EL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE BAJO LA DICTADURA MILITAR

 

En la situación actual de Chile, en el proceso de repolitización del país que acompaña a la descomposición de la dictadura militar a partir de 1983, uno de los actores que presenta las mayores complejidades para definir su proyecto y su papel es el Partido Socialista. En realidad, actualmente sólo podemos hablar del "socialismo chileno" como tendencia política e ideológica general, que se expresa en una multiplicidad de organizaciones, grupos y facciones. Sin embargo, por lo menos hasta 1979, podemos hablar de un PS y, aún hoy, el conjunto de lo que llamamos la tendencia socialista parece tener uno o dos ejes principales. El propósito de este análisis es explorar esta situación.

Para explicar la posición actual de las diversas tendencias socialistas en Chile, es necesario examinar, primero, el papel que desempeñaban en el sistema político antes de 1973. La razón de esto es que buena parte de la originalidad de los procesos políticos que desembocan en el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973) se expresa en el PS. Por otro lado, el papel que desempeñaba este partido en el sistema de alianzas sociales y políticas es fundamental para comprender las dificultades que hoy enfrenta la oposición a la dictadura.

El Partido Socialista de Chile antes de 1973

Si hay algo que define al PS de Chile en sus primeros 40 años de vida, es su originalidad. Para bien o para mal, observada desde varios ángulos, esta originalidad es una combinación de virtudes y defectos, fortalezas y debilidades que conforman un actor político. Éste no puede explicarse sólo por su evolución interna, sino que debe analizarse en el contexto de su integración al sistema de partidos en el que actuaba. 

Desde su fundación, en 1933,[1] este partido asume características propias. A la luz de la historia internacional de los partidos obreros, destaca por el hecho de fundarse después que el Partido Comunista de Chile, y no ser, por tanto, un partido socialdemócrata del que se hayan desprendido los comunistas. Esto no implica, sin embargo, que su existencia no haya estado marcada, en parte, por la presencia del PC y sus relaciones con él. En general, la historia del socialismo chileno describe su fundación como el aglutinamiento de diversas tendencias de esa orientación que no encontraban posibilidades de expresión en el comunismo, tal como éste actuaba en esos años según las directrices de la Internacional Comunista[2] Aunque esto es indudable, cabe señalar también que la fundación del PS es parte del proceso de recomposición del sistema político chileno, luego que la dominación oligárquica terminó en la crisis que produjo las intervenciones militares desde 1924 hasta 1932. Éstas enmarcan lo que se conoce como un periodo de "anarquía", que culmina con la dictadura del general Ibáñez, de 1927 a 1931.[3]

Los cambios generales que definen este proceso son la incorporación de las clases medias a la élite política, y la de la clase obrera a la participación política subordinada. La forma que asumen estos cambios está definida por la conformación de un sistema de partidos, en el que se establecen alianzas sociales y políticas que determinan el carácter de la política chilena hasta 1973.[4] El funcionamiento de este sistema define tres niveles de integración de los diversos sectores sociales que, articulados entre sí por los partidos, permiten el desarrollo —en general pacífico— de los procesos políticos. Se conforma una élite de políticos profesionales, en la que va ganando terreno la clase media a partir de los años veinte, mediante la presencia de líderes de ese origen social, y al expresar, como clase, la ideología dominante del periodo.[5] Un segundo nivel está conformado por la base activa de los partidos, en el que la clase media constituye el elemento fundamental. En un tercer nivel, se conforman clientelas electorales más o menos estables que obedecen, en parte, a la autoidentificación clasista de la población, y, en parte, a intereses corporativos, ideológicos y políticos que se expresan en la conformación de bloques pluriclasistas de electorado que varían en el tiempo.[6]

Estas características generales del sistema requieren de especificaciones para el caso de cada partido. Por ejemplo, en lo que se refiere a los partidos tradicionales de derecha, Conservador y Liberal, la clase media sólo termina de integrarse a ellos durante la crisis aguda de la derecha (a fines de los sesenta), con la fundación del Partido Nacional. Por otra parte, éstos obtienen apoyo electoral mediante el control del voto rural, principalmente, que detentan los terratenientes hasta la segunda mitad de la década de los sesenta, cuando se inician la reforma agraria y la sindicalización campesina.[7] En el caso del Partido Comunista, la composición de la élite se mantiene con cierto celo clasista, de modo que los intelectuales de clase media que participan en ella no son el elemento dominante, y la clientela electoral muestra la mayor identidad con la clase obrera en el sistema.[8] Sin embargo, estos partidos que se ubican en los polos del espectro político tienen un mecanismo adicional de integración al sistema: las alianzas políticas con partidos que, ubicados en posiciones de mejor integración al sistema, reflejan mejor sus características generales. 

En el caso de la izquierda, el PS cumple estas funciones, y esto, a su vez, explica sus características suigeneris como partido marxista, que provienen de su integración al sistema político del país; una élite de clase media, una base pluriclasista con influencia de los sectores medios, y una clientela electoral con elementos estables (parte de la clase obrera y parte de los sectores medios) y elementos menos constantes (de clase media, grupos marginados, obreros y campesinos).[9]

En la recomposición del sistema de partidos, en cuyo marco tiene lugar la fundación del PS, este último cumple la tarea de dar forma orgánica a diversas manifestaciones de integración de las clases medias y sectores obreros a la política nacional, que empezaron en el periodo anterior. Entre ellas figuran tendencias socialistas de la generación de estudiantes universitarios de los años de la dictadura (de donde provenía Salvador Allende), caudillismo militar de inclinaciones populistas (representado por Marmaduke Grove), sectores provenientes del movimiento obrero, tanto sindical como político, excluidos del PC a raíz de que éste adoptó la disciplina internacional impuesta por el stalinismo, y sectores de clase media de inspiración socialdemócrata.[10] Esta composición heterogénea ha sido una de las características centrales del socialismo chileno. La convivencia, en una organización, de todos estos elementos, nunca fue fácil, y lá tendencia al fraccionamiento y la división se mantuvo constante en la historia del partido, pero, al mismo tiempo, la integración al sistema fue la clave de la unidad del partido. 

En el sistema político, el PS cumplía una función fundamental: integrar las tendencias centrífugas que son dominantes en otros países latinoamericanos, y que conforman la política de estos países. Aunque otras organizaciones desempeñaron el mismo papel con importancia variable en diversos periodos (hubo en Chile expresiones populistas, caudillistas, nacionalistas, etc.), no hay duda que el PS es el lugar donde se encuentran. Desde el punto de vista de la élite política, quien buscara permanecer en ella con cierta estabilidad, se veía forzado a integrarse a uno de los grandes partidos, aunque pudiera contar con clientela propia de base regional o de otro tipo. La difícil unidad de los socialistas siempre expresó la preeminencia de la organización partidaria de la participación política en Chile.[11] El ejemplo más claro de este fenómeno es el de Salvador Allende. Nadie puede dudar de su estatura como líder nacional. Sin embargo, nadie habría apostado a sus posibilidades de éxito al margen de la organización partidaria. 

En cuanto a la ubicación del PS en el espectro ideológico que conformaba el sistema político, es necesario también examinar su composición heterogénea. Sin embargo, en este punto las determinaciones internas desempeñan un papel tan importante como las limitaciones externas. Desde el punto de vista interno, los conflictos ideológicos se resolvían con una definición objeto de consenso: el carácter obrero del partido. Esto, que puede ponerse en duda desde el punto de vista sociológico si se observa la composición de la élite, de la base y de la clientela socialistas, tiene importancia primordial desde el punto de vista ideológico.[12] Si bien la élite del partido y buena parte de su base estaban constituidos por cuadros de clase media, la clientela electoral tenía un componente muy importante de clase obrera. Este componente estaba representado en los cuadros sindicales, que constituían un verdadero grupo de presión dentro del partido. La influencia considerable del socialismo entre los obreros y otros grupos populares le confería, junto al Partido Comunista, la representación política de la clase obrera. En esto la ideología del partido y la participación, dentro de él, de los sectores sindicales, son fundamentales. La ideología es central en este aspecto para establecer la diferencia con los partidos centristas, radicales y democratacristianos, que también tenían clientela electoral entre la clase obrera e influencia en las organizaciones sindicales. La ideología permitía al PS canalizar la participación política de una parte de la clase obrera, a la vez que reforzaba la importancia de la orientación clasista en la política chilena en general.[13] De la misma manera, cjiie en el nivel de la élite el socialismo integraba al sistema las tendencias centrífugas, en el plano de las clientelas electorales contribuía a integrar, con identidad de clase a grupos de la clase obrera bien organizados encuadrados en el PC, y a otros grupos populares. La forma de articular estos planos funciones en el partido no era simple Por ejemplo los sectores sindicales no representaban generalmente las posiciones ideológicas más radicales en los conflictos internos En éstos el radicalismo ideológico provenía más bien de sectores de clase media. Sin embargo este radicalismo en ciertos periodos atrajo a sectores populares menos organizados qué los obreros y mantuvo la atracción del Partido en pro intelectuales y estudiantes universitarios por ejemplo entre los que se reclutaba la mayor parte de la élite política del país.  

