OTRO MUNDO ES POSIBLE, UN MUNDO SOCIALISTA
Vida y Obra
de Karl Marx
A) VIDA Y OBRA DE CARLOS MARX
Algo más que un amigo...a cerca de Federico Engels
En Londres, la capital de la industrialización
B) LAS FUENTES DEL PENSAMIENTO DE KARL MARX
1.2 Feuerbach y la alienación religiosa.
1.3 Marx, de la alienación a la explotación.
2. La Economía Política inglesa.
2.1. La Economía de la Economía Política.
2.2. La Política de la Eco nomía Política.
3. El Socialismo francés o utópico.
4. ¿Economista, político, filósofo, historiador?
A) Vida y Obra de Karl Marx
Marx nació en Tréveris, en la Renania alemana, el 5 de mayo de 1818 en el seno de una familia de ascendencia judía. Su padre que - había abandonado sus creencias y costumbres judías y se convirtió al protestantismo- ejercía de abogado y era leal a la autoridad del rey de Prusia, Federico Guillermo III, quien había planteado una abierta hostilidad hacia la comunidad judía y todo aquello que no fuera “alemán” tras la derrota de Napoleón. En este ambiente de censura y presión sobre las creencias de la familia creció Marx que terminó por rechazar cualquier forma de vida o institución religiosa, tal como lo expresó en el libro Sobre la cuestión judía (1844).
Durante su infancia estuvo acompañado por su vecino que le proporcionaba lecturas y charlas que Marx recordaría durante toda su vida. Aquel amigo sería más tarde su suegro ya que se casaría con su hija.
En la universidad
En su adolescencia ya destacaba por su inteligencia y su curiosidad intelectual. Su padre quiso que siguiera la carrera de derecho al igual que él, así que lo envió a Bonn, ciudad en la que tan sólo estuvo un año. Se trasladó a Berlín en cuya universidad se encontró con la nueva filosofía alemana que dominaba la casi totalidad de la vida universitaria: el hegelianismo. Se sintió tan fuertemente atraído por ese pensamiento que abandonó las clases de derecho. Junto a otros pensadores como L. Feuerbach, Max Stirner y Moses Hess interpretó el método dialéctico de Hegel, pero aplicándolo a condiciones materiales de la vida real de la humanidad. Tras las críticas al hegelianismo oficial, que era un movimiento reaccionario, algunos miembros de la universidad se dedicaron a desarrollar otra interpretación de la realidad a partir de la dialéctica de Hegel. Éstos eran llamados los “jóvenes hegelianos”.
Por aquel entonces, algunos burgueses radicales de Renania, que tenían puntos de contacto con aquellos hegelianos (también llamados hegelianos de izquierda), fundaron en Colonia un periódico de oposición: La Gaceta Renana (cuyo primer número salió el 1 de enero de 1842). Se propuso a Marx y a Bruno Bauer que fueran sus principales colaboradores; en octubre de 1842 Marx se convirtió en el redactor en jefe del periódico y se trasladó de Berlín a Colonia. Su trabajo en la Gaceta Renana (1842) le valieron muy pronto un enfrentamiento político muy serio con las autoridades prusianas. En esos artículos expresaba lo que ya sería su preocupación intelectual y vital a lo largo de su vida: las condiciones legales, laborales, sociales y económicas en las que vivían los campesinos del Mosela, los pobres que robaban madera podrida de los bosques circundantes y todos aquellos grupos marginados de la sociedad. Al Diario el gobierno lo sometió primero a una doble y luego a una triple censura, para decidir más tarde, el 1 de enero de 1843, cerrarlo definitivamente. Marx se vio obligado a dejar la redacción antes de esa fecha, sin que su salida lograse tampoco salvar el periódico, que dejó de publicarse en marzo de 1843.
En el París revolucionario
Entonces Marx emprende su camino de agitador político hacia un exilio definitivo fuera de su país; su primer destino fue París, la capital revolucionaria de los siglos XVIII y XIX. En París, bajo la dictadura tolerante de Luis Felipe, Marx fue configurando de un modo casi definitivo las grandes líneas de su pensamiento y de su acción revolucionaria.
En 1843 Karl Marx se casó con Jenny Von Westphalen en contra de los deseos de la mayoría de su familia. Con ella emigró a París. En esta ciudad conoció a Frederich Engels, un inglés hijo de un industrial que sería su amigo y compañero de luchas para el resto de su vida. Ambos pensadores colaboraron y se apoyaron en la construcción de todo una teoría económica, política y social que siglos después sigue despertando interés.
Las obras de aquella época revelan ya el sentido crítico de su obra pues de ellas se aprecia la crítica a todas las fuentes filosóficas anteriores. Parte de la crítica a la Filosofía del Derecho y de la Historia y del Estado de Hegel y se adentra en la crítica a la Economía Política inglesa con sus Manuscritos Filosóficos (1844). Sus lecturas de los economistas ingleses (Adam Smith y David Ricardo) y de los socialistas franceses (Proudhon, Saint-Simon, Fourier) le obligan a replantear su hegelianismo de modo ya definitivo y a tratar de elaborar un nuevo pensamiento del ser humano, de la sociedad y de la historia. Sus críticas a la filosofía idealista alemana de corte hegeliano como la Bruno Bauer son ya demoledoras (así lo escribe en La Sagrada Familia,1845) y su rechazo radical de toda forma de socialismo romántico es patente en su obra La miseria de la filosofía (1847). Esta obra es una crítica al pensamiento de Proudhon. Que escribió una obra con el título La filosofía de la miseria. La construcción de nueva teoría de la historia y de la sociedad tiene ya como único objetivo para Marx la revolución social y el cambio del orden capitalista.
Algo más que un amigo... acerca de Frederich Engels
Friedrich Engels nace el 28 de noviembre de 1820 en Barmen (Inglaterra), donde su padre posee una fábrica textil. Cursa sus estudios en Barmen y Eberfeld y luego pasa dos años en Manchester donde observa la miseria de la clase obrera, que describe en “La situación de las clases trabajadoras en Inglaterra” (1845). Sus análisis se unen a los de Karl Marx, al que conoce en París en agosto de 1844, participando en el “Manifiesto Comunista” (1848).
Su empleo en Manchester, en una empresa financiada por su padre, le permite ayudar materialmente a Marx.
Participa en los trabajos de la Primera Internacional y publica una serie de obras como el “Anti-Duhring”, donde critica los puntos de vista del profesor Karl Eugen Duhring y constituye una exposición sistemática de los problemas filosóficos y científicos que Marx no había tratado.
En “La dialéctica de la naturaleza” (1873 y 1886, inacabada y publicada en la URSS en 1925), Engels aún lleva más lejos la generalización filosófica. De los resultados de las ciencias naturales, extrae la afirmación de que la naturaleza obedece a las leyes dialécticas.
El materialismo dialéctico se convertía en una concepción total del mundo, sobre la que cabe la pregunta de hasta qué punto permanecía fiel a la idea marxista del “fin de la filosofía”.
A la muerte de Marx, en 1883, Engels le sustituye en su papel teórico y político. Publica el segundo y tercer libro de “El Capital”. Desempeña un papel muy importante en la dirección de la Segunda Internacional. En “El origen de la familia, la propiedad privada y del Estado” (1884) utilizó los trabajos del antropólogo Lewis Morgan para desarrollar la concepción materialista de la preshistoria y la teoría marxista del Estado. Muere el 5 de agosto de 1895.
El Manifiesto Comunista
En 1845, por el insistente pedido del gobierno prusiano, Marx fue expulsado de París como revolucionario peligroso. Se trasladó a Bruselas. En la primavera de 1847, Marx y Engels se incorporaron a una sociedad secreta de propaganda, llamada la Liga de los Comunistas, en la cual en su II Congreso (noviembre de 1847, en Londres) tuvieron destacada participación y por encargo del cual escribieron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, que apareció en febrero de 1848. El Manifiesto comunista ha sido el libro más leído por todos los revolucionarios del siglo XIX y XX. En ese libro se hallan escritas de forma sencilla las ideas fundamentales que han alimentado las esperanzas de millones de seres humanos hasta hoy.
Marx vio en las revoluciones de 1848 , que se extendieron por toda Europa, el signo de una victoria final sobre el capitalismo que llevarían a la implantación de sus ideales sociales en todo el mundo. Sin embargo la realidad fue otra y tras el fracaso de las revoluciones de París y Alemania Marx experimenta cambios importantes en su visión de cómo se va a realizar el cambio del capitalismo a una sociedad igualitaria.
En Londres, la capital de la industrialización
En 1849 marchó a Londres, capital de un imperio industrial y financiero y de una época regida por la moral victoriana, conservadora y burguesa. Allí vivió aislado del ambiente intelectual inglés rodeado por su familia, en medio de graves penurias económicas y de diversas enfermedades que únicamente la inquebrantable amistad y el soporte económico de Engels conseguían aliviar. Durante su estancia en la capital británica era conocido por sus largas visitas al Museo Británico, donde leía multitud de libros y perfeccionaba su comprensión del inglés.
