EL PARTIDO SOCIALISTA
COMO YO LO QUIERO

 

• Un partido que exista y actúe movido por la firme convicción de la vigencia del socialismo, como la única salida viable a los problemas globales que afligen a la humanidad contemporánea, generados esencialmente por el capitalismo que, en la actual versión neoliberal, ha sido incapaz de resolver.

• La creciente brecha entre un Norte que concentra las riquezas y un mundo en desarrollo cada vez más empobrecido, los enