EL PARTIDO SOCIALISTA ES LA FUERZA COMANDANTE Y MOTORA DE LA REVOLUCIÓN CHILENA

22.01.2015 22:11

El Partido Socialista es la fuerza comandante y motora de la Revolución Chilena

A través de diferentes etapas (más de ocho décadas de recorrido en la historia contemporánea de Chile), acumulando un determinado bagaje histórico y de lucha a su perfil político e ideológico, el Partido Socialista ha conseguido mantener unas posiciones políticas que hacen que su trayectoria sea reconocible, como una trayectoria intransigentemente democrática, popular, de clase, netamente de izquierda, de acreditada coherencia política con los principios del socialismo, de lealtad a los trabajadores y el mundo popular, de comprobada capacidad de crítica y de propuesta, de compromiso de sus militantes con la acción política socialista en las organizaciones y movimientos sociales, y de trabajo serio para que desde las filas del Partido se contribuya eficazmente a reforzar estrategias y alianzas, siempre necesarias para la transformación social.

Con el aval de su trayectoria hasta el día de hoy, el PS tiene credenciales más que suficientes para defender con palabras y hechos, una visión plenamente actualizada de su proyecto político y que pretende contribuir a la modulación del mismo desde una visión que pone el acento en la tradición republicana con la que el socialismo se identifica, la visión social de lo económico que exige la idea de justicia que sostenemos, el compromiso con las libertades encaminado a una efectiva radicalización de la democracia, la apuesta por la igualdad social como seña de identidad socialista, el reforzamiento de la igualdad de género como compromiso con la "revolución feminista", la defensa del Estado de bienestar con políticas sociales (educación, salud, pensiones, deportes, discapacidad) encaminadas a que en verdad sea un Estado para la justicia, el respeto a la legalidad democrática como salvaguarda del Estado social y democrático de derecho, el más efectivo quehacer político contra cualquier forma de corrupción que se detecte en cualquier ámbito de la vida política, la exigencia de una laicidad consecuente para un Estado que ha de ser coherentemente democrático, la propuesta de una política de la interculturalidad para una sociedad de intensa diversidad de culturas, el apoyo a políticas que sean cauce efectivo para la protección del derecho a la cultura y el desarrollo cultural, la convicción de que la ecología no es un lujo, sino exigencia de supervivencia para una economía sostenible y justa, el latinoamericanismo como proyecto para una América Latina social y, el internacionalismo como compromiso de transformación solidaria en un mundo globalizado...

Con la implantación del modelo neoliberal se realizó un genocidio social con las modalidades más extremas de pobreza, mediante la adopción de políticas de destrucción del Estado y de la redistribución del ingreso resistidas por la clase dominante. Para superar efectivamente el modelo impuesto por la Dictadura hay que desarrollar un plan productivo que ponga los principales resortes de la economía en manos de los propios trabajadores. Por eso trabajamos a favor de una nueva modalidad de organización de la producción, que sustituya el imperativo de la rentabilidad por la planificación democrática gestionada directamente por quiénes viven de su trabajo, es decir el socialismo.

La crisis provocada por la clase dominante y este grupo social debe cargar con las consecuencias del drama que ha generado en el planeta. Especialmente durante las cuatro últimas décadas gozaron de total impunidad para llevar a cabo el mayor atropello económico y social de la historia y las víctimas de su acción depredadora ya han padecido suficiente hambre, miseria, marginación y opresión. Llegó la hora de que los expropiadores del salario, los ingresos y los ahorros de la mayoría de la población paguen la factura del desastre social que han provocado en su aventura.

En definitiva y entendiendo que la recuperación del instrumento político de la clase como herramienta de cambios; es imprescindible para superar el actual estado de cosas:

Porque la riqueza producida por el país, debe dejar de concentrarse en una pequeña elite económica, generadora de una inaceptable desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza.

Porque el crecimiento económico debe condicionarse a una estrategia de desarrollo social equitativo y participativo, territorialmente autónomo y descentralizado.

Porque debemos proteger a las amplias capas de la población que se les ha vulnerado endeudándolas.

Porque nuestra obligación es luchar por profundizar la democracia, que esta cautiva y atada a los intereses de una minoría al servicio de la banca y los grupos económicos nacionales y extranjeros que impiden el real ejercicio democráticos del país y fortaleciendo las organizaciones sociales, de los trabajadores y del pueblo.

Porque no dejaremos de entregar el apoyo desidido y constructivo al programa de gobierno que encabeza la compañera presidenta Michelle Bachelet y su tarea transformadora.

Porque tenemos que democratizar esta institucionalidad que permite la usura de la banca, las casas comerciales, las Isapres, las farmacias, proveedores de servicio de salud, educativos y demases sectores de alta concentración económica. que sin límites buscan maximizar sus ganancias.

