialista, logrando desarrollar, por ejemplo, actividades de agitación y propaganda de alto impacto hasta mediados de la década. Aquella hegemonía, como pudimos comprobar, no incumbió en un principio al altamiranismo, sin embargo, fueron estos últimos quienes lograron imponer la línea y liderar la reunificación en 1989/90, bajo el signo de la renovación y la salida negociada.
Relacionado a ello, hubo otras facciones que, si bien no han tenido toda la atención necesaria, si llegaron a jugar un rol faccional destacado. Me refiero a las facciones afines al ‘tronco histórico’ como el MAS, Humanistas, PS-Mandujano o PS-Histórico (ex Consenso). Su apoyo en la base no fue menor y gozaron de legitimidad entre antiguos y respetados cuadros, dirigentes y exparlamentarios y en todas estas facciones fue evidente su grado de autonomía, liderazgos e importantes dosis de organización interna. Estas facciones compartieron un tema trascendental para la época, lo que ellos denominaron la defensa y reconstrucción del socialismo histórico o fundacional. Esta fue la clave que los aglutinó y diferenció frente al resto y, por ello, cuando sintieron amenazada su identidad, reaccionaron unidos y se opusieron a aquellas apuestas renovadas que abjuraban del acervo histórico del partido y aceptaban los beneficios de la democracia liberal y la economía social de mercado (entiéndase Los Suizos, socialistas MAPUs, exmiristas renovados, etc). Un ejemplo claro fue en 1984 cuando brindaron su apoyo a Mandujano en desmedro de Briones y los renovados. Pero las reticencias para este amplio sector, también fue en contra de los influjos revolucionarios de corte leninista o guevaristas y de las corrientes más radicalizadas del almeydismo (entiéndase Elenos, Comandantes, Bruselas, etc). Por tanto, no hubo solo diferencias globales entre renovados y no renovados, sino también entre socialistas históricos y socialistas de nuevo cuño (nacidos en la dictadura o provenientes de otras orgánicas del área socialista).
Finalmente, podemos concluir que las facciones más radicalizadas (como el PS-DC, PS-SA o CNR), aunque lograron entablar una estructura faccional en toda regla a mediados de la década, terminaron deslegitimadas y perdieron influencia post plebiscito, quedando en los márgenes de la reunificación, bajo un discurso anacrónico frente a la militancia. No les quedó más que sumarse al tronco reunificado en los albores de la democracia. En futuras investigaciones será menester adentrarse en estas facciones de ‘origen’ almeydistas, ya que como apuntamos, le disputaron, en algún momento, la hegemonía de la militancia, se institucionalizaron orgánicamente, pero no han sido atendidos mayormente en los estudios.
Como último punto general, quisiera volver a destacar dos cuestiones. En primer lugar, señalar que las posiciones adoptadas por las facciones frente al proceso de la renovación y al tipo lucha contra la dictadura fueron dos de las temáticas más importantes que cruzaron, definieron y, sobre todo, diferenciaron el desarrollo de estos grupos políticos en los años ochenta135. Y, en segundo lugar, subrayar que el período descrito puede ser considerado, sin duda alguna, como el de mayor actividad faccional formal en la historia del PSCh, tanto por la cantidad de grupos identificados como por el nivel faccional desarrollado. Si bien es posible identificar quiebres faccionales en décadas anteriores (principalmente en los años 40) e incluso una importante presencia de facciones, lotes o corrientes en la actualidad (Terceristas, Nueva Izquierda, Colectivo de Identidad Socialista, Izquierda Socialista, Renovación, entre otras), el nivel organizativo en los años ochenta es particularmente dinámico, potente y definido por un componente eminentemente ideológico. Esto es importante de apuntar en términos comparados, ya que como resalta el estudio de Gamboa y Salcedo, las facciones socialistas durante la postdictadura no se han diferenciado por cuestiones ideológicas, sino más bien por temas estratégicos y tácticos.
Agradecimientos
Quiero agradecer los comentarios y sugerencias de los académicos Edison Ortiz y Mariana Perry.
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Notas
1 Por tratarse de un tema con diversas nominaciones se ha incluido, al final del artículo, un índice de siglas para facilitar su compresión.
2A modo de ejemplo, la facción MAS ha sido desglosada de diferentes maneras: Movimiento al Socialismo o Movimiento de Acción Sindical. Sin embargo, podemos corroborar que el nombre correcto es: Movimiento de Acción Socialista. Cfr. Revista Socialistas a luchar (Comisión Exterior de Europa) y revista El Socialista. A nivel general, la confusión es comprensible, ya que algunas facciones se disputaban el timbre (ocurrió con el PS XXIV Congreso). En otras, existió una dualidad de nombres, ya que la prensa o las facciones disidentes las apodaban por el nombre de la revista oficial (ocurrió con las facciones La Chispa o Álzate Chile).
3Austin Ranney y Willmoore Kendall, Democracy and the American Party System, New York, Harcourt, Brace and Company, 1956.
4Raphael Zariski, “Party Factions and Comparative Politics: Some Preliminary Observations”, Midwest Journal of Political Science 4 (1), 1960, p. 33.
5Joseph L. Nyomarkay, “Factionalism in the National Socialist German Workers' Party, 1925-26: The Myth and Reality of the Northern Faction", Political Science Quarterly, No. 1, Vol. 80, 1965, pp. 22-47.
6Frank Belloni y Dennis Beller, Faction politics: political parties and factionalism in comparative perspective, Santa Barbara, American Bibliographical Center-Clio Press, 1978.
7Richard Rose, “Parties, Factions and Tendencies in Britain”, Political Studies, Vol. 12, 1964. Destaca, además, que las facciones (caracterizadas por poseer líderes, redes de comunicación, recursos, pugnan por cuotas de poder y correlación ideológica) cuentan con cohesión y disciplina (a diferencia de las tendencias), p. 37.
8Stefano Bartolini, "Partidos y sistemas de partidos", en Gianfranco Pasquino (et al), Manual de Ciencia Política, Madrid, Alianza, 1993, pp. 217-264.
11José Vilas, “La organización de los partidos políticos (II)”, en Manuel Mella Márquez (Ed), Curso de partidos políticos, Madrid, Akal Ediciones, 2003, p. 94.
12Ricardo Gamboa y Rodrigo Salcedo, “El Faccionalismo en el Partido Socialistas de Chile (1990-2006): Características y efectos políticos en sus procesos de toma de decisión”, Ciencia Política, Vol. 29 (3), 2009, p. 672.
13Roback y James entienden -bajo una enunciación más compleja- a una facción a partir de siete elementos: que sus participantes compartan objetivos; exista una estructura; cuenten con asesoría (actividades-movilizaciones); perdure en el tiempo; tengan redes y órganos de comunicación; disfrute de incentivos para sus miembros; y que un cuerpo ideológico esté detrás de la facción. Ciertamente, una conceptualización mucho más completa, pero que aun así se asemeja bastante al desarrollo de las facciones socialistas en Chile. Citado en: Gamboa y Salcedo, op. cit., p. 670.
14Víctor Muñoz, “El Partido Socialista de Chile y la presente cultura de facciones. Un enfoque histórico generacional (1973-2015)”, Izquierdas nº 26, Santiago, 2016, p. 5.
15A finales de los años 60’ se creó al interior del PSCh la ‘Organa’, grupo clandestino con instrucción político-militar (que tuvo como base cuadros campesinos instruidos en Cuba y con gran influencia entre los jóvenes) y aupados por la revolución cubana. Los ‘Elenos’ fueron la corriente insurreccionalista del partido y la sección ‘oficial’ del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Chile y brindaron apoyo a la guerrillera del ‘Che’ Guevara en Bolivia. “Con un ideario común y las mismas fuentes de reclutamiento, la ‘Organa’ y el ELN se comunican y juntan en la acción, hasta que a fines del año 69 se unifican en una organización común”. PSCh, “El ELN dentro del PSCh” consultado en https://psdechile.webnode.es/documentos-historicos/los-elenos-dentro-del-ps/ (acceso 09 abril 2020).
16La DI -a pesar del criticado método de cooptación y la supuesta exclusión de miembros del CC que no eran favorables al Documento de Marzo- contó con importantes dosis de legitimidad de Altamirano (hasta antes del quiebre), Almeyda, una parte del SE y un sector de la UP.
17Véase: Mauricio Rojas Casimiro, “La evolución política del Partido Socialista de Chile durante la primera parte de la dictadura (1973-1979)”, Divergencia nº 5 (año 3), enero-julio 2014, pp. 9-34.
