OTRO MUNDO ES POSIBLE, UN MUNDO SOCIALISTA

El Partido Socialista
ante nuevos desafíos

Son tiempos de desafíos extraordinarios. Crecen serias amenaza en discursos populistas de una derecha cada vez más radical, enquistados en los años de visiones afantasmadas de quienes siguen soñando con un país en blanco y negro. Una vez más, es necesario consolidar un rumbo liderado por las fuerzas de izquierda y principalmente por nosotros, los socialistas… Quiénes aceptamos el reto como ya lo hicimos en el pasado.

El neoliberalismo imperante ha conseguido un triunfo excepcional que nadie puede negarle: la concentración más grande de la riqueza y el poder de la historia contemporánea y la fragmentación y desnaturalización de nuestras sociedades. Si las políticas económicas neoliberales han provocado una inestabilidad permanente y una sucesión de crisis nunca antes registradas, las estrategias culturales y la batalla ideológica han creado el caldo de cultivo para que brote desafección democrática y una derecha radical, un neofascismo que es incluso mucho más peligroso que el del siglo pasado, pues ahora se despoja de cualquier tipo de retórica o práctica protectora de las clases trabajadoras.

No en vano, quienes hasta ahora han sido los principales impulsores del neoliberalismo están empezando ya a reconsiderar la pertinencia de sus estrategias y la oportunidad de sus discursos y empiezan a hablar ya de "capitalismo inclusivo" del "gran reinicio"... y se disponen a poner a tope las máquinas de control del pensamiento humano que tienen a su servicio.

Las izquierdas de todo el planeta tienen, por tanto, una tarea también inconmensurable. Es imprescindible que emprendamos con determinación el camino de la reflexión estratégica, para diseñar un proyecto de cambio social y económico que permita a cada persona influir sobre la producción y su distribución y sobre la organización y condiciones de su vida laboral. Y como sociedad acometer las transiciones ecológica y digital con equidad, sin dejar a ninguna persona ni territorio atrás.

La principal carencia o debilidad de las izquierdas en la actualidad, tanto a nivel internacional como local, es la carencia de un diseño de proyecto transformador que pueda asumir los datos de la realidad, sino también, un tipo de práctica política y de militancia renovado, en donde, por cierto, las mujeres y los jóvenes deben tener una voz más fuerte y activa, que comporte empatía, humanidad, cuidado, complicidad y empoderamiento mutuo, entre las personas y las organizaciones que las representan y defienden.

Las sociedades cambian, el futuro nunca está escrito y son los pueblos quienes lo siembran, quienes labran las condiciones de vida que disfrutarán ellos mismos y sus descendientes. Los socialistas estamos en condiciones de enfrentarnos con éxito al reto histórico que tenemos por delante porque hay voluntad de hacerlo, inteligencia colectiva de sobra y una militancia que en muchísimas ocasiones lo ha dado todo por un presente y un futuro en el que quepan todas las personas. Con ese compromiso, entrega y espíritu de servicio, muchos compañeros y compañeras, simpatizantes y amigos del PS, esperan y anhelan la respuesta programática del Partido Socialista de Chile en estos tiempos de grandes transformaciones y cambios acelerados, donde se impone la incertidumbre global. Entendiendo que este cambio de era, donde seguramente la inteligencia artificial moldeará un futuro cargado de mejoras inimaginables y también de una increíble inseguridad, es un desafío de una tremenda complejidad e inciertas o ausentes certezas.

Los grandes avances en derechos humanos, sociales y políticos han venido siempre de la mano de gobiernos progresistas, laicos y democráticos en donde los socialistas han jugado un rol fundamental. La sanidad universal, las pensiones, el derecho a la educación, la sindicalización de los trabajadores, la integración del mundo de la discapacidad, el aborto, la lucha contra violencia de género o el matrimonio igualitario. También iniciando el debate sobre la eutanasia.

Nuestra prioridad es luchar contra todo tipo de opresión, discriminación y marginación, pero también es nuestra obligación continuar levantando una sociedad unida y fuerte, diversa, tolerante e incluyente que no olvida a nadie, que no deja caer a los más débiles ni a los más desfavorecidos, enfrentando a los fantasmas de la exclusión, de la xenofobia, las actitudes totalitarias, machistas y retrógradas. Con profunda voluntad democrática, los socialistas queremos acabar con las diferencias entre los que más y menos tienen, las fracturas entre ricos, que son cada vez más ricos, y pobres, que son cada vez más pobres. En una sociedad que fomenta el incremento de la desigualdad y la dificultad de generar relaciones estables y duraderas. La indefensión se vuelve un sentimiento cotidiano y el miedo al fracaso y a las dificultades del futuro, una realidad cotidiana en millones de chilenos.

Es el momento también de consolidar los logros y las conquistas en forma de derechos para los chilenos frente a las nuevas amenazas que nos quieren atar a un pasado peor. Y por supuesto, debemos avanzar hacia nuestra idea o proyecto de sociedad que no es otra que una sociedad heterogénea e inclusiva construida desde la interculturalidad, desde el respeto y la visibilidad sin impedimentos.