Esta heterogeneidad social e ideológica del partido se expresaba en la falta de correspondencia entre sus declaraciones y su acción concreta en el sistema. En particular, en el periodo previo a la elección de Allende, durante el gobierno democratacristiano de 1964 a 1970, es muy importante el proceso de radicalización ideológica del PS, que coexiste con una inclinación del electorado hacia la polarización durante la experiencia reformista de Eduardo Frei. Sin embargo, el PC parece adaptarse mejor a la evolución del electorado que los socialistas, a pesar de que éstos adoptan, en lo ideológico, definiciones que serán referencia obligada en todos los debates posteriores.[14]

Entre el punto más alto de la influencia electoral de la Democracia Cristiana (elección parlamentaria de 1965) y el triunfo de la Unidad Popular con Allende, en 1970, la votación por el PC registró un aumento de 3,5 puntos porcentuales en su participación en el total, en tanto la votación por los socialistas aumentó en dos.[15] Entre ambos partidos, existía una notable diferencia en el grado de radicalismo de su oposición al gobierno de Frei. La oposición socialista se definía como total, en tanto el PC se declaraba dispuesto a apoyar las medidas reformistas del gobierno que considerara de beneficio popular, y que se prestaran para mostrar el carácter ambiguo de la DC.[16]

En 1970, el papel del PS resultó fundamental. Desde el punto de vista ideológico, su aporte principal fue la incorporación, al programa de la UP, del socialismo como meta estratégica del gobierno de esa alianza de partidos. Desde el punto de vista electoral, mostró la mayor capacidad de crecimiento, por varias razones. Por una parte, la pertenencia al PS del candidato triunfante, Salvador Allende, hizo prever que el apoyo electoral identificado con su liderazgo personal se volcaría, al menos en parte, hacia su partido en elecciones posteriores. Por otra, la mención del socialismo en el programa fue un triunfo ideológico del PS que asumió un doble carácter. Con respecto al PC y los otros aliados, el PS buscó establecer el principio de "hegemonía proletaria" en el bloque social que apoyaría la alianza política; se definió la alianza PS-PC como eje de la coalición, para evitar su conversión en un "frente popular" en el que los partidos de clase media asumieran la dirección. Con respecto a la izquierda extraparlamentaria, o ultraizquierda, la referencia al socialismo incluida en el programa presidencial de la UP significó reducir sus discrepancias con los partidos tradicionales de la izquierda a una cuestión de métodos para la toma del poder (vía pacífica vs. vía insurreccional). 

En este punto, el PS se convirtió en eje central de conflicto durante todo el periodo del gobierno de la UP. Las razones son múltiples, pero pueden resumirse en el aumento de la heterogeneidad del partido. 

En el ámbito electoral, esto se expresó en que la votación por el PS aumentó más que la de cualquier otro partido del conglomerado que apoyaba al gobierno.[17] Aumentaron los miembros del partido y su participación, por razones que se ligan al proceso que permitió el triunfo electoral de 1970. Por una parte, ocupar el poder ejecutivo significó que el PS, al igual que los demás partidos de la UP, tuviera una "cuota" de cargos de la administración pública, que aumentó tanto más cuanto que la aplicación del programa de gobierno significó ampliar el control estatal sobre la economía.[18] Esto implicó la activación de cuadros pasivos y la incorporación de nuevos miembros al partido.[19] Por otro lado, lo más importante en el terreno ideológico, es que el PS recogió la mayor parte de los cuadros de la ultraizquierda (con excepción del MIR), que se agruparon en el partido,[20] y, además, incorporó a sus filas sectores de intelectuales de gran importancia en la formulación del proyecto de la UP, pero cuya relación con la política no era orgánica, o, si lo era, su participación no era muy activa.[21]

Todos estos elementos contribuyeron a que el PS adoptara la posición más radical en la UP durante el periodo 1970-1973. Las razones fueron varias. Por un lado, el partido, al participar en el gobierno, puso algunos de sus cuadros de mayor experiencia en el aparato del gobierno, lo que permitió, a su vez, a algunos cuadros de reciente ingreso asumir cargos de responsabilidad, tanto en el partido como en el aparato del gobierno. Estos fenómenos, en ese periodo, reforzaron el carácter ambiguo de las posiciones socialistas que resultaban de su composición heterogénea. Por un lado, su radicalismo permitió, durante la campaña de 1970 y durante el gobierno de Salvador Allende, subordinar a la estrategia de la UP los sectores de izquierda que no formaban parte de ella.[22] Incluso, por conducto del PS, una parte de ellos se absorbieron en el sistema de partidos durante el gobierno de la UP. Sin embargo, todo esto reforzó una de las tendencias de la izquierda más crítica del gobierno. En este sentido, el PS presentó, con más claridad que ningún otro partido, las contradicciones que el proyecto estratégico de la UP no pudo resolver en el terreno táctico.[23]

En términos generales, las decisiones tácticas del gobierno de la UP enfrentaron, en su seno, dos interpretaciones del sentido de la "vía chilena al socialismo". Para unos, mantener la estructura institucional era un elemento estratégico que permitiría la transformación económica, social y política sin necesidad de una ruptura violenta.[24] Para otros, la situación chilena del momento era pasajera en el sentido de que la ruptura era inevitable, y, por lo tanto, la acción de los partidos y del gobierno debía orientarse en esa perspectiva.[25] Sin embargo, en el terreno táctico no era posible que el gobierno asumiera la segunda postura, puesto que su legitimidad provenía, en gran parte, de haberse generado dentro de las reglas del sistema de gobierno. Esto planteaba múltiples contradicciones que se expresaban en problemas con el parlamento, las fuerzas armadas, la oposición y, por último, con los partidos de la UP. Mantener el aparato institucional no era una cuestión "de fachada" para el gobierno. De hecho, la acumulación de fuerza que tuvo lugar en esos tres años se hizo dentro de él. En particular, los partidos políticos se vieron reforzados por el gobierno y por la movilización social que se canalizó por su conducto. 

La posición "de ruptura" ganó fuerza entre 1970 y 1973. Sin embargo, dentro y fuera de los partidos de la UP, siempre tuvo una situación de subordinación. Aunque a lo largo del proceso se fue perfilando como una corriente amplia, su fuerza dentro de cada partido era variable. No hay duda de que el MIR representa lo más importante de esta posición fuera del gobierno y de la UP. Dentro de la alianza de partidos que apoyaba al gobierno, la posición "de ruptura" alcanzó su máxima fuerza en el PS y en el MAPU. Sin embargo, en ambos casos era parte de una organización heterogénea que presentaba incoherencias flagrantes entre su radicalismo ideológico y su organización.[26] Para no mencionar sino lo más grave, el sector "de ruptura" expresaba su posición en el lenguaje de la ortodoxia marxista-leninista, pero era incapaz de hacer funcionar sus organizaciones con una estructura celular.[27]

En lo que se refiere al apoyo de las masas, el sector "de ruptura" creció en importancia, e incluso generó nuevas formas de participación, como los cordones industriales y los comandos comunales de trabajadores. Sin embargo, nada de esto se podía proponer como alternativa a los partidos y los sindicatos tradicionales. Por el contrario, su desarrollo sólo era posible gracias a la existencia del gobierno de la UP. Por otra parte, tampoco la tendencia "de ruptura" pudo establecer una dirección única, pues estaba constituida por elementos de varios partidos, cada uno de los cuales aspiraba al liderazgo. 

En cuanto al sector opuesto, el que buscaba mantener el aparato institucional como elemento estratégico, contaba con el PC, el único dentro de la UP con una estructura celular que funcionaba eficazmente, pero que era partidario de ampliar la fuerza social del gobierno, incluso mediante una alianza política con la DC, que reforzara el funcionamiento del sistema.[28] No es casual que la DC se subordinara, al mismo tiempo, a otra estrategia "de ruptura", la de la oposición al gobierno de Salvador Allende, que finalmente triunfó.[29]

Las divergencias entre estas dos tendencias se expresaban ante cada medida que adoptaba el gobierno, y fueron creciendo hasta el punto de paralizar, prácticamente, la alianza de partidos que lo apoyaba.[30] Dentro de ésta, el PS era la organización más importante en que se expresaba la tendencia "de ruptura". A partir de su XXIII Congreso, en 1971 (La Serena), la dirección del partido pareció más congruente con esta posición, y su secretario general, Carlos Altamirano, llegó a ser identificado como uno de sus máximos voceros, a pesar de que su elección reflejó que persistía la heterogeneidad del partido.[31]

El período posterior a 1973

La evolución del PS después de la derrota de la UP en 1973, se caracteriza por una serie de conflictos internos que han resultado en expulsiones, marginaciones, escisiones y fraccionamientos. Sin embargo, estos fenómenos, que en su conjunto asumen el carácter de un proceso de descomposición, se han acompañado de movimientos que, al menos en sus intenciones explícitas, buscan revertir esa tendencia buscando el reagrupamiento. 

La descripción de estos procesos en sus detalles es imposible, y puede, además, no ser muy útil. Lo que intentaré aquí es proponer un esquema general de interpretación que permita explorar luego el sentido de estos conflictos, ya sea en su conjunto o aisladamente. No hacerlo así implicaría asumir los términos explícitos en que han ocurrido los conflictos, y eso conduciría a una discusión extremadamente ideologizada, en la que las posiciones asumidas aparecerían oscurecidas por imputaciones, favorables o peyorativas, que hacen los actores. 

Por otra parte, el escenario principal de estos conflictos ha sido el exilio chileno, repartido por todo el mundo,[32] lo que tiene que evaluarse para cada situación analizada, pues la relación entre "el interior" y "el exilio" figura como argumento principal en las discusiones entre actores. En general, el supuesto que se asume aquí es que, por complicado que sea establecer las relaciones, en última instancia los principales conflictos políticos internos del PS están determinados por los procesos políticos chilenos y por la percepción de éstos, correcta o no, que tienen los actores políticos dentro y fuera del país. Esto hace necesario definir muy brevemente la evolución política de Chile bajo la dictadura, en sus rasgos generales. 