18Se refiere a quienes se identificaban con la visión del senador y exsecretario general del partido, Raúl Ampuero.
19Sebastián Jans, La insurgencia social contra Pinochet, 2003, consultado en https://www.geocities.ws/sebastianjans/insur.htm (acceso 12 julio 2019).
20Intentamos contrastar, con diversas fuentes, los dirigentes de cada facción. Por otro lado, algunos dirigentes fueron variando de sectores.
21El Comité de Enlace Permanente (CEP) y el Comité Político de Unidad Socialista (CPUS) fueron dos instancias que, a comienzo de los años ochenta, intentaron reagrupar al área socialista bajo el influjo de la renovación y la convergencia.
23Véase: Víctor Muñoz, “Militancia, facciones y juventud en el Partido Socialista Almeyda (1979-1990)”, Izquierdas nº 37, Santiago, 2017, p. 242. “El propio Manuel Almeyda se sumó a la “rebelión” contra su hermano, y Clodomiro tuvo que ceder a la línea política que impusieron los terceristas y los comandantes”. Es particularmente sugerente los comentarios que contextualizan la situación en voz de Germán Correa y Pérez de Arce.
24El Tercerismo como facción institucionalizada (y más alejada del almeydismo) se consolida en vísperas de la primera elección interna de 1990, “haciendo un puente entre renovados y el Camilismo (conocidos como la Franja). También se les llamó los ‘Cascos Azules’ en referencia a la ONU”. Conversaciones con Edison Ortiz.
25Algunos artículos de la época los denominaron “almeydistas unitarios”. Esta tendencia fue potenciada, además, por dirigentes como Ramón Montes, Augusto Jiménez, Carlos Briones o el exdiputado Víctor Barberis Yoris.
27Véase los documentos, Síntesis de un conflicto: dos facetas de la reunificación socialista, Santiago, octubre 1983, firmado por el sector pro-renovación y la respuesta inmediata del PS-Bruselas, Frente Interno-CC Exterior PSCh, Notas aclaratorias del documento dos facetas de la reunificación socialista, octubre 1983.
28Según el investigador Edison Ortiz, el quiebre se produjo cuando Pérez puso de manifiesto los desafíos de la perspectiva insurreccional en las páginas de Cuadernos de Orientación Socialista (nº 13), bajo el seudónimo de Alejandro Cifuentes. Edison Ortiz, “Robinson Pérez, el último guerrillero”, El Mostrador, noviembre 2013, consultado en https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2013/11/29/robinson-perez-el-ultimo-guerrillero/ (acceso 16 mayo 2019).
29Cuadernos de Orientación Socialista, nº 16, pp. 19-28 (versión PS-Bruselas). Las reflexiones corresponden a un artículo escrito por Gustavo Ruz, denominado. “Una salida democrática para nuestra crisis”.
30Tras el quiebre del almeydismo hubo diversas versiones de las revistas. Dos casos emblemáticos fueron Unidad y Lucha y Cuadernos de Orientación Socialista. El PS-Bruselas editó su propia versión de ésta última a partir del nº 16. Los Comandantes, por su parte, reconvertidos en PS-Dirección Colectiva, editaron Unidad y Lucha para Vencer.
32Fue encargado local de los altamiranistas en México (elegido en 1981), pero tras el quiebre con La Chispa, terminó acercándose a esta última facción. En el caso de Jiliberto, en un principio, participó en la CNR, pero posteriormente se acercó a la facción de Altamirano.
33Véase: Mauricio Rojas Casimiro, La renovación de la izquierda chilena durante la dictadura, Santiago, Mago Editores, 2017.
34Existe múltiples fechas al respecto, sin embargo, gracias una donación de documentos realizado por el Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos (CEDLA) de Ámsterdam, se pudo corroborar que las resoluciones del congreso están fechadas en agosto de 1980. Aprovecho de agradecer a Gerson Kuiper por tan valioso aporte.
35Según Carlos Bascuñán a la cita también asomó la facción Dirección para el Consenso. Carlos Bascuñán, La izquierda sin Allende, Santiago de Chile, Editorial Planeta, 1990, p. 98.
36Además, aquel evento interno tuvo un gran significado político, ya que fue la primera vez que una orgánica elegía a la primera autoridad mediante voto universal (más de 13.000 votos en plena dictadura).
37Jorge Arrate y Eduardo Rojas, Memoria de la izquierda chilena. Tomo II (1970-2000), Javier Vergara Editor, 2003, consultado en: https://archivochile.com/Izquierda_chilena/vision_gen/ICHvisiongen0014.pdf (acceso 20 de octubre de 2019).
40Las diferencias públicas se pueden encontrar desde 1981. Ejemplo de ello fue cuando en octubre de aquel año el pleno del CC realizó una reunión a la cual, según los altamiranistas, La Chispa no asistió de manera intencionada colocándose al margen del partido. Convergencia nº 3-4, agosto-oct 1981, p. 107.
42Para ese tiempo, el altamiranismo ya había forjado relaciones con grupos al interior de Chile, ligados, por ejemplo, al liderazgo de Juan Carlos Moraga (ingresado hacia 1980). Moraga igualmente forjó su propia facción, el Frente Socialista (vinculado al Movimiento Recuperacionista). Altamirano especifica que este peculiar y controvertido dirigente fue recomendado por Óscar Waiss en Frankfurt. Véase: Politzer, op. cit., p. 158.
43Identificar la fecha exacta de inicio es relativo. En los setenta, esta facción utilizó la sigla MR2 y, posteriormente, fueron reconocidos como La Chispa (debido al nombre de su revista). Bajo este último nombre acudieron al Congreso de París y desde allí (con división de por medio con los altamiranistas) pasan a autodenominarse PS XXIV Congreso. Una forma de esquematizar lo anterior sería: desde 1974 hasta 1979, MR2. Y desde 1980 hasta 1986, PS XXIV Congreso-La Chispa.
44La Chispa tiene su origen en el MR2, grupo que venía operando desde antes del golpe de Estado al interior del PS (y con un pasado ligado al MIR). Según se especifica en un artículo de APSI, La Chispa estuvo integrado mayormente por el MR2, exmiristas y militantes del antiguo grupo Espartaco. APSI nº 138, marzo 1984, p. 13.
45PSCh, Citación, abril 1982. El documento es una citación a la reunión plenaria (contra los altamiranistas) y seguidamente contiene una carta del miembro del CC, Enrique Ceppi, quien expone crudamente, de manera cronológica y detallada las discusiones y diferencias. Este documento es un buen ejemplo para medir el alto grado de virulencia entre las partes, donde incluso, se detallan acciones-acusaciones y nombres de los dirigentes implicados.
46Convergencia nº 5-6, p. 131. En aquel parte noticioso se señala que el sector que encabeza ‘Gabriel Gárate’ (alias de Moscatelli) fue “marginado del PS”.
48Ejemplo de ello es la carta de Moscatelli a Manuel Almeyda, denominada: Carta desde la cárcel por la unidad socialista, Santiago, marzo 1984. También es posible observar aquello en la prensa hacia 1985 y 1986. Lo anterior fue muy paulatino, ya que La Chispa, tras el quiebre de 1979, consideró al PS-Almeyda una “facción procomunista”.
50Realizó propaganda-agitación a través de las radios clandestinas Libre y Marmaduque Grove. Ambas activas hacia 1982 e interfirieron noticieros, partidos de fútbol e incluso mensajes de Pinochet en la TV abierta.
51Sus orígenes se remontan a un grupo generacional (1968) conocidos como los ‘militantes rojos’, liderados por Juan Gutiérrez, quienes fueron expulsados del partido en 1972 después de una disputa en la Conferencia de la JS (1971).
52Reinhard Friedmann, 1964-1988 La política chilena de la A a la Z, Santiago, Melquiades Editorial, 1988, p. 144.
53Convergencia nº 2, p. 75. Allí se hace referencia a la comisión política del PSCh (Convergencia 19 de abril, 1979), que agrupa a las facciones Dirección para el Consenso y Regional Venezuela (Tendencia Humanista).
54Sebastián Jans, El desarrollo de las ideas socialistas en Chile, 1984, consultado en: https://www.geocities.ws/sebastianjans/socialnueve3.htm (acceso 09 abril 2020).
55Sebastián Jans, La insurgencia social contra Pinochet, 2003, consultado en https://www.geocities.ws/sebastianjans/insur.htm (acceso 12 julio 2019). Señala además que dicha facción logró influencia en el movimiento poblacional, en el frente cultural, en la defensa de los derechos humanos, a través de la AFDD, y aclara que tuvieron presencia orgánica en las principales ciudades de Chile. Destaca, por último, el significativo esfuerzo en posicionar su propaganda política.
57La fecha de extinción es relativa, ya que en 1978 la CNR se dividió. 1990 apela al último grupo que se identificó con aquel nombre.
58Por ejemplo, México, Venezuela, Noruega, Alemania, Suecia, Dinamarca o Bélgica. Según el exdirigente Belarmino Elgueta la CNR estuvo presente en 27 países.
59CNR, Informe de visita a Chile, enero 1975, FDERT, p. 1. Véase también Esther Del Campo, “El Partido Socialista chileno: una larga historia de faccionalismo”, en López Nieto (Ed), Política faccional y democratización, Madrid, CEC, 1995, p. 148. Además, justificó su formación, ante la falta de conducción de la DI: “Teniendo presente además las posiciones reformistas que ellos mantenían (…) y porque no daban nin guna línea política, la Coordinadora de Regionales se dio a la tarea de institucio nalizar esta estructura, como una forma de hacer racional y efectivo el proceso de reorganización, establecer algunas líneas políticas, discusión acerca del carácter de la Junta, etc”, Ibid., p. 2.
62Mayores detalles, véase: Revolución nº 10 (edición México), nº 21 y nº 23 (edición Chile). “En 1978 la estructura socialista de la Coordinadora Nacional de Regionales (CNR) sufre el primer quiebre. Se produce luego de su reunión mundial en Francia. Benjamín Cares, apodado ‘el Viejo, que oficia como secretario general se niega a que exista una dirección en el exilio, su argumento es convincente para algunos jóvenes de aquella época. No pueden ser integrantes de la dirección quienes están fuera del escenario de la lucha. La lucha está en Chile, su dirección también. Inapelable. Desde luego, no piensan igual quienes están fuera. Estos deciden, junto a un grupo de dirigentes que militan en el país, formar otra Coordinadora Nacional de Regionales, la Indoamérica. Y Cares pasa a ser el jefe de la CNR Revolución”.
63“Resolución e instructiva de la Comisión Política”, en: Revolución nº 9 (oct-nov-dic) 1978. Aquel documento ejemplifica el nivel de rencillas internas: se habla de delitos, enjuiciamiento, labores desquiciadoras, manipulación de documentos, transgresiones, traiciones y sanciones. Se enumera incluso los nombres o ‘chapas’ de los militantes y dirigentes sancionados (o en proceso) y sus supuestas faltas antipartido y acusaciones.
64También los identificaron como CNR-Revolución a razón de su revista (Revolución). Sin embargo, firmaron sus documentos como CNR COPOL de la Dirección Nacional. A partir de lo anterior, creo que lo correcto sería identificarlos como ellos mismos firmaban, es decir, CNR COPOL-DN.
65El MAPU-Partido de los Trabajadores (de cierta inclinación maoísta) se había escindido recientemente del MAPU-Garretón. Eduardo Aquevedo y Gonzalo Ojeda fueron algunos de los líderes más visibles.
66Eduardo Gutiérrez, Ciudades en las sombras: historia no oficial del Partido Socialista de Chile, Santiago, Colección Memoria Histórica, 2003, p. 82, consultado en https://issuu.com/fprenovacionsocialista/docs/1._ciudades_en_las_sombras__una_his (acceso 20 de junio de 2019).
67Aquello fue justamente una de las diferencias con la otra CNR, ya que estos últimos consideraban al PC un aliado estratégico. Misma diferencia respecto a la URSS y el campo socialista internacional. “Carta respuesta del CE al Regional Santiago”, en: Boletín Exterior nº 2, ene-feb 1981, p. 9.
68Ejemplo de lo anterior fue el documento suscrito en Roma el 16 de enero de 1981 junto a los sectores PS XXIV Congreso-Altamirano, Convergencia Socialista, PS-Italia y MAS-USP. El acta señala que apoyarán las iniciativas acordadas por el comité de enlace surgido en Ariccia el año anterior. Socialista a luchar Nº 3, ene-feb-mar 1981, p. 24.
70“A combatir por una perspectiva democrática y socialista para Chile”, en: Boletín Exterior, nº 5-6, febrero 1983, p. 12. La CNR-Indoamérica tras Ariccia siguió participando en su Comité de Enlace y en seminarios como el desarrollado en Milán en junio de 1982. Convergencia nº 7-8, enero 1983, p. 101.
71La firma de la CRN ligada a Vuskovic efectivamente apareció en diversos documentos unitarios del CEP y otros, pero no se sumó al CPUS (1983) donde ya dominan las visiones renovadas y socialdemócratas que darán vida al PS-Briones y PS-Mandujano. Aquella automarginación quedó establecida en la revista Convergencia nº 9, p. 68. Además, se señala que La Chispa es otra de las facciones autoexcluidas. El PS-Almeyda acudió al CPUS a través del sector pro-renovación de Stuardo y Soto.
72Debido a la dispersión no está del todo claro cuál revista pertenece a qué sector. Por ello, se agruparon todas bajo el rótulo de CNR. Sin embargo, algunas fueron más fáciles de identificar por los autores o por los países donde se publicaron. Una diferenciación minuciosa, en este sentido, será necesario realizar en un futuro.
74Edison Ortiz, El socialismo chileno: de Allende a Bachelet (1973-2005), Santiago, ICHEH, 2007, p. 239. Según el MAS, el partido tras la caída de la UP fue dirigido por una amalgama de “altamiranistas, calderonistas, moscovistas y otros istas” quienes, no supieron convertir su verbalismo en la práctica (el día del golpe) y “prefirieron las trincheras de las embajadas, para continuar desde allí hacia el exilio, e iniciar o reiniciar, su bombardeo dialéctico contra la Junta Militar, soslayando hábilmente la temática de la huida. Se apoderaron del exilio y administraron el dolor de los perseguidos”, Boletín El Socialista, nº 2, sn.
75“Llamamiento del MAS”, en: El Socialista, nº 1, p. 2. En este documento, el MAS define que no reconoce vigencia y resta toda representatividad y autoridad a las direcciones aludidas, así como al SE.
76“Declaración de la unidad (MAS, MR, Tendencia Humanista y Comisión para el Consenso)”, Santiago, abril 1979, en: Avance nº 1, agosto 1979.
77“De la dialéctica de la derrota, a la victoria”, en: Boletín Socialista nº 3, p. 5. El título del documento es un juego de palabras como respuesta al documento-análisis de Altamirano, “Dialéctica de una derrota”.
78“Declaración”, junio 1979, en: Boletín Informativo nº 4, julio 1979, p. 2. Firmada por A. Rodríguez y Jorge Nimptsch.
81Según se desprende de sus revistas, los puntos fuertes de apoyo fueron Bélgica, RFA, Holanda y Luxemburgo.
82Socialistas a luchar nº 2, septiembre 1980, p. 5. Además, se señala que el MAS-USP ha logrado conquistar numerosas elecciones a nivel sindical.
83Frente a la pregunta de ‘Tencha’ a Ricardo Lagos por la ruptura del partido en 1979, éste último señaló que se mantendrían neutrales. La ex primera dama contestó: “Ajá, así que son como los suizos, siempre neutrales”. Lagos en su libro “Así lo vivimos” señala que este fue el origen del nombre.
86Hemos tomado como referencia 1989, fecha en la que dejó de existir el último sector identificado con esta facción.
87Ampuero no actuó como líder faccional o representativo exclusivo de la USP en los 70 y 80 (lo hizo más bien desde una perspectiva superestructural a favor de la renovación).
88La pista se le pierde a este pequeño grupo a comienzo de los noventa. Hasta el año 1991 aún pedían cita al presidente Aylwin en la Moneda bajo esta rúbrica, Véase: Presidencia República de Chile, Agenda 26 de febrero 1991, p. 4.
89Los primeros documentos o rúbricas aparecen en 1978. En diversos escritos firman como Tendencia Humanista o Humanistas Socialistas. Sin embargo, en un apéndice -llamado Historia de divisiones- de la revista APSI se menciona que su formación ocurrió en 1975. APSI nº 128, octubre 1983, p. 6. El propio Aniceto Rodríguez señala que hacia 1976 aún no formaban un “polo de referencia orgánica adecuado”, situación que cambio hacia 1978/79. Arrate, por su parte, especifica que esta facción emergió como tal en 1978 en conjunto con el MAS.