Colaboró en revistas y periódicos de diferentes países, sobre todo en el New Herald York Tribune, y tuvo intención de emigrar hacia Estados Unidos pero no lo pudo hacer. En Londres, con la ayuda de Engels, forjó sus obras más completas del materialismo histórico y dialéctico, que nunca fueron un tratado sistemático ni un dogma cerrado de interpretación de la realidad. En 1859 apareció su obra Contribución a la Crítica de la Economía Política y en 1867 el primer volumen de El Capital, en el que ya aparece la síntesis marxista que recoge todas las aportaciones anteriores (economía inglesa, materialismo francés y alemán, dialéctica hegeliana, socialismo...), pero fundidas en un nuevo modo de comprender la naturaleza y la historia: el materialismo histórico, una nueva forma de comprender la historia de la Humanidad. Los siguientes volúmenes de El Capital (segundo y tercero) no pudieron ser publicados durante su vida y son obras póstumas.
Sus restantes obras del período londinense muestran un Marx sumamente interesado por la historia y por la sociología. Así escribió el 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852), La Guerra Civil en Francia (1871) y Crítica al Programa de Gotha (1875). En este período participa como impulsor en la organización de la Asociación Internacional de Trabajadores (1864), conocida más popularmente como La Internacional. Los últimos años de la vida de Marx, trascurrieron con sesiones de trabajo junto a Engels, paseos con su familia los fines de semana, atención a las cartas de numerosos revolucionarios del mundo o aprendiendo ruso. Sus últimos años fueron tortuosos debido a la pobreza y la enfermedad que le minaba las fuerzas para escribir la obra que Marx consideraba más importante: El Capital.
Murió en el año 1883, tras haber realizado una obra teórica y revolucionaria de las más importantes de su siglo.
B) Las fuentes del Pensamiento de Karl Marx
En este texto clásico, titulado Las tres fuentes del Marxismo, Lenin enumera y expone brevemente estas tres fuentes: lo mejor de la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
“La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una ”secta perniciosa”. Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad regida sobre la lucha de clases no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo u otro, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar una ciencia imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital.
Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de una doctrina encerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la civilización mundial. Al contrario, el genio de Marx estriba, precisamente, en haber dado solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es completa y armónica y ofrece a los hombres una concepción del mundo íntegra, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el sucesor legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
Vamos a determinar brevemente en estas tres fuentes del marxismo, que son, a la vez, sus tres partes integrantes” (Tres fuentes del marxismo. V.I. Lenin. Ver texto 1 completo en el bloque 4).
Engels y Marx mismo eran conscientes de que éstos eran pilares básicos de su pensamiento, así que, remedando a Lenin en su esquema, intentaremos explicar de forma clara estas tres fuentes que convergen en el río del pensamiento de Carlos Marx.
1. La Filosofía Alemana
El término “dialéctica” viene de la Grecia Clásica y está relacionado con diálogo, con lo que no es raro que Platón llamase dialéctica a la forma de conocimiento más elevado si recordamos que todas sus obras están escritas en forma de diálogo. El sentido que le da Hegel tiene también mucho que ver con el diálogo.
Para Hegel la dialéctica es un esquema lógico, un método del pensamiento por el que las ideas se suceden unas a otras y van desarrollándose. Este esquema, aplicado a la realidad, da como resultado una concepción del mundo que va progresando a lo largo del tiempo gracias a sucesivas contradicciones.
Veamos primero en qué consiste el método dialéctico y luego veremos algunas aplicaciones que nos permitirán entenderlo mejor.
La dialéctica para Hegel es un proceso que tiene tres momentos:
- El Primero de ellos es la Tesis, posición o afirmación.
-El Segundo la Antítesis, negación o contradicción.
-El Tercer momento es la Síntesis, la negación de la negación o la superación de la contradicción.
Podemos poner un ejemplo del mismo Hegel, lo que él llamó “la dialéctica de la libertad”:
-Posición: todos deseamos ser absolutamente libres, sin trabas en forma de reglas que nos impidan hacer lo que queramos.
- Contradicción: descubrimos que algunas reglas, como las de no pegarnos o robarnos unos a otros nos benefician porque vivimos más tranquilos, así que sacrificamos nuestra libertad.
- Superación de la contradicción: terminamos considerando que reglas como las contrarias a la violencia o al robo no son límites a nuestra libertad, sino que parte de nuestra libertad está precisamente en acatar dichas reglas, en elegir seguirlas libremente.