La política chilena bajo Pinochet

La evaluación de los alcances de la derrota de la izquierda chilena en 1973 sólo ha sido posible en cuanto que la dictadura ha desarrollado sus proyectos. Con el tiempo, ha ido quedando en claro que la clase dominante en Chile buscaba no sólo terminar con el gobierno de la UP, sino con el sistema político que lo hizo posible.[33] Para esto, era necesario suprimir la forma principal de participación política de la población: los partidos. Sin embargo, eso no era posible en el primer momento, por el papel que desempeñaron los partidos de la burguesía en la legitimación del golpe de Estado y en la conformación del bloque social que lo apoyó. De este modo, el trato fue diferencial: los partidos de izquierda fueron puestos fuera de la ley, en tanto los demás fueron declarados en receso.[34]

Clausurado el parlamento por la dictadura y suprimida la actividad partidaria formal, la población quedó desarticulada, en términos de participación política. El vínculo orgánico entre los partidos y su clientela, mediante las elecciones, quedó cortado. Esto no significa, sin embargo, que las bases organizadas de los partidos —y mucho menos sus cúpulas- quedaran desactivadas definitivamente. De ahí que, a lo largo de todo el periodo que lleva la dictadura en el poder, la política asuma un carácter eminentemente superestructural, en el sentido que los actores son, fundamentalmente, miembros de la élite política anterior y sus organizaciones, y, por otra parte, que las cuestiones ideológicas han ocupado siempre el primer plano, con lo cual el componente intelectual de la política ha cobrado importancia primordial. Estas características generales del proceso político se reflejan también en la izquierda, en particular en el PS. 

Desde el punto de vista de la participación política de la población, la dictadura se opone desde el principio, y hasta hoy, a la reconstrucción del sistema de partidos tal como existía antes de 1973. El régimen ha vacilado en cuanto a buscar formas alternativas de organización que canalicen el apoyo social con que ha contado, y ha optado por postergar, todo lo que pueda, la constitución de un sistema político con parti- cipación, restringida o no, de la población.[35] En este sentido, el conflicto político dentro de los sectores que han apoyado el golpe y la dictadura, ha tenido como actor principal la DC. Este partido propuso, desde el primer momento, la reconstrucción del sistema político anterior, con las modificaciones necesarias para garantizar la no repetición del triunfo de la izquierda de 1970. Por su parte, la dictadura ha tratado de eliminar a la DC por la vía de erosionar sus bases mediante la coopción de parte de sus cuadros, en lo que ha tenido cierto éxito, y luego expulsando del bloque de apoyo a la dictadura, al campo de la oposición, a lo que queda del PDC.[36]

Este proceso de profundización y consolidación del proyecto político de la dictadura se desarrolló entre 1973 y 1980. En ese último año, al hacer aprobar una nueva constitución en un plebiscito, la dictadura colocó en el campo de la oposición al conjunto de los que, con variaciones, podían ser favorables a una recomposición de los partidos políticos. Sin embargo, estos éxitos de la dictadura duraron poco. A partir de 1981, la crisis económica determinó un proceso de descomposición de su bloque de apoyo, que culminó en la conformación de un bloque opositor que, desde 1983, ha dirigido el proceso de repolitización del país, uno de cuyos componentes básicos es la reconstitución de los partidos políticos y de los bloques o alianzas entre ellos.[37]

En este proceso, cabe distinguir ciertas etapas. El alejamiento de la DC de la dictadura, fue un proceso complejo en el que miembros y líderes del partido fueron asumiendo posiciones críticas. Desde el primer momento, inmediatamente después del golpe, hubo un sector de líderes democratacristianos que lo rechazaron, y condenaron la destrucción del sistema político.[38] Sin embargo, el PDC como organización permaneció en el bloque de apoyo a la dictadura, tratando de perfilarse como una alternativa frente a otros sectores que tomaban el control del país. El supuesto fundamental de esta posición es que las fuerzas armadas son un elemento políticamente neutro, y que el conflicto ideológico determina quiénes son sus asesores civiles, que dirigen el proceso. Por su parte, la dictadura se muestra renuente al trato con el PDC como organización, pero dispuesta a aceptar la colaboración individual de personas del partido. Esta relación encontró su límite en la negativa de Eduardo Frei a incorporarse al Consejo de Estado formado por la dictadura, y en la publicación de su libro,[39] en el que plantea la alternativa democratacristiana de reconstrucción política. Esta relación ambigua continuó, sin embargo, hasta 1977, cuando la dictadura decidió expulsar del bloque político a la DC, al declarar ilegal toda actividad partidaria.[40]

Esto no marcó, sin embargo, el paso de la DC a la oposición. Su situación se mantuvo ambigua por considerar que sus posibilidades de convertirse en alternativa a la dictadura seguían dependiendo de las fuerzas armadas. Por su parte, la dictadura centró su propaganda en la idea de que cualquier reactivación política implicaría un retorno de la izquierda. La DC mantuvo su posición, rechazando cualquier acuerdo con la izquierda y desplegando una gran actividad ideológica dirigida a demostrar que la alternativa, para la democratización del país, es una reconstrucción del sistema político que excluya la posibilidad del triunfo de la izquierda.[41] Las características de esta ofensiva ideológica democratacristiana en los planos intelectual y político, van a ser de gran importancia para entender lo que ocurre en la izquierda. Esta segunda etapa del proceso político dirigido por la dictadura culmina en 1980 con el plebiscito para aprobar la nueva constitución. 

En estas condiciones, la DC se ve obligada a sumarse a la oposición, e intenta asumir su liderazgo. Sin embargo, la oportunidad que hubo para una movilización de masas, en la campaña previa al plebiscito, demostró flagrantemente que no había un vacío a la izquierda de la DC.[42] También se comprueba que el PDC conserva su capacidad como eje de un posible sistema de alianzas de partidos que busque la recomposición del sistema político. La evaluación de estos dos elementos ayuda a comprender las posiciones que se observan en los conflictos internos de la izquierda. 

La Izquierda a contar de 1973

El golpe de Estado tuvo éxito inmediato en algunos de sus objetivos: la destrucción del gobierno de la UP y la dispersión de sus partidarios. Sin embargo, en el plano de la organización política y en el de la ideología, las cosas no fueron tan fáciles. Las organizaciones políticas de izquierda fueron derrotadas militar y políticamente con gran rapidez, pero esto no significó ni su destrucción completa ni la desaparición de su influencia social, aunque deben evaluarse con cuidado los grados y las formas de la supervivencia de estos elementos bajo las condiciones de la dictadura. 

Aparte de la represión, el conjunto de los partidos de la izquierda se vio sacudido, en el primer periodo después del golpe, por el debate sobre las causas de la derrota y las perspectivas futuras. En general, los argumentos y la alineación correspondieron a las posiciones previas a 1973: por un lado, los que criticaban la acción de la ultraizquierda, dentro y fuera de la UP, mencionaban, entre las causas de la derrota, el hecho de que esa facción no apreciara la importancia de mantener la institucionalidad;[43] por otro, los críticos del reformismo impugnaban toda la estrategia de la UP y el ritualismo con que mantuvo las formas institucionales, factores que, en su opinión, impidieron desarrollar elementos que enfrentaran con éxito la situación del golpe.[44]

En lo que respecta a la organización, que asumió una importancia fundamental en un primer periodo de reagrupamiento en la derrota, no aparecen nuevos grupos de importancia además de los partidos.[45] En general, se conservan las estructuras partidarias; en los partidos, siguen siendo dominantes las tendencias que lo eran antes del golpe, con la excepción del PS, donde se observan algunos cambios; incluso la UP, como alianza de partidos, se reconstituye como tal.[46] Esta situación refleja un primer resultado del enfrentamiento ideológico. Los sectores hegemónicos durante el gobierno de la UP mantenían su posición como tales, con mayor o menor dificultad, dentro de cada partido. Esto significaba que, en conjunto, la izquierda asumía como suya la línea de un "frente antifascista", que era la línea impulsada por el PC, y que implicaba la búsqueda de una alianza con el PDC en un proyecto de reconstrucción del sistema político, a partir de una evaluación de las discrepancias ya observables entre la dictadura y el PDC.[47]

Esta línea general se ve reforzada a partir de 1977, cuando la dictadura declara ilegal el PDC. Sin embargo, se desvanece sin pena ni gloria debido a la negativa de este último a llegar a un acuerdo con la izquierda. Más aún, en este segundo periodo, cuando las condiciones parecían óptimas para concretar la estrategia del frente antifascista, la discusión ideológica cambia de carácter dentro de la izquierda, y, de nuevo, los síntomas principales son observables en el PS. En este periodo, el eje de la confrontación ideológica dentro de la izquierda pasa a ser la cuestión de la democracia y el socialismo.[48]

En este punto, es importante establecer las conexiones entre lo que ocurre en Chile y lo que ocurre en el exterior, entre los exiliados. A primera vista, parecería que entre los exiliados se escucha un eco de los conflictos ideológicos mundiales, como si no se tratara más que de la adopción, por parte de los intelectuales chilenos, de "modas" como las citas de Gramsci, el compromiso histórico, el eurocomunismo, las críticas al socialismo real, etc. Sin duda que hay algo de eso. Es más, no sólo el lenguaje es prestado, también el dinero. El exilio chileno está envuelto en la solidaridad que despierta en todo el mundo, en una red de contactos que favorece una salida democrática para Chile mediante una reconstrucción, con modificaciones, del sistema de partidos anterior a 1973. Entre los elementos importantes de este proceso, está, desde el principio, el apoyo de la Internacional Socialista a los contactos entre sectores socialistas y democratacristianos.[49] Sin embargo, no es justo descalificar las posiciones que van surgiendo, con explicaciones que las reducen al oportunismo individual de quienes las sostienen en el exilio. 