91Según Antonio Tavolari (dirigente cercano a los Humanistas), los altamiranistas en tiempos de la UP llamaban “Guatones” a los humanistas y éstos últimos “Guatapiqueros” a los primeros.
93Aquella “penetración ideológica”, como señalaron, fue una preocupación constante para esta facción y principalmente para su líder: “El núcleo del SE (…) educó durante los años de exilio a números jóvenes en escuelas de cuadros ajenas al partido, perdiéndose así la independencia ideológica”, en: Rodríguez, 1979, op. cit.
96No fueron pocas las veces que ambas facciones actuaban como una sola y firmaban o se hacían representar por algunos de sus líderes a nombre de ambas. Convergencia nº 2, julio 1981, p. 75.
98Socialistas a luchar nº 3. Lo anterior ratifica el nivel organizacional alcanzado y el apoyo recibido de otros partidos.
99PSCh Dirección Exterior, Declaración de Bremen, RFA, noviembre 1983. A aquella reunión acudió Rodríguez en representación de los Humanistas Socialistas y el dirigente Hugo Arellano fue el representante (en conjunto con Arrate) del sector altamiranista para darle continuidad orgánica a los acuerdos unitarios del exilio.
100Mandujano participó en diversas actividades de los Humanistas en Caracas. Ejemplo de ello fue su discurso en el aniversario del PS en 1978. Véase: Manuel Mandujano, Trayectoria y pensamiento del PSCh, Caracas, 1978.
101Según se desprende en uno de sus boletines, los exparlamentarios Alfredo Hernández, Gerardo Ahumada, Fermín Fierro y Alonso Zumaeta, entre otros, adhirieron a esta facción.
102Ejemplo de ello fue cuando Mandujano y Rodríguez (bajo el paraguas de los Humanistas Socialistas), firmaron un documento llamado, Socialistas chilenos condenan invasión soviética (enero 1980).
105“Unificación Partido Socialista”, Fortín Mapocho, junio 1990, consultado en https://www.archivofortinmapocho.cl/imagenes/partido-socialista-79/ (acceso el 15 julio 2019).
106En una carta suscrita por los máximos dirigentes de la facción -dirigida al propio Mandujano- señalaron los graves problemas que enfrentaban: “La orgánica que usted encabeza (Mandujano) ha venido sufriendo un permanente proceso de involución. Este se ha manifestado en diferentes escisiones que, más que ayudar al proceso de integración del socialismo han contribuido seriamente a agudizar aún más la atomización (…) y lo que es más grave, es que paralelamente, han ido desapareciendo paulatinamente los distintos organismos regulares de base que tanto sacrificio costó levantar”, “Carta”, en: PSCh: Carta informativa a los regionales, Santiago, marzo 1987, pp. 5 y 6. La misiva resaltó que la labor de Núñez fue un aval para la reunificación. Destacaron además la integración de Comités Regionales, del Departamento Nacional Sindical y de destacados dirigentes juveniles (entre sept-dic de 1986).
108Análisis nº 230, junio 1988, p. 6. La decisión obligó a celebrar un congreso que destituyó a Juan Gutiérrez del máximo cargo, el cual fue asumido por Carlos Moya. Bajo la nueva secretaría, el PS-H tuvo una posición más reticente frente al plebiscito, pero más abierta a la reunificación con las otras facciones. Análisis nº 235, julio 1988, p. 7.
109Unificación Partido Socialista de Chile e Histórico”, Fortín Mapocho, julio 1990, consultado en https://www.archivofortinmapocho.cl/imagenes/partido-socialista-82/ (acceso 14 julio 2019). Otro sector siguió reivindicando el PS-H a comienzo de los noventa y fue reacio al proceso de unificación orgánica.
110“Grupo del Partido Socialista Histórico se incorporan al PSCh, sector Arrate”, Fortín Mapocho, agosto 1989, consultado en https://www.archivofortinmapocho.cl/imagenes/partido-socialista-117/ (acceso 12 julio 2019).