Lo que antes era contradicción ha quedado superado y englobado dentro de nuestra libertad. En este tercer momento hemos hecho síntesis de los dos anteriores, nos seguimos sintiendo libres habiendo superado la contradicción de la antítesis. Puede decirse que hemos avanzado, que nuestro movimiento ha sido de progreso.
Una imagen que nos puede dar una idea del progreso dialéctico es una espiral en movimiento, la síntesis anterior se convierte en la tesis del siguiente círculo y así sucesivamente. Por lo tanto, pensar dialécticamente consiste para Hegel en buscar las relaciones de oposición de los conceptos, superarlas, e integrar lo obtenido en una totalidad superior a la que a la vez se le encuentra una relación de oposición que será a su vez superada...
Aplicando este esquema a la Historia podemos entender con Hegel que los procesos históricos no tienen un desarrollo progresivo y lineal, sino, como hemos visto, un desarrollo de tipo circular o espiral.
Pero, ¿cuál era para Hegel el motor de ese movimiento dialéctico que encontramos en el desarrollo de la Historia? ¿Qué es lo que hacía progresar el mundo paso a paso, síntesis a síntesis? Era el Espíritu o la Idea.
Hegel ve la Historia de la Humanidad como el desarrollo de la Idea según el esquema dialéctico. Lo que hace la Idea es llegar al autoconocimiento en este recorrido.
1. La idea en sí, se afirma a sí misma en la existencia. Tesis.
2. La Idea se sitúa fuera de sí, queda alienada o enajenada, se ve a sí misma desde fuera. Antítesis.
3. La Idea para sí. La idea supera la contradicción y vuelve a estar consigo misma, pero al verse desde fuera se ha conocido, ha llegado a la autoconciencia. Por haber llegado al conocimiento de sí misma, en este tercer momento se dice que la Idea es para sí, en vez de en sí.
1. 2. Feuerbach y la Alineación Religiosa
Desde su punto de vista ateo y materialista Feuerbach tenía que responder ante la evidencia de que muchos hombres, tal vez mayoría, creyesen en cosas tales como Dios y un mundo futuro en el que prevalecería la justicia y en el cual se verían recompensados o castigados los actos realizados en éste.
Para responder centró su atención en el Hombre, en vez de hacerlo en preguntas que requerían respuestas metafísicas sobre, por ejemplo, la inexplicable existencia del mundo o de Dios. Tal vez por ello se dice que su ateísmo es humanista.
Y una vez centrada la atención en los hombres, Feuerbach se da cuenta de que las cualidades con que éstos pintan a los dioses son precisamente las que ellos desean para sí, y que las características con que imaginan el “otro mundo” son exactamente las que echan en falta de éste. Dios es inmortal y todopoderoso. En el “cielo” reinan la justicia, la abundancia, la armonía, la permanencia... todo aquello de lo que se carece en la tierra. Todas estas ideas de seres y mundos inmateriales no son más, entonces, que ilusiones que tienen los hombres como compensación a las miserias y desgracias de este mundo. El origen de la religión es completamente psicológico, la razón de la existencia de las ideas religiosas hay que buscarla en este mecanismo de la mente humana que inventa mundos y seres maravillosos para compensar el sufrimiento real.
Gracias a este mecanismo psicológico de invención de ilusiones, el hombre religioso ha quedado “alienado”. El término viene del latín, alienus, que significa “ajeno”, así que un hombre alienado es un hombre ajeno a sí mismo. Un hombre alienado es, entonces, un hombre cuya esencia de hombre le es ajena, cuya esencia está en algo exterior a sí mismo o su humanidad.
Un hombre alienado por la religión es un hombre que pone su esencia en las ideas religiosas y se olvida de sí mismo. Por ejemplo, está en la esencia humana el ser feliz y buscar la felicidad, pero un hombre alienado por la religión traspasará su felicidad a ese mundo futuro en vez de buscarla y cumplirla en este mundo, el único que conoce.
Sin embargo, cuando el hombre llega darse cuenta de esto, de que él mismo es el creador del Ser Superior al que se ha subordinado, alcanza la autoconciencia y se libera de la alineación.
Siguiendo el patrón del esquema dialéctico, lo que Feuerbach ha hecho es sustituir la idea de la Idea por la idea de Hombre. Usa la dialéctica como ley del desarrollo humano, igual que Hegel la usó como ley de desarrollo histórico o de desenvolvimiento de la Idea.