El reflejo interno, en Chile, de este conflicto, es la ofensiva ideológica de la DC contra la izquierda. Al mismo tiempo que se va distanciando de la dictadura, la DC se ve obligada a justificar su apoyo al golpe de Estado (que nunca ha condenado), y lo hace mediante un ataque al "leninismo" del gobierno de la UP. Explícitamente, propone la conformación de una izquierda "eurocomunista" chilena, con la cual podría negociar.[50] Dadas las condiciones de Chile, esta ofensiva ideológica de la DC se desarrolla, sobre todo, en los sectores intelectuales, y es bastante exitosa. Las razones de su éxito tienen que ver con la situación en que la izquierda ha reconstruido sus organizaciones bajo la dictadura. La represión obligó a los partidos a reconstituirse en la clandestinidad, lo que les dio características muy distintas de las que tenían antes de 1973. Por una parte, hay un límite a la actividad entre las masas. Las organizaciones pueden hacer su propaganda desde la clandestinidad, pero no disponen de canales formales, ni para medir su impacto, mucho menos para recoger apoyo. Las características internas de las organizaciones establecen cortes generacionales y sociales que hacen que, en las condiciones de la dictadura, buena parte de los miembros del partido no puedan participar en sus actividades. Por ende, grupos que antes de 1973 eran articulados y, en muchos casos, estaban subordinados por los partidos en su actividad política, han adquirido independencia ideológica. Los más importantes han sido los intelectuales y los cuadros sindicales.

La expulsión de los intelectuales de izquierda de las universidades los colocó en el "mercado". Surgió un conjunto de institutos de investigación y de escuelas en las que no pueden intervenir los partidos. El financiamiento del que dependen ha venido de fuentes externas, las mismas que han apoyado a los exiliados. Por otra parte, al quedar excluidos algunos democratacristianos, los intelectuales han desarrollado intereses corporativos comunes, lo que ha hecho más fácil la victoria ideológica de la DC entre ellos.[51]

También en el sector sindical la DC llevó a cabo una ofensiva con cierto éxito. A raíz de la represión contra los cuadros sindicales de la izquierda y del distanciamiento de la DC de la dictadura, el movimiento sindical pareció "disponible" para los cuadros sindicales democratacristianos. Sin embargo, la debilidad misma del movimiento sindical bajo la dictadura, y la persistencia de las afiliaciones políticas entre los obreros de izquierda, les han impedido consumar su propósito, a pesar de avances importantes.[52]

En esta situación, los cuadros que dirigen la organización partidaria clandestina han mostrado carencias para encarar a los intelectuales en el plano ideológico, e inclinaciones "militaristas" o "aparatistas" que no facilitan ni el diálogo ni la ampliación de la influencia del partido.[53]

Una pregunta obvia, que surge de la observación de este proceso, es ¿por qué no aceptó la DC la alianza antifascista, reforzando así a los sectores que apoyan la reconstrucción del sistema, dentro de la izquierda? En cambio, emprendió una ofensiva contra el PC, que encabezaba a esos sectores, en un punto ideológico en el que éste no puede ceder, el leninismo. La respuesta está en el proyecto que sustenta la DC: la sustitución de las alianzas sociales mediante alianzas de partidos, por un partido dominante que represente, en sí, una alianza social, obviamente ellos mismos. Esto implica eliminar la orientación clasista de la participación política en Chile, y el principal obstáculo que ha encontrado este proyecto es la independencia política e ideológica de la clase obrera, expresada en el marxismo-leninismo que enarbolan los dos partidos principales en que se agrupaba la clase obrera, el PS y el PC.

La propuesta ideológica de la DC comenzó penetrando a la élite de izquierda por su zona de influencia más inmediata, los sectores que provenían de la DC misma, el MAPU y la Izquierda Cristiana.[54] Por allí comenzó el cuestionamiento del carácter clasista de los proyectos socialistas, del leninismo y de la dictadura del proletariado. Sólo más tarde se unirían a esta propuesta ideológica sectores provenientes del socialismo.[55]

En cuanto al PC, en razón de sus afiliaciones internacionales y de su carácter de movimiento clasista, en Chile, debió resistir primero la ofensiva ideológica,[56] y luego, en el periodo actual, abandonar, al menos aparentemente, el proyecto de reconstrucción mediante una alianza con la DC.[57]

El Partido Socialista de Chile después de 1973

Las consecuencias que tuvo el golpe de Estado de 1973 para el PS eran, en buena medida, previsibles. Tanto por ser el partido de izquierda más grande como por su organización y las posiciones que sostenía, fue el más afectado por la represión. Su secretario general logró salir clandestinamente de Chile, pero buena parte de los dirigentes nacionales sufrió las peores formas de la represión: muerte, prisión o exilio.[58] A pesar de todo, la reconstitución de una dirección del PS dentro de Chile fue más o menos rápida; de hecho, a fines de 1974 había ya dos direcciones nacionales que aspiraban a tomar el control de lo que quedara de la organización, pero, sobre todo, aspiraban al reconocimiento de su liderazgo por parte de los socialistas chilenos repartidos por el mundo, y de los otros partidos de la izquierda chilena e internacional.

El primer pronunciamiento oficial más o menos extenso de un órgano de dirección del PS en Chile, está fechado en marzo de 1974 y lo emitió el comité central, reconstituido alrededor de Exequiel Ponce. Este documento pasó a la historia partidaria como el "documento de marzo" [59] y se transformó en referencia obligada en todas las polémicas posteriores. Al momento de su emisión, el secretario general y algunos otros líderes habían instalado una oficina-sede del partido en el exilio, en Berlín Oriental. Desde allí intentaban retomar el control de las diversas organizaciones partidarias que iban surgiendo en varios países, conforme se reorganizaban los militantes exiliados. Este proceso de reorganización tuvo características propias en cada país donde había exiliados, dependiendo de muchos factores. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, los múltiples conflictos en medio de los cuales tenía lugar el reagrupamiento de los socialistas, se canalizó por la competencia entre dos direcciones en pugna dentro de Chile. Como no es posible reconstruir la variedad de situaciones en el exilio, sólo se mencionarán los conflictos principales.

Otra advertencia es que no hay manera directa de evaluar la influencia que cada grupo socialista se atribuye en Chile. De todas maneras, se intentará, en cada caso, hacer explícitos los elementos de juicio con que se cuenta.

La crítica del "documento de marzo" que emitió el comité central reconstituido, surgió de un organismo que no existía en la estructura anterior: la Coordinadora Nacional de Regionales (CNR), que se autoproclamó dirección nacional del PS en Chile, y denunció la deserción del comité central y la irregularidad de los procedimientos usados para su reconstitución en el país.[60]

Los puntos de fricción entre los dos sectores, que polarizaron todos los demás conflictos en el exilio, expresaban propuestas de respuesta a dos cuestiones básicas en ese momento: 1) cuáles habrían sido las causas del fracaso de la UP, que culminó en el golpe de Estado, y 2) cuáles eran las perspectivas del partido, y de la izquierda chilena en general, en la nueva situación. Éstos eran los contenidos explícitos del debate. Bajo su sombra, se plantearon todos los conflictos locales en el exilio, y se configuraron las relaciones, conflictivas o no, de cada grupo de exiliados con la dirección del partido instalada en Berlín.

En el terreno ideológico, ambos documentos expresaron una continuidad de las posiciones expresadas antes del golpe. Es decir, las dos interpretaciones del sentido de la estrategia de la UP reafirmaron sus argumentos, y cada una señaló la otra como elemento responsable de la derrota final. A partir de esa evaluación, las propuestas respecto a la segunda cuestión eran las de reorganizar el partido bajo una dirección que respondiera a la línea expuesta. Sin embargo, el conflicto planteaba también una cuestión de organización que era urgente resolver: ¿cuál era la dirección del partido en Chile?

Dada la heterogeneidad del partido, la dirección exterior no enfrentó el problema inmediatamente. Mantuvo la ambigüedad de la situación por casi tres años.[61] Este periodo estuvo marcado por una intensa actividad ideológica en el exilio, y por los procesos de reconstrucción de todos los partidos de izquierda, en Chile y en el exterior. Esto, por supuesto, produjo en el PS una proliferación de grupos, facciones y tendencias que reproducían su composición anterior. Sin embargo, en Chile sólo se presentaban dos tendencias con capacidad aparente de organización, razón por la que subordinaban a la mayoría de las facciones del exterior, que eran más variadas. Los puntos ideológicos centrales eran la evaluación de la derrota y la respuesta de la dirección del partido. De la posición adoptada al respecto, dependía la cuestión central de organización: reconocimiento o no del comité central elegido en el congreso de La Serena en 1971, y de su capacidad para reformarse durante la emergencia y hasta la realización de un nuevo congreso general del partido.[62]

Según el "documento de marzo", la causa fundamental de la derrota de 1973 fue el aislamiento político del proletariado, y esto, a su vez, fue producto de la incapacidad para imponer la hegemonía proletaria en la dirección del proceso. Se reconoce la responsabilidad del PS en estas deficiencias, por su liderato pequeñoburgués y por haber sido la sede de todas las tendencias a la dispersión política durante el gobierno de la UP. La superación de todos estos defectos será posible, según este documento, si la reorganización del partido se hace sobre la base de adecuarlo a sus definiciones marxistas-leninistas, y si la hegemonía proletaria se finca en una sólida alianza PS-PC que impulse un frente antifascista con un programa democrático, popular y antiimperialista.[63]

La crítica de estas posiciones por parte de la CNR se basaba en una evaluación distinta de la derrota. En primer lugar, consideraba el golpe de 1973 como la ”derrota del reformismo". A partir de esta definición, consideraba necesario generar una nueva vanguardia de la clase obrera, basada en un reagrupamiento de las bases socialistas que representaba, que desconociera el comité central reconstituido así como las alianzas previas al golpe en las que participaba el PS. La nueva unidad de la clase tendría que forjarse en la base mediante la formación de "comisiones obreras", lo que implicaba, de paso, desconocer las direcciones de los otros partidos, en especial la del PC, y, por tanto, dar por liquidado todo el sistema político anterior a 1973. [64]

La dirección exterior del PS aceptó la ambigüedad de la situación y trató de conciliar actitudes, para lo cual procuró mantener su posición dirigente por medio de conservar la unidad y heterogeneidad del PS. En el primer pleno del comité central (La Habana, mayo de 1975), se aceptó a un representante de la CNR.[65]

Por la importancia de este primer conflicto interno, es necesario establecer algunas características que son producto de la situación general del periodo, como, por ejemplo, los temas ideológicos en discusión y las consecuencias para la organización que se desprenden de ellos. En esto no hay diferencia con la situación general de la izquierda: la evaluación de la derrota sólo prolonga las posiciones previas al golpe; aparece la cuestión de la supervivencia del sistema de partidos y el papel del PS mismo.