111Este sector estableció la posibilidad de unidad con la DC, pero desde una perspectiva meramente táctica: derrotar a la dictadura. Mas no como línea estratégica de largo plazo post dictadura. Gutiérrez, op. cit., p. 83.
112En junio de 1987, y como una forma de contrarrestar el surgimiento de la IU (almeydistas, comunistas, IC, Radicales-Luengo, etc.), diversos grupos de corte claramente revolucionario dan vida a la Mesa de los Seis en referencia al PS-SA, PS-DC, PS-Unitario, MIR, MAPU-Lautaro y MAPU-OC (quien rápidamente se restó), el cual tendría como “eje aglutinador la coordinación política y militar”. APSI nº 212, agosto 1987, pp. 19 y 20.
113Véase: Análisis nº 203, diciembre 1987 y nº 234, julio 1988. El PS-DC en cambio apostaba a “generar condiciones de nuevas huelgas generales” y vio con gratitud la aparición de diversas “organizaciones milicianas”.
114El investigador Víctor Muñoz corrobora este hecho: “Tenían presencia importante a nivel nacional en el PS, contaban con un líder destacado como Gutiérrez y, según se establece en los testimonios, controlaban gran parte de las informaciones orgánicas necesarias para el funcionamiento del partido clandestino a nivel nacional, es decir, tenían una incidencia y control sobre lo que la militancia llamaba “el frente interno”. Muñoz, op. cit., p. 249.
118Este sector del CC se autoconvocó en 1983 a una Conferencia Extraordinaria en Bélgica para rechazar las decisiones, según ellos, de carácter conciliadora, derechizante y oportunista que propiciaba Almeyda y sus correligionarios hacia el interior de Chile (apoyo a la CS, unidad con el centro, entre otras materias). En la conferencia señalaron que “representaban más del 75% de la militancia en 24 países”. “Conferencia extraordinaria del PSCh en el exterior. Declaración general”, en: Una salida creadora para salir la crisis del PSCh, octubre 1983, p. 56.
123APSI nº 251, junio 1988, p. 15. La juventud del PS-SA también aunó fuerzas en las elecciones de federaciones universitarias con el PS-DC, Análisis nº 281, junio 1989, p. 27.
124Esta facción junto al PS-DC y PS-Unitario (podemos agregar al PS-TV) tuvo cierto protagonismo en torno al plebiscito, ya que en su mayoría se opusieron a participar (consideraban que todo era una farsa de la dictadura), apostando al derrocamiento a través de la presión popular. Igualmente fueron hábiles a la hora de posicionarse en los actos públicos y masivos, logrando notoriedad con banderas, lienzos llamativos y en, muchas ocasiones, con la “acción directa”. También fueron conocidos como la izquierda extraparlamentaria, Indoamérica nº 29, ene-feb 1988, p. 6.
128“En la lucha por la soberanía popular, construimos una nueva fuerza socialista”, en: Análisis nº 227, 1988, p. 18.
129Idem. Es llamativo como el PS-U reconoce en el documento que las distintas facciones socialistas son, a estas alturas, agrupaciones consolidadas en lo orgánico e ideológico.
132Facciones con escasa información recopilada hasta el momento y que, por razones de espacio, se decidió omitir, aun cuando serán parte de un segundo estudio.
133Dos cuestiones a profundizar sobre esta facción será el rol de los aparatos de seguridad de la dictadura y el componente nacionalista (tema de larga data en el partido) que los identificó de manera muy potente.
134Una hipótesis a trabajar se refiere a que el PSCh suele fraccionarse en torno al dilema del Estado y su participación en el mismo. Conversaciones con Edison Ortiz y otros militantes.
135Ambos grandes tópicos, a su vez, engloban y cruzan evidentemente otras diferencias, como, por ejemplo, la política de alianzas con el PCCh, la DC o la nueva ‘área socialista’, el tipo de conexión en el campo internacional, la estrategia política frente a la dictadura; la definición de la línea política, el tipo de partido a construir, entre otros temas.
Recibido: 30 de Abril de 2020; Aprobado: 07 de Julio de 2020
Esta investigación es parte de un estudio mayor (en desarrollo) sobre la historia del faccionalismo del PSCh durante la dictadura.
Mauricio Rojas-Casimiro
Chileno, periodista por la Universidad de Playa Ancha y doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid. España.
Correo: mauricio.rojas.casimiro@gmail.com.