1. El Hombre en sí. (Que no se conoce)
2. El Hombre fuera de sí. Se proyecta a sí mismo, perfeccionado, al exterior, e inventa a Dios, un Ser Superior al que se subordina. Queda alienado por la religión
3. El Hombre para sí. Ha descubierto, “al verse desde fuera”, que los atributos que le daba a Dios son sus propios atributos. Al conocerse a sí mismo, y con ello la raíz de su alineación, la hace desaparecer.
1.3. Marx, de la Alienación a la Explotación
a) Las dos relaciones fundamentales del Hombre (de la persona).
Marx hace la siguiente crítica a Feuerbach: Feuerbach no es materialista porque cuando nos habla del hombre lo hace como de una idea en abstracto, sin tener en cuenta sus relaciones con la Naturaleza y con lo demás hombres.
Cuando Marx piensa en los hombres lo hace teniendo en cuenta estas relaciones, porque estas relaciones son parte integrante e indispensable de lo que es una persona. Imaginemos la diferencia entre el hombre de Feuerbach y el hombre de Marx.
Lo primero que Marx encuentra de su hombre es que necesita comer para vivir, y para comer transforma la naturaleza sacando provecho de ella: recolecta frutos, caza, cultiva la tierra, pastorea… Las personas, para vivir, para seguir siendo personas, necesitan producir una serie de cosas, empezando por los alimentos y siguiendo por la ropa, los instrumentos de caza y cultivo, lo necesario para su cobijo, etc.
La producción de esta serie de cosas es la actividad fundamental que tienen que llevar a cabo los hombres. Antes que hacer cualquier otra cosa, inventar las matemáticas, descubrir leyes físicas, pensar en Dios…, los hombres tienen que tener cubiertas sus necesidades básicas.
Estas necesidades, esta exigencia de producir para vivir, la cubre la transformación de la naturaleza. También absolutamente fundamental son las relaciones que los hombres mantienen con sus semejantes, a los que se encuentra unido, además de por lazos afectivos, por la necesidad que tienen de producir.
Escuchemos a Marx en su Trabajo asalariado y Capital: “En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para actuar en común y establecer intercambio de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de éstos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la producción.”
Estas relaciones de producción pueden tomar y de hecho han tomado diferentes formas a lo largo de la Historia del hombre. Entre la ayuda mutua y la esclavitud más violenta existe un amplio abanico de formas de producción y formas de explotación que podemos adivinar nosotros mismos. Nos puede servir de ayuda hacer un recorrido histórico: Antigüedad (esclavitud violenta o a la fuerza), Edad Media (Feudalismo y relaciones de vasallaje), Capitalismo (esclavitud asalariada)…
b) De la alienación religiosa a la explotación económica
Empezamos con Feuerbach hablando de Religión y hemos terminado hablando de Economía. ¿Cuál es, para Marx, la relación entre ambas?
Para Marx el problema de la alienación religiosa tiene, mayormente, una solución económica. Según Feuerbach la persona alienada por la religión lo es porque le faltan las cosas necesarias para ser feliz en este mundo, así que lo primero que hay que hacer, piensa Marx, es darle precisamente esas cosas que le faltan y que le permitirán buscar su propia felicidad. En un mundo sin miseria, piensa Marx, la religión no tendría razón de ser.
La alienación o explotación económica consiste, más o menos, en que los productos de tu trabajo te son alienados por una fuerza ajena que se los apropia y los hace suyos. Acabando con esta explotación que produce miseria se acabaría, según Marx, con ese otro problema que parece tan lejano.
2.- La Economía Política Inglesa
Bajo este rótulo encontramos a una serie de autores entre los cuales destacan Adam Smith (1725-1790), considerado el fundador de la Ciencia Económica, y David Ricardo (1772-1883).
En sus escritos, estos autores propusieron una serie de reformas políticas que afectaban a la organización económica de su país, e hicieron diversos análisis de los fundamentos económicos de la sociedad en que vivían.
Será útil para nosotros/as dividir estos dos grupos de ideas: reformas políticas y análisis económicos (o Política de la Economía Política y Economía de la Economía Política), porque a la hora de tratar la crítica de Marx a estos pensadores comprobaremos que, si bien se declara adversario absoluto del primer grupo de ideas, también se reconoce deudor en gran parte de las segundas. (El mismo Lenin ya citado consideraba a Marx como el culminador de la Economía Política.)
2.1. La Economía de la Economía Política
Aquí sólo mencionaremos, para que nos suenen, algunos temas que Marx tomó, tras una crítica previa, de estos autores. Donde realmente se verán desarrolladas algunas de estas ideas es en el bloque 3: El Capital.