Lo que da su carácter específico al conflicto, es que se traduce en los componentes del PS. La excesiva ideologización de la actividad de los exiliados, más los conflictos propios de la reagrupación en un medio extraño, que se canalizan en estas discusiones, contribuyen a acentuar sus repercusiones internas. Esto, a su vez, aumenta las perspectivas de éxito político de la CNR. Cuando el conflicto se resuelve, en 1977, las principales cuestiones parecen resueltas, por la tendencia general a la reconstitución de las organizaciones de la izquierda.

A pesar de la indudable influencia que alcanzó la CNR en algunas organizaciones del PS en el exilio, al momento de su separación del partido sólo sectores muy minoritarios la siguieron. El conflicto se resolvió con dos expulsiones de figuras notables del PS en el exilio y la marginación de grupos pequeños.[66]

Si se toma como eje al PS, y no a los grupos que lo abandonan, es notable que en 1977 haya logrado reafirmar su existencia como organización. Quedó claro que seguía existiendo como partido y como parte del sistema de alianzas constituido por la izquierda. La heterogeneidad social e ideológica persiste, pero, tal como lo prueba la desvinculación de la CNR, su función de absorber tendencias centrífugas en el sistema de partidos se está debilitando, lo que puede tomarse como indicador del avance de la dictadura en la destrucción del sistema político.

En cuanto a la CNR, una vez desprendida del PS demostró que no tenía ninguna característica distinta de éste que justificara su existencia como partido autónomo en el sistema de partidos (al cual, por lo demás, no le interesaba pertenecer); en lo que respecta a su capacidad de generar una nueva vanguardia del proletariado chileno, no se ha visto ningún avance considerable.[67] En la primera reunión de los partidarios de la coordinadora en el exilio, se mostró que ésta era tan heterogénea como el PS,[68] de lo que resultó un proceso de divisiones y descomposición de la CNR que la ha reducido a una facción. Esta conserva las características de la izquierda extraparlamentaria, surgida en los años sesenta en Chile,[69] que absorbió el PS durante la experiencia de la UP.

Esta primera escisión no es lo único que ocurre al PS en este primer periodo. Aunque su reconstitución parece resolver la situación planteada por la CNR, algunos miembros, individuos con influencia sobre otros, se desprenden del partido y asumen liderazgos personales en el exilio, agrupando un número reducido de gente a su alrededor pero participando activamente en la lucha ideológica, en la que expresan posiciones sobre Chile, el partido y el futuro. El caso más notorio es el de Aniceto Rodríguez, quien fue secretario general del PS hasta 1971 y fijó su residencia en Venezuela. Sin mucho ruido, se produce lentamente el desprendimiento de caudillos regionales o ideológicos que el PS absorbía cuando funcionaba el sistema político en Chile.[70] Sin embargo, es notorio que ninguna de estas agrupaciones logra estructurar un partido a base de expresar en forma "pura" alguna de las tendencias que coexisten en el PS.

El periodo que sigue a 1977 es el de mayor profundización del proyecto de la dictadura, y el que marca el punto más bajo en la actividad de los partidos políticos. La desarticulación del sistema alcanza su mayor nivel y no se revertirá la tendencia hasta 1983. Sin embargo, en este periodo se produce la mayor actividad ideológica, porque la acción de los partidos es interna, y en Chile los intelectuales van buscando y ganando espacios de expresión para sus planteamientos políticos, en forma independiente de los partidos.[71]

En este periodo, la ofensiva ideológica contra el "leninismo" y la dictadura del proletariado encuentra eco dentro del PS, al dar expresión ideológica a disputas de diversos tipos en el exilio y en Chile. El que la oficina del PS en Berlín resolviera los conflictos del exilio, planteaba, por un lado, la cuestión del autoritarismo de la dirección exterior, y, por otro, la sospecha de pérdida de independencia del partido en el medio internacional, por depender de la RDA para la subsistencia de su oficina exterior. Además, el PC podía usar sus contactos con los gobiernos de los países socialistas con el objeto de presionar a la dirección del PS para que adoptase actitudes más coincidentes con la de ellos.[72] En respuesta, la acusación a los críticos destacaba su dependencia financiera de los partidos socialistas de Europa Occidental, y su inclinación hacia posiciones propias de ese tipo de partidos.[73]

En Chile, las diferencias entre la dirección clandestina y los grupos de intelectuales crecieron por otras razones. Era evidente la brecha ideológica entre los "aparatistas" de la dirección y los "sociólogos" que iban encontrando posibilidades de expresión bajo las condiciones de la dictadura. Hay que recordar que los años del boom consumista entre las clases medias chilenas contribuyeron a la desmovilización y a la consecuente desarticulación de los partidos políticos en general.

Cuando el conflicto explota, en abril de 1979, se produce la división más importante del PS. En lo ideológico, se afirman las posiciones ya reseñadas pero no se resuelve gran cosa en el plano de la organización. La dirección en Chile se reafirma como aparato clandestino, pero en condiciones de retroceso general de los partidos, y el PS pierde presencia entre los grupos de intelectuales, mientras que, en el exilio, se debilitan las organizaciones en general, no sólo por la división sino porque el desgaste del conflicto interno contribuye a que cada vez más exiliados abandonen completamente la actividad partidaria.

Si hay una característica que compartan ambos sectores después de 1979, es la heterogeneidad. Sin embargo, en el movimiento de retroceso general, por el papel que cumple en relación con el resto de la izquierda, el PS de Almeyda es capaz de conservar la unidad de sectores heterogéneos, hasta 1983. En cambio, el sector de Altamirano presenta distinta composición entre sus partidarios en el exilio y los que lo apoyan en Chile. De hecho, en Chile, los simpatizantes se asocian a un pequeño aparato que provenía del castrismo de los sesenta, que absorbió el PS durante el gobierno de la UP y que conservó su estructura autónoma como fracción del PS a lo largo de todos estos años.[74]

Con el fin de dirimir, de una vez, las cuestiones ideológicas y de organización, y crear un comité central regular y legítimo, el sector de Altamirano convoca al 24 congreso del partido (y asume como nombre el de PS 24 congreso). Al igual que en la experiencia de la CNR, el sector de Altamirano no resiste el conflicto y se divide. Esta vez resultan dos PS 24 congreso: uno integrado, en lo fundamental, por la fracción castrista ya mencionada, y el otro constituido principalmente por los sectores de clase media intelectual de inclinación socialdemócrata.

El periodo de retroceso culmina con el plebiscito de 1980. En él, la dictadura consolida su proyecto de una nueva estructura política, en la que el papel de los partidos políticos queda indefinido.[75] La campaña previa al plebiscito es la primera ocasión para una reunión de masas de oposición, organizada bajo el liderazgo de la DC, pero en la cual la izquierda reafirma su presencia. Sin embargo, el hecho más insólito en los días previos al plebiscito es el discurso de Luis Corvalán, secretario general del PC, en que afirma el derecho del pueblo a la rebelión y al uso de la violencia. En el mismo discurso, reafirma la alianza de izquierda que constituye la UP. Sin embargo, al margen de sus múltiples determinaciones, un hecho como el viraje del PC chileno, tras tantos años de ser el principal impulsor de la vía pacífica al socialismo, sólo puede interpretarse como indicador de la profundidad de la desarticulación del sistema de partidos, que condujo a abandonar los intentos de alianza con la DC. A partir de este momento, la izquierda en su conjunto queda dividida en nueva forma: por una parte, lo que queda de la UP, que ya no tiene características que excluyan al MIR y otros movimientos o facciones antes descalificados como de extrema izquierda, y, por otra, la nueva izquierda, que gira alrededor de posiciones socialdemócratas.

La reactivación política comienza a notarse entre los sectores intelectuales en 1981, y en 1982 surge la propuesta de la nueva izquierda: la "convergencia socialista".[76] Este intento de reagrupamiento reúne, en lo fundamental, al grupo socialista de inclinación socialdemócrata y a grupos de origen cristiano que ingresaron a la izquierda alrededor de 1970. En lo ideológico, son el producto de la larga ofensiva demócratacristiana. Son el fruto de la derrota ideológica de la izquierda. Asumen no sólo la crítica del "leninismo" y del socialismo real, sino también, en Chile, la crítica de la independencia política e ideológica de la clase obrera. Sus postulados están influidos por la teoría sociológica de los movimientos sociales, y, a partir de ese tipo de estudios, cuestionan el papel de los partidos como canales de participación política.[77]

La crisis económica, a partir de 1981, comienza a erosionar el bloque social de apoyo a la dictadura.[78] El movimiento opositor comienza a crecer en las expresiones corporativas de la burguesía y las clases medias, pero produce rápidamente una reactivación de la élite política de derecha, que genera un proyecto de reconstrucción del sistema político que excluye a la izquierda. El eje de este proyecto no puede ser otro que la DC, y a él se suma la nueva izquierda socialdemócrata proveniente del PS que, tras varios fraccionamientos y reagrupaciones, se estructura como el PS encabezado por Carlos Briones.[79] Por el camino quedan varias facciones y pequeños grupos de origen socialista, pero el PS de Briones se transforma en uno de los ejes de los sectores "renovados" que provienen del PS. Es, como siempre, un grupo heterogéneo, pero en él hay elementos nuevos. Uno de ellos es que absorbe sectores de origen cristiano, con lo cual cumple una de las funciones tradicionales del PS en el sistema.[80] Se incorpora subordinado al proyecto demócratacristiano, primero en la Alianza Democrática,[81] y más tarde en el Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia.[82] En lo ideológico, parece no haber concesión que no esté dispuesto a hacer. 