Porque debemos terminar con la política desatada de privatizaciones que han impulsados la derecha y los gobiernos de la concertación en Chile

Porque una nueva Constitución debe sostener la primacía de los intereses colectivos o comunitarios, asegurando en ella la regulación de la economía, la propiedad social y los derechos fundamentales de la población, por sobre la absoluta prioridad a la propiedad privada y los mercados.

Porque no se puede seguir tolerando el discurso hóstil y la acción de rapiña de la derecha que continúa bregando por la privatización de la educación, siendo que esta es un derecho y no un bien de consumo sometido al mercado, lo mismo que la salud y las pensiones. Derechos básicos humanos fundamentales.

Porque la lógica capitalista nos conduce a un desarrollo económico insustentable, que mantiene las desigualdades poniendo seriamente en riesgo la perdurabilidad de la especie humana en una perspectiva de barbarie, hace más urgente que nunca una sociedad socialista como sistema superior. Solo la organización social y el poder popular de los trabajadores; es la garantía de profundizar la democracia.

 

Que hacer:

Es necesario una Dirección que se empeñe en realizar las transformaciones necesarias que se desprenden de la fundamentación precedente.

Es necesario por tanto, un partido con propósitos políticos en su funcionamiento, disciplinado y organizado en lo orgánico, con fuerte vinculación en el movimiento de masas y muy en particular con las organizaciones sindicales, eliminando el serio divorcio entre partido y clase trabajadora.

El Partido debe ser dirigido por sus mejores militantes para volver a dignificar el ejercicio dirigente, ser un ejemplo de transparencia y democracia interna, de respeto a su institucionalidad. De aplicar estas medidas, sin dudas que la ciudadanía y el pueblo trabajador, avanzará a pasos agigantados hacia nuestros objetivos estratégicos socialistas.

Es necesario por tanto formar a nuestra militancia, abriéndose la necesidad de implementar una escuela de cuadros permanente, y no de operadores fraccionales; con el propósito de fortalecer la teoría socialista en los diferentes niveles orgánicos del Partido. (núcleos, comunales, provinciales y regionales)

El Partido debe recuperar su propósito histórico transformador y su prestigio histórico que se ha ido desfigurando en estos últimos 25 años. La globalización hegemónica de los neoliberales solo sirve al imperio capitalista.

Al hacer valer estas líneas de acción el PS ha de diseñar una estrategia política y unos modos de acción coherente con los objetivos de transformación social en clave de justicia que han de serle propios.

Es incongruente que un partido socialista pretenda llevar a cabo su política a base de pactos con la derecha neoliberal. Una política de carácter transformador y emancipatorio no puede realizarse pactando con quienes se oponen a esas pretensiones y diseñan sus políticas en dirección contraria. En consecuencia, las bases del PS, como han venido propugnando una y otra vez, pero con más razón en los actuales momentos de significativas transformaciones económicas, sociales y políticas que vive el país, va a defender con ahínco la necesidad estratégica de defender la pluralidad de la Nueva Mayoría y su diversidad, propugnado que se convierta en un referente político que nos lleven más allá de lo electoral, coyuntural o táctico.

Todo lo expuesto, como elenco de ideas para contribuir a que el PS tenga una más eficaz acción política y se dote de una mejor organización, con funcionamiento claramente democrático y participativo, se apoya en la premisa de que tiene plena razón de ser nuestra tarea política, cuestión para la que tenemos respuestas, partiendo del análisis acerca de lo que el Partido Socialista puede y debe seguir aportando a la realidad política chilena, al servicio de la ciudadanía, recogiendo el legado de quienes nos precedieron desde la fundación del partido: Eugenio Gonzalez, Marmaduque Grove, Oscar Schnake, Salvador Allende, como partido de trabajadoras y trabajadores manuales e intelectuales al servicio de su propia emancipación.

A ese componente de memoria histórica hay que añadir la convicción acerca de que el Partido Socialista puede poner su proyecto al día como proyecto de transformación social desde una clara y reconocible ubicación en la izquierda y a partir de la renovación interna necesaria y suficiente para que sea considerado por la ciudadanía como fuerza política creíble y fiable, capaz de dialogar y proponer, de debatir y actuar, de incidir en el presente para ganar un futuro distinto.

Otro tipo de sociedad más igualitaria, solidaria y justa es posible si la batalla por el programa que proponemos apunta a forjar un horizonte socialista. Si permanecemos en la lucha sabiendo que la tarea es dura y difícil es porque, a pesar de ello, mantenemos la convicción de que no tenemos derecho a vacilaciones y abandonarla.

Estocolmo, 22 de enero de 2015