En su obra La riqueza de las naciones expone Adam Smith la teoría de la división y especialización del trabajo como mecanismo adecuado para acrecentar la producción. Y sin embargo, a pesar de resaltar las ventajas económicas de este método, también señala las consecuencias negativas que puede reportar al trabajador repetir una acción puramente mecánica durante horas.
Thomas Robert Malthus (1776-1843), publicó en 1789 su Ensayo sobre el Principio de la Población, donde exponía una “ley de la población” según la cual el crecimiento de la demografía era geométrico (2, 4, 8, 16, 32…), y el de los medios de subsistencia era aritmético (1, 2, 3, 4, 5…). Si esto era cierto en poco tiempo la población mundial sería demasiada para que hubiese alimentos para todos, así que una de las medidas a tomar era el control de la natalidad. Basándose en esta supuesta ley se justificaban también guerras y hambrunas, que reducían el número de habitantes “a su justa medida”. Marx y Engels detestaban profundamente esta supuesta ley, que pronto, como más adelante veremos, quedará desacreditada.
David Ricardo elaboró en su obra Los principios de la Economía Política y Tributación, la que se llamó “ley de hierro de los salarios”, según la cual el precio de cada trabajo es fijado de forma natural: coincide exactamente con el coste de la subsistencia del trabajador.
John Stuart Mill (1806-1873) superó la “teoría clásica del valor” al llamar la atención sobre la importancia de la utilidad del producto junto al coste de producción del mismo. Según esta teoría el coste de un producto viene determinado por su coste de producción (el dinero invertido en su fabricación), Mill apunta que la utilidad del producto es un valor a tener en cuenta a la hora de poner el precio final.
2. 2. Política de la Economía Política
Las reformas políticas que propusieron estos pensadores se centraban en las ideas de democracia y libertad. Se hablaba de democracia como contrapunto a los regímenes autoritarios monárquico y aristocrático, y se pretendía ver en ella un gobierno de y para el pueblo, que los tuviese a todos en cuenta.
La idea de la democracia estaba íntimamente ligada con la de libertad: se pedían libertades políticas, pero sobre todo lo que se pedía era libertad económica,
La principal doctrina económica del liberalismo se llama “laissez faire”, dejar hacer, y estaba dirigida a combatir la intervención del gobierno en los negocios de los súbditos. En aquella época el gobierno del país decidía los precios a los que debían venderse las mercancías o ponía aranceles a ciertas mercancías para proteger a los productores nacionales.
Según los economistas liberales esta intervención de los gobiernos en la Economía de los países era la causante de muchos de los males que se vivían en el campo de la producción y distribución económica, males como la pobreza de la mayoría y el privilegio de unos pocos. Si los gobiernos dejaran de meter las narices, dijeron, la Economía se regularía a sí misma por medio de mecanismos y leyes internas que harían mejorar sensiblemente la situación de todos.
La principal de estas leyes reguladoras era la ley de la competencia, por la cual los precios de las mercancías tenderían a situarse en un mínimo aceptable (su “precio natural”), al tener los productores que competir a la hora de vender.
Otra de estas leyes es la ley de la oferta y la demanda: cuando hay demanda de un producto suben los precios hasta que, con la oportunidad de ganar más dinero, los fabricantes se dedican a fabricar más ese producto, y la oferta llega a superar a la demanda. Entonces los precios bajan hasta un mínimo más bajo que antes. Vamos a poner un ejemplo porque esta ley es fundamental para comprender el pensamiento económico de la época.
Supongamos que un año, por culpa de una mala cosecha de trigo, el precio del pan se duplica. Los agricultores verán la oportunidad, y donde antes plantaban cebada ahora plantan trigo. Pero obviamente esa misma idea la han tenido muchos agricultores, así que al año siguiente hay excedentes de trigo, sobra trigo, o no existe tanta demanda para la oferta que hay. El precio del trigo queda reducido a la mitad.
La balanza de la oferta y la demanda, decían, acaba equilibrando los precios a una medida justa según el trabajo que haya costado producir las mercancías.
Sobre estas dos leyes económicas, principalmente, establece Adam Smith su teoría de la “Mano invisible”. Según Smith existe una especie de mano invisible que regula los mercados hacia un orden armonioso, en el que unos no pueden ganar siempre mientras que otros siempre pierden. De aquí que la intervención del los gobernantes sólo consigue desestabilizar este orden y empeorar las cosas, que tan bien irían de no intervenir éstos promulgando leyes que afecten a la Economía.