El otro eje de reagrupamiento de sectores socialistas es el PS de Almeyda. Éste representa la posición tradicional del partido en su alianza con el PC, pero las diferencias tradicionales con éste se evitan, se disimulan o se niegan.[83] A partir de 1983, punto en que se revierte la tendencia a la desintegración del sistema político, sufre todavía dos escisiones, una de la derecha, que se suma al PS de Briones, otra de la izquierda, de una facción aparatista. Sin embargo, en 1985 logra realizar su versión del 24 congreso del PS y propone una política de reagrupamiento de sectores socialistas de izquierda.[84]

Conclusiones

El propósito de este análisis no ha sido describir en detalle los avalares del PS a partir de la derrota de 1973, sino, más bien, proponer un es- quema que permita integrar el cúmulo de información sobre esos detalles. 

La dificultad principal para comprender los conflictos ideológicos internos del PS reside en los términos en que se plantean. Aparentemente, lo que se discute son cuestiones "externas" a la realidad de Chile, debido a que las posiciones se expresan en términos abstractos, como hegemonía, democracia, socialismo, dictadura del proletariado, etc. Si se agrega el hecho de que buena parte de estos conflictos ha ocurrido en el exterior y entre exiliados, es fácil formarse la impresión de que todo esto es intrascendente y no tiene conexión con lo que ocurre en Chile. Sin embargo, también es fácil advertir que estas características de la discusión ideológica existían desde antes de 1973, y no son privativas de los socialistas; la originalidad de los socialistas chilenos no proviene de ninguna característica exclusiva sino de su integración a un sistema político en el que cumplían funciones que los individualizaban respecto a partidos de otro tipo. 

La heterogeneidad social, ideológica y orgánica del PS chileno proviene de su función integradora de tendencias centrífugas en el sistema. En todos los niveles, élite profesional, membresía de base y clientela, el PS cumplía esta función que resultaba en composiciones variables pero siempre heterogéneas. Tanto en la formación de la UP como durante el gobierno de esta alianza de partidos, el papel del PS se explica por esta función. Un vez derrotado el intento chileno de tránsito al socialismo, la dictadura emprendió la destrucción del sistema político que lo hizo posible. La victoria militar y política desarticuló a los partidos de sus clientelas y de buena parte de sus bases militantes. La descomposición del PS ha sido paralela, en el tiempo, a la cada vez mayor desintegración del sistema político de Chile por obra de la dictadura. 

En una primera etapa, la descomposición tuvo la forma de desprendimiento de componentes que conservaron sus características previas, especialmente en lo ideológico. Sin embargo, en una segunda etapa, entre 1977 y 1980, cuando la desarticulación política alcanzó en Chile su punto máximo, el PS comenzó a resentir el embate ideológico de la burguesía chilena. Predominan expresiones ideológicas desusadas en el PS, ya sea porque no existían antes o porque se acentúan. 

A partir de 1981, cuando la crisis económica inicia la descomposición de la dictadura, comienza la rearticulación de los partidos y la élite política en el país. También el PS se rearticula, pero da cuenta de la nueva correlación de fuerzas en el campo ideológico. Se reagrupa alrededor de dos ejes: el "histórico" y el "renovado". Sin embargo, en ambos casos, en dos bloques de partidos distintos (la Alianza Democrática y el Movimiento Democrático Popular), los socialistas cumplen la función tradicional de integración de tendencias heterogéneas. 

El proceso de repolitización en Chile no ha alcanzado más que a la élite, y, en parte, a la base militante de todos los partidos. La relación con el movimiento social de masas no es profunda. Esto pone en duda la representatividad social de los partidos. Sin embargo, dejada al futuro la resolución de ese problema, el PS en sus dos versiones ha comenzado a integrar elementos de la élite pertenecientes a la generación de los sesenta, cuyo futuro político en los partidos "chicos" era incierto. 

Por lo que hace a las clientelas, queda pendiente la pregunta de si entre las masas la correlación de fuerzas en el plano ideológico corresponde a la que se observa en la élite. De esto dependerán, entre otras cosas, el grado de semejanza entre el sistema de partidos políticos que resulte de este proceso y el que existía antes de 1973, y dependerá, antes de eso, la vía para la reconstrucción política de Chile.

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[1]  Sobre la historia del PS, véase Fernando Casanueva Valencia y Manuel Fernández Canque, El Partido Socialista y la lucha dé clases en Chile, Santiago, Editorial Quimantú, 1973; Paul W. Drake, Socialism and Populism in Chile, 1932-1952, Chicago, University of Illinois Press, 1978; Julio César Jobet, El Partido Socialista de Chile, Santiago, Editorial Prensa Latinoamericana, 1971; Julio César Jobet y Alejandro Chelén Rojas, Pensamiento teórico y político del Partido Socialista en Chile, Santiago, Editorial Quimantú, 1972.  

[2]  Carmelo Furci, The Chilean Communist Party and the Road to Socialism, Londres, Zed Books, 1984, pp. 29-33.  

[3]  El sistema político destruido por el golpe de Estado de 1973 funcionaba regular- mente desde 1932. Sus reglas estaban contenidas en la Constitución de 1925, vigente efectivamente desde 1932.  

[4]  Arturo Valenzuela, The Breakdown of Democratic Regimes: Chile, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1978, pp. 3-21.  

[5]  Ricardo Donoso, Alessandri, agitador y demoledor, México, Fondo de Cultura Económica, 1952, vol. 1, capítulo 10. 

[6]  Arturo Valenzuela, "Origins and Characteristics of the Chilean Party System: A Proposal for a Parliamentary Form of Government", Working Paper, Washington, D.C., The Woodrow Wilson Center for Scholars, 1984.  

[7]  Este tema está más desarrollado en mi ensayo "La Democracia Cristiana chilena y el gobierno de Eduardo Frei, 1964-1970", tesis inédita.  

[8]  Carmelo Furci, op. cit., p. 18.  

[9]  Esta imagen de la base del PS no corresponde a la que sus miembros desearían proyectar. En algunos documentos, se sostiene que la base del PS es en 70% obrera y campesina, y el resto, de sectores medios. Sin embargo, la inestabilidad de la base en su participación, y de la clientela electoral en su preferencia por el PS, hacen pensar que era más variada.  

[10]  La ideología que se designa hoy, en general, corno socialdemócrata, ha estado siempre representada en el PS. Su importancia ha variado según los periodos y los procesos políticos generales. Es más, durante el gobierno de la UP, contra todo lo que se esperaba, hubo conversaciones encaminadas a relacionar el PS con la Internacional Socialista. Que no fructificaran es otra cosa, pero indican la presencia ideológica, en el partido, de la socialdemocracia.  

[11]  Los periodos de mayor división del PS coinciden con las grandes crisis del sistema de partidos en su conjunto. La peor de éstas es !a que cubre el fin de ios gobiernos radicales y el ibañismo, 1948-1958.  

[12]  La contradicción se observa entre la situación interna del PS (subordinación de las bases obreras a una élite de clase media) y su importancia en el sistema, donde la ideología marxista de esa élite, junto al PC, representaba la independencia ideológica de la clase obrera.  

[13]  Alan Angelí, Partidos políticos y movimiento obrero en Chile, México, Ed. Era, 1974.  

[14]  Se puede considerar que la acción del PS en 1969-1970 contradice los acuerdos de su XXII congreso, en Chillán, en noviembre de 1967. Véase Julio César Jobet, El Partido Socialista de Chile, vol. 2, pp. 127-141.  

[15]  En las elecciones parlamentarias de 1965, el PC obtuvo el 12.4% de los votos, y en 1969, el 15.9%. El PS obtuvo 10.3% en 1965 y 12.2% en 1969. Sin embargo, la Unión Socialista Popular, desprendida del PS entre las dos elecciones, obtuvo 2.2% en 1969. Dirección del Registro Electoral, Variación porcentual de los partidos, políticos, 1957-1971.  

[16]  La posición socialista está expresada en el discurso de Salvador Allende, "La Democracia Cristiana no es revolucionaria", Discursos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, pp. 9-19. Expresó la posición del PC su secretario general, Luis Corvalán, en su informe al XIII congreso del PC (10 de octubre de 1965).  

[17]  El PS pasó del 12.2% de los votos, en las elecciones parlamentarias de 1969, al 18.9% en 1973. El PC pasó del 15.9% en 1969 al 16.2% en 1973. Germán Urzúa Valenzuela, Diccionario político institucional de Chile, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1984.  

[18]  Alberto Martínez, "El área de propiedad social y mixta (APSM) del sector industrial durante el gobierno de la UP", Investigación Económica, México, UNAM, 36 (2), abril-junio, de 1977, pp. 27-82.  

[19]  No sólo el PS sufrió este proceso. Los partidos "chicos", de origen cristiano y otros, se vieron invadidos por jóvenes tecnócratas que hicieron, en algunos casos, carreras vertiginosas al ocupar cargos que en el aparato del gobierno correspondían a la "cuota" de sus partidos.  

[20]  Para mencionar sólo algunos sectores de esta procedencia, cabe citar el Movimiento Revolucionario Manuel Rodríguez (MR-2), y el Frente Revolucionario (FR), ambos desprendidos del MIR entre 1968 y 1969. Por otra parte, se incorporó al PS la disidencia de las Juventudes Comunistas, que tenía su centro en la Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de Chile.  

[21]  Gonzalo Martner, "La vía pacífica al socialismo", El Trimestre Económico, México, Fondo de Cultura Económica, 51(14), octubre-diciembre de 1984, pp. 761-809.  

[22]  La acción de los sectores de izquierda no incluidos en la UP, cuyo principal elemento era el MIR, se vio subordinada a la estrategia del gobierno y de los partidos que lo apoyaban. Sólo en el plano táctico podían plantear alternativas para lograr las metas establecidas en el programa de la UP.  

[23]  La mejor descripción de estos problemas aparece en los libros de Joan Garcés, El Estado y los problemas tácticos en el gobierno de Allende, España, Siglo XXI, 1974, y Allende y la experiencia chilena, Barcelona, Editorial Ariel, 1976.  

[24]  La posición institucionalista está claramente expuesta en la carta de Luis Cor- valán a Carlos Altamirano, del 6 de febrero de 1973. Luis Corvalán, Tres periodos en nuestra línea revolucionaria, Dresden, Verlag Zeit im Bild, 1982, pp. 127-131.  

[25]  La posición "de ruptura" está expuesta en el documento "Los comandos comunales, órganos de poder, órganos de combate de las masas", emitido por la Comisión Política del MIR en julio de 1973. "Mouvement de la Gauche Révolutionnaire. 1970-1973", Politique bebdo, París, abril de 1974, pp. 29-36.  

[26]  Esta contradicción se presta a una crítica fácil de estas organizaciones. Sin embargo, eso no ayuda mucho a explicarla. Lo que importa destacar es que la ideología expresa la visión que los partidos tienen de sí mismos y de su relación con las clases sociales, mientras que su organización expresa la relación que realmente tienen con el sistema político.  

[27]  No sólo eso. Partidos como el PS y el MAPU contenían organizaciones celulares, incrustadas en ellos como facciones.  

[28]  Luis Corvalán, "Intervención de resumen del Pleno del Comité Central del PC", 27 de julio de 1973, op. cit., pp. 141-145.  

[29]  La subordinación del PDC a la estrategia golpista culminó con el apoyo de sus diputados a la declaración de "ilegalidad de los actos del ejecutivo", del 23 de agosto de 1973.  

[30]  Véase Garcés, op. cit.  

[31]  Véase "Resolución política" del 23 congreso del PS, La Serena, 1971, y el discurso de Carlos Altamirano del 14 de agosto de 1973, en Maurice Najman (ed.), Le Chili est proche, París, Maspéro, pp. 37-40 y 74-80. )  

[32]  Sólo un ejemplo: la designación de Almeyda como secretario general fue aceptada por grupos de socialistas organizados en Austria, Suiza, Finlandia, Francia, Bulgaria, Hungría, Cuba, Estados Unidos, Luxemburgo, Yugoslavia, RFA, Suecia, Bélgica, RDA, Rumania, Checoslovaquia, Venezuela, Costa Rica, Inglaterra, Australia y Noruega, en una declaración suscrita por los encargados locales del PS en todos esos países.  

[33]  La junta del gobierno [. . .] "respetará la Constitución y las leyes de la República, en la medida en que la actual situación del país lo permita, para el mejor cumplimiento de los postulados que ella se propone". Artículo 3o del Acta de Constitución de la Junta de Gobierno, Santiago, 11 de septiembre de 1973.  

[34]  El decreto-ley núm. 77 (8 de octubre de 1973) prohibe y declara ilícitos los siguientes partidos: Comunista, Socialista, Unión Socialista Popular, Movimiento de Acción Popular Unitario, Radical, Izquierda Cristiana, Acción Popular Independiente y todos los que sustenten o coincidan con los principios marxistas. El decreto-ley núm. 78 (11 de octubre de 1973) declara en receso todos los partidos políticos y entidades, agrupaciones, facciones o movimientos de carácter político no comprendidos en el decreto-ley núm. 77.  

[35]  En varios momentos, la dictadura ha parecido querer organizar a sus partidarios, ya sea a partir del gobierno o "concesionando" alguna organización a sus allega- dos políticos, pero nunca se ha consolidado un proyecto de este tipo.  

[36]  He analizado, en otro trabajo, las relaciones entre la dictadura y la DC. "La Democracia Cristiana chilena. Trayectoria de un proyecto", México, FLACSO, 1985 (mimeografiado).  

[37]  Sólo un año después de iniciado el proceso de reactivación política, El Mercurio (17 de junio de 1984) señalaba los siguientes actores importantes: Alianza democrática (Democracia Cristiana, Social Democracia, Partido Radical, Derecha Republicana, Partido Socialista, MAPU-OC, Convergencia Socialista). Bloque socialista (Partido Socialista. Izquierda Cristiana, MAPU, MAPU-OC, Grupo por la Convergencia, Movimiento de Convergencia Universitaria). Grupo de los ocho (Unión Nacional, Unión Demócrata Independiente, Partido Nacional, Social Cristianismo, Democracia Radical, Movimiento de Acción Nacional, Talleres Socialistas Democráticos, PADENA). Movimiento democrático popular (Partido Comunista, Partido Socialista, MIR).  

[38]  Declaración pública del 13 de septiembre de 1973, firmada por Bernardo Leighton, Ignacio Palma, Renán Fuentealba, Fernando Sanhueza, Sergio Saavedra, Claudio Huepe, Andrés Aylwin, Mariano Ruiz Esquide, Jorge Cash, Jorge Donoso, Belisario Velasco, Ignacio Balbontín y Florencio Ceballos. Con posterioridad, y a petición de los afectados, se agregaron las firmas de Radomiro Tomic, Waldemar Carrasco y Marino Penna.  

[39]  El libro de Eduardo Frei, El mandato de la historia y las exigencias del porvenir, fue publicado por la Editorial del Pacífico, de Santiago, en diciembre de 1975. Al explicar a El Mercurio (3 de julio de 1976) su negativa a integrarse al Consejo de Estado formado por Pinochet, al que fueron invitados los ex presidentes de la República, Frei declaró: "No sería honrado y leal de mi parte integrar un organismo como éste si no estoy de acuerdo con las bases jurídicas que le dan origen, con sus atribuciones y representatividad." Citado en Óscar Pinochet de la Barra (ed.), El pensamiento de Eduardo Frei, Santiago, Editorial Aconcagua, 1982, p. 231.  

[40]  Decreto-ley núm. 1697 (11 de marzo de 1977). Declara disueltos los partidos no comprendidos en el decreto-ley núm. 77, y prohibe realizar o alentar toda acción de índole político-partidista.  

[41]  Véase Andrés Zaldívar, "La construcción de un nuevo proyecto social es un proceso de transición gradual", y Tomás Reyes, "Nuestra fuerza política y social al servicio de la recuperación democrática y en defensa de la justicia." Ambos documentos, preparados para una discusión interna de la DC en diciembre de 1976 y enero de 1977, respectivamente, fueron presentados por la dictadura como parte de una "conspiración" que justificaba la ¡legalización de la DC. La Tercera de la Hora, suplemento especial, 12 de marzo de 1977.  

[42]  Existen testimonios gráficos (películas) del acto de masas en el teatro Caupolicán, el 27 de agosto de 1980, donde el público recibe al principal orador, Eduardo Frei, al grito de "viva Salvador Allende".  

[43]  Véase Partido Comunista de Chile, "El ultraizquierdismo, caballo de Troya del imperialismo", Santiago, noviembre de 1975 (mimeografiado), y Jaime Gazmuri, Aprender las lecciones del pasado para construir el futuro, México, Ediciones Nueva Democracia, 1975.  

[44]  Partido Socialista de Chile (Coordinadora Nacional de Regionales, CNR), "Posición política", Santiago, abril de 1975. (Reproducido en México en agosto de 1975.)  

[45]  Se tienen noticias de organizaciones espontáneas de jóvenes, muy restringidas, que desmanteló la represión en los primeros meses después del golpe de Estado.  

[46]  Se puede decir que la UP existió como alianza de partidos, al menos en el exilio, hasta 1980. Ya en 1981, aparece un llamamiento de la "Izquierda Chilena" que incluye al MIR (México, 18 de septiembre de 1981).  

[47]  Véase, por ejemplo, la declaración del Comité Político Exterior de la Unidad Popular, reunido en Londres del 14 al 16 de octubre de 1975, en la que se destaca el efecto del rechazo de la DC a la propuesta de unidad. Partido Comunista de Chile, Boletín del Exterior, núm. 14, octubre-noviembre de 1975.  

[48]  El problema apareció abiertamente en enero de 1977, con las críticas de Julio Silva Solar al discurso que pronunció Luis Corvalán en Moscú el 4 de enero de ese año. El punto era la reafirmación, por parte de Corvalán, de la validez estratégica de la dictadura del proletariado. Chile-América, núms. 25-27, noviembre y diciembre de 1976-enero de 1977. 

[49]  La primera reunión de este tipo se realizó en Colonia Tovar, Venezuela, del 7 al 11 de julio de 1975. Las personalidades que asistieron fueron Bernardo Leighton y Renán Fuentealba, de la DC, y Aniceto Rodríguez y Clodomiro Almeyda, del PS. 

[50]  Genaro Arriagada Herrera y Claudio Orrego Vicuña, Leninismo y democracia, Santiago, Editorial Aconcagua, 1976. 

[51]  Harry Díaz, Peter Landstreet y María Teresa Lladser, Centros privados de investigación en ciencias sociales en Chile. Santiaeo, Academia de Humanismo Cristiano, 1984, registra información sobre 33 centros surgidos en los últimos 10 años. 

[52]  Guillermo Campero y José A. Valenzuela, El movimiento sindical en el régimen militar chileno. 1973-1981, Santiago, ILET, 1984. 

[53]  La adaptación de los partidos a las nuevas condiciones tuvo un alto costo. En 1977, la lista de desaparecidos incluía a once miembros del Comité Central del PC y a algunos de los principales dirigentes socialistas que habían quedado en el país, entre ellos Exequiel Ponce, Carlos Lorca, Ricardo Lagos y Ariel Mansilla. Los remplazaron cuadros jóvenes, o que aprendieron una nueva forma de hacer política. 

[54]  Véanse los trabajos presentados por Julio Silva Solar, José Antonio Viera Gallo, Sergio Bitar, Claudio Huepe, Pedro Felipe Ramírez, José Miguel Insulza, Esteban Tomic y Hermán Schwemberg en la reunión de Nueva York (1-5 de septiembre de 1976) auspiciada por el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, en Chile-América, núms. 25, 26, 27 de noviembre, diciembre de 1976 y enero de 1977, respectivamente. 

[55]  Primero, se reunieron cristianos y socialistas marginados en una crítica de los partidos y su representatividad social (Acta de Ariccia, Roma, 13 de enero de 1980, publicada en Cuadernos de Marcha, México, núm. 6 [segunda época], marzo-abril de 1980, p. 76). Después se reveló el verdadero contenido de los términos "renovación" y "convergencia", en el documento "Por la convergencia socialista", emitido en Milán (julio de 1982), en el que ya no figuran algunos de los que acudieron a Ariccia.&nnbsp;

[56]  "Por mucho que haya habido —y obviamente hubo— de específico en la revolución chilena, como en toda revolución, ninguna tesis del marxismo-leninismo podría ser cuestionada a la luz de esta experiencia. Al contrario, las confirma." Luis Corvalán, "Cómo se dio en Chile la vía no armada", en Los 1000 días de revolución, Praga, Editorial Internacional Paz Socialismo, 1978, p. 164.

[57]  Luis Corvalán, "El derecho del pueblo a la rebelión es indiscutible", discurso pronunciado el 3 de septiembre de 1980. 

[58]  A comienzos de 1974, el balance era: cuatro miembros del comité central y siete secretarios regionales muertos; 12 miembros del comité central y 20 secretarios regionales presos. 

[59]  "¡Al calor de la lucha contra el fascismo, construir la fuerza dirigente del pueblo para asegurar la victoria!", documento del comité central del Partido Socialista de Chile, Santiago, marzo de 1974 (reproducido en Berlín). 

[60]  "Entrevista a un dirigente de la Coordinadora de Regionales. Partido Socialista de Chile", París, Documentos, núm. 1, marzo de 1975, pp. 3-5. 

[61]  Sólo en septiembre de 1976, el secretariado exterior, en Berlín, exhorta a los militantes del partido que forman parte de los grupos denominados MR-2, Coordinadora de Regionales y Dirección de Consenso, a suspender sus actividades divisivas en un plazo de 30 días. PS en México, Departamento de Difusión, documento núm. 8, p. 14. 

[62]  En la entrevista mencionada en la nota 60, el dirigente entrevistado afirma: "De los 45 miembros elegidos en el último congreso general ordinario de La Serena, en este momento en Chile no Quedan más que cinco miembros de! comité central (incluido el secretario general de la Federación Juvenil Socialista). Estos miembros intentaron reorganizarse mediante la cooptación de otros, para integrarlos al comité central. Sin embargo, han fracasado en su intento de relacionarse con las bases del partido y expresar a estas bases, que es de donde ha surgido la Coordinadora." 

[63]  "Documento de marzo", especialmente pp. 19, 39, 46, 54 y 60-63. 

[64]  "Entrevista realizada al dirigente máximo de la CNR del PSCh. Chile, 7 de febrero de 1976" (mimeografiado).  

[65]  Entrevista personal a un asistente al pleno de La Habana. 124 

[66]  El episodio de las expulsiones fue muy turbio. Sin embargo, es claro que, sumando todo, el desprendimiento de la CNR no tuvo las características de una división del partido, como lo fue la escisión de 1979. 

[67]  En lo que se refiere a la política de la CNR, en particular a su línea de unidad por la base en las "comisiones obreras", éstas no figuran de ninguna manera en el desarrollo del movimiento sindical o político en todos estos años de dictadura. 

[68]  "La reunión mundial [de la CNR en el exilio] se realizó en mayo último [1978] en París. Todos sus acuerdos y proposiciones se encuentran en espera de ratificación por la COPOL, debido a que surgieron en su desarrollo divergencias de fondo y forma." Editorial de Revolución (órgano oficial de la CNR en el exterior), núm. 7, mayo- julio de 1978, p. 1. 

[69]  Una de estas características es la tendencia al fraccionamiento atomizador. La dirección interna de la CNR denuncia a militantes que, "movidos por un afán de caudillismo y oportunismo político, no han vacilado, en reiteradas ocasiones, en asumir fraudulentamente y a hurtadillas el nombre y representación de nuestra Dirección Nacional y de nuestra Comisión Política". Resistencia Socialista, núm. 10, enero-febrero de 1978, p. 11. Por otra parte, como continuación de la línea "de ruptura" durante el gobierno de la UP, la CNR establece acuerdos con los sectores que en otros partidos mantenían esa misma posición, MAPU, MIR, IC. Revolución, núm. 5, enero-febrero de 1978, p. 33. 

[70]  La adhesión a la CNR de Mario Palestro, caudillo de la comuna de San Miguel en Santiago, no deja de causar extrañeza. Su posición no es en nada semejante a los planteamientos más generales de la CNR. Véase Resistencia Socialista, núm. 9, octubre-noviembre de 1977, pp. 46-50. 

[71]  La actividad periodística de intelectuales con posiciones políticas identificares viene a sustituir la relación de los partidos con sus clientelas, entre los partidarios de la junta como en la oposición. Esta última va abriendo y ganando espacios en los medios de comunicación masivos. 

[72]  El socialismo chileno, según Altamirano, debe ser "no alineado, original". No debe apelar a ningún "dogma marxista-leninista". Declaraciones de Carlos Altamirano a Marcel Niedergang, Le Monde, 5 de mayo de 1979. 

[73]  Clodomiro Almeyda, "Todos los avances tienen un costo", entrevista realizada en Suecia, mayo de 1979 (mimeografiado). 

[74]  El MR-2 se desprendió del MIR a fines de los años sesenta. Durante el gobierno de la UP, se insertó en el PS, donde permaneció como facción organizada hasta 1979, cuando se integró al sector de Altamirano. Asistió al 24 congreso de ese sector con la pretensión de asumir la dirección, pero se vio frustrado. Dividió al PS 24 congreso, constituyéndose en PS 24 congreso - La Chispa, nombre de la facción tomado de su publicación periódica. 

[75]  Constitución Política de la República de Chile, 1980, capítulo III, artículo 19, 

[76]  "Nuestra propuesta: unidad y solidaridad frente a la crisis nacional", Convergencia Socialista (PS, MAPU, MAPU-OC, IC), Santiago, 1 de mayo de 1982. 

[77]  La variedad de argumentos en favor de esa posición está expuesta sintéticamente en Arturo Valenzuela, "Six Years of Military Rule in Chile", Washington, The Wilson Center, D.C., 1982, pp. 10-11. 

[78]  Sectores de la burguesía, representados corporativamente, entran en conflicto con la dictadura, especialmente los grupos de comerciantes, los camioneros y los productores de trigo. 

[79]  El periodo 1982-1984 es confuso en lo que se refiere a los intentos de reagrupación de múltiples organizaciones socialistas en medio de la reactivación política general que vive el país. Sin embargo, un acuerdo que reúne a los sectores que gravitan hacia las posiciones de la Alianza Democrática, comandada por la DC, se produce en septiembre de 1983, y se forma un comité central. A comienzos de 1984, la elección de Carlos Briones como secretario general provoca una nueva división, pero, en general, bajo el liderazgo de este secretario general se reafirma su organización como uno de los ejes de reorganización del PS.

[80]  Siguiendo los lineamientos de la Convergencia, este PS "renovado" incluye a líderes provenientes de los partidos "chicos" de origen cristiano. 

[81]  La Alianza Democrática surge en 1983, a partir de la reactivación de la dere- cha liberal y su agrupamiento con la DC. Se le suman los sectores socialistas "renovados". Véase "Manifiesto democrático", Santiago, 14 de marzo de 1983. 

[82]  Este acuerdo fue suscrito por "once corrientes de oninión de derecha, centro e izquierda, reunidas a raíz de un llamado que formuló el cardenal arzobispo de Santiago, monseñor Juan Francisco Fresno". Chile Democrático, Londres, octubre de 1985. 

[83]  Véase, por ejemplo, Clodomiro Almeyda, "La crisis polaca", México, 1982. 

[84]  El 24 congreso, organizado por el sector que encabeza Almeyda, se realizó a fines de agosto de 1985. Entre sus resultados destacan la reelección de Almeyda como secretario general y las coincidencias con otros sectores socialistas que comienzan a gravitar hacia este eje de reagrupamiento, entre ellos lo que queda de la CNR y el 24 congreso - La Chispa. 

Ricardo Yocelevzky. Licenciado en Sociología por la U. de Chile. Master of Letters por la Universidad de Aberdeen,
Magíster en Ciencia Política en FLACSO. Doctorado en Historia en Universidad de Warwick, Inglaterra.