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2. 3. Crítica de Marx
A la idea de democracia. La crítica de Marx es simple: el hablar de democracia era, para la clase burguesa, hablar de la forma en que podían acceder al poder político, ocupado por entonces por completo por la clase terrateniente aristócrata. Los intereses económicos de estas dos clases eran contrapuestos: el ejemplo de los aranceles sobre el grano en Inglaterra es esclarecedor en ese sentido. Los productores de grano extranjeros vendían más barato que los ingleses, pero el gobierno obligaba a sus burgueses a comprar el grano inglés porque era producido por los terratenientes ingleses, es decir por ellos mismos.
Otro ejemplo de que los ideales democráticos de la burguesía eran una farsa encaminada a conseguir el poder, eran las limitaciones que se hacían al derecho a voto: varones, con un mínimo de propiedades, con ciertos años de antigüedad habitando el mismo domicilio… la burguesía había movilizado a la clase obrera contra los terratenientes, pero una vez que consiguió sus objetivos tuvo que poner freno a los avances políticos del proletariado, sus enemigo de clase natural. Los estudios históricos de Marx (El 18 de Brumario de Luis Bonaparte y Las Guerras Civiles en Francia) revelan el engaño anunciado: por mucho que se dijese lo contrario, intereses de proletariado y burguesía son absolutamente contrarios.
A la idea de libertad. Ya hemos visto que más que de libertad a secas, de lo que hablaban los economistas burgueses era de libertad económica. Es decir, de libertad para hacer sus negocios. Según ellos, todos progresarían si el gobierno dejaba de inmiscuirse en sus negocios, porque llegaría la armonía social y económica que descansaba en leyes tan claras e inmutables como la de la oferta y la demanda.
Desde la perspectiva de la lucha de clases, todo esto sonaba completamente a engañifa. ¿Cómo va a llegar la armonía social siendo los intereses de las clases completamente contrapuestos? Parece ser que, simplemente, los pensadores burgueses no tienen demasiado en cuenta a la clase obrera.
Desde luego quedó también demostrado que eso de la “mano invisible” que regula los mercados hacia la estabilidad y los precios “justos” o “naturales” era una ilusión: Marx llamó la atención sobre las frecuentes crisis por las que pasaba el sistema capitalista, crisis de superproducción en las que la oferta superaba con mucho la demanda y ¡se destruían los productos para mantener los precios en el mercado!
Sobre este punto hace Marx la crítica más demoledora, quizás, al modo de producción capitalista: a una elevadísima organización de la producción le seguía una forma de distribución de los productos completamente desorganizada. ¿Cómo era posible que hubiese crisis de exceso de producción? ¿Cómo era posible que en nombre de la estabilidad del mercado se destruyese el fruto del trabajo del hombre con el hambre y la pobreza que había?
La organización y la maquinaria de las fábricas capitalistas habían multiplicado el poder de las fuerzas productivas, pero el sistema de distribución capitalista era irracional y absurdo. Marx aceptó lo primero como una conquista de la humanidad: por fin los hombres habían logrado la capacidad de fabricar productos para tod@s. Con estas increíbles fuerzas productivas nadie tendría que pasar hambre ni quedar sin vestido, hogar, o las cosas básicas para que pudiera ser feliz. El desarrollo de estas fuerzas era el primer paso hacia el comunismo. El comunismo aparecía como la organización racional y equitativa de la distribución de los productos.
3. El Socialismo Francés o Utópico
Los más conocidos socialistas o comunistas utópicos eran los franceses Charles Fourier (1772-1837), Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), y el inglés Robert Owen (1771-1858).
Estos autores, sensibles al empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores tras la Revolución Industrial, propusieron sistemas políticos, económicos y sociales encaminados a mejorar estas condiciones. Su genuino deseo era alcanzar un estado ideal de cosas en que todos fuesen felices realizando su función en la sociedad, pero desde luego eran conscientes de que la nueva clase obrera era la que más lejos se encontraba de poder ser feliz. Las medidas que propusieron (reformistas, nunca revolucionarias) estaban dirigidas principalmente a defender para el obrero y su familia un tipo de vida que le permitieses realizarse como personas y ser felices.
El enorme entusiasmo de estas personas les llevó a intentar poner en práctica sus ideas, y a ello dedicaron tiempo, esfuerzo y dinero hasta arruinarse en algún caso. Los falansterios de Fourier o las home-colonies de Owen fueron experimentos que, si bien demostraron muchas cosas (como que los trabajadores de una fábrica podían dirigirla igual o mejor que un patrón), también fracasaron en su propósito principal. Pero es que su propósito principal no era pequeño: deseaban que, una vez comprobado que sus modelos sociales eran viables, cundiera el ejemplo y fueran adoptados en todas partes.
Su confianza en la razón era tal que, como más adelante dirá Marx, creían que bastaba con comprender su sistema para querer adoptarlo. Y lo que es más, creían que bastaba con querer adoptarlo para poder adoptarlo. Una cosa es desear algo, nos recordará Marx, y otra bien diferente que se den las condiciones para que ese algo pueda realizarse.
Acorde con su confianza en la razón y sus esfuerzos por concienciar a las clases pudientes para que mejorasen las condiciones de vida de los desfavorecidos, es en estos autores su interés por la educación. Fueron de los primeros que se preocuparon por la educación de los hijos de los obreros, y sus modelos educativos fueron, esta vez sí, completamente revolucionarios.
3. 1. Crítica de Marx
¿Cuál es el problema de estos reformadores sociales?
El problema era que durante los años en que estos autores observan, estudian, proponen y practican, el capitalismo no había alcanzado el grado de desarrollo que tenía ya en tiempos de Marx. La industria estaba a medio empezar, y con ella la nueva clase social, el obrero proletario. Como el desarrollo de la lucha de clases es parejo al desarrollo industrial (es la industria la que crea al obrero), en esta época no estaba del todo claro la existencia del antagonismo de clases.
Los llamados socialistas utópicos procuraron, con la mejor de las intenciones, acabar con los problemas de los más pobres y explotados de su sociedad, pero no tenían claramente identificado el problema. Así, apelaban al capitalista a ayudar a los obreros por encima de sus intereses económicos, como si todos fuesen parte de una gran familia, pero sin darse cuenta de que la familia estaba dividiéndose más que antes: por un lado burgueses explotadores, por otro proletarios explotados.
4. ¿Economista, Político, Filósofo, Historiador?
Actualmente los escritos de Karl Marx son estudiados en las facultades universitarias de Filosofía, Ciencias Políticas, Historia, y por supuesto, Economía. Pero decir que Marx era filósofo, o economista, o político, es reducir las múltiples facetas de su persona en una sola. Marx fue, ante todo, un hombre que vivió en el mundo real, y que sabía que en el mundo real todas estas materias, filosofía, política, historia, religión, ciencias, economía… están íntimamente relacionadas en algo de lo que no se pueden separar: el hombre.
Su principal interés fue precisamente ese: las personas. Y más concretamente el mejorar las condiciones de vida de esa gran población más desfavorecida, acabando con la explotación que sufrían. Sus profundas investigaciones y certeros análisis históricos, sus impresionantes estudios económicos, su práctica política… iban encaminadas a este fin. Desde este punto de vista (desde el mundo mismo, no desde un aula de una Universidad o Instituto cualquiera) las fronteras entre economía, religión, política…, que ahora se estudian por separado, no son ni mucho menos tan evidentes como podíamos pensar. Ahí está Karl Marx para llamarnos la atención sobre ello.
Actividades BLOQUE 1
Vida y Obra. Fuentes del Pensamiento de Karl Marx
a) En grupos de 5 ó más personas trabajaremos el texto de Marx titulado “Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política”. A partir de este texto elaboraremos un itinerario lineal de la vida de K. Marx, como un cronograma, donde aparezca la fecha, el lugar y la obra o fase de su pensamiento en los diferentes momentos de su vida, así como los lugares a donde viajó.
Exposiciones. Cada uno de los grupos expone su trabajo, dibujando los resultados en un papel continuo, que permita la longitud necesaria.
b) Con el mapa histórico de la época identificaremos las ciudades donde estudió, vivió y elaboró su pensamiento. Señalaremos en el mapa el itinerario biográfico.
Texto base: material didáctico
Texto de apoyo: Ver texto 2 del bloque 4: “Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política”.
2.- Ideas que Fundamentan el Pensamiento de Karl Marx
En diferentes grupos (según el número de personas que seamos ) trabajamos el texto de Lenin, titulado “Tres Fuentes Y Tres Partes Integrantes Del Marxismo”, atendiendo y extrayendo lo siguiente:
a) Selección de las palabras desconocidas o difíciles de definir.
b) Definición de las tres fuentes.
c) Si hubieran otras ideas básicas, señalar.
d) Exposiciones.
Texto base: material didáctico
Texto de apoyo: Ver texto 1 del bloque 4: “Tres Fuentes y Tres Partes Integrantes del Marxismo”.
3.- Comparación de Ideas para su Comprensión
En pequeño grupo inventamos un ejemplo que represente la dialéctica. Usamos las diferentes perspectivas. Comparamos del proceso de la Dialéctica (tesis, antítesis y síntesis) en Hegel y Feuerbach .
Texto base: material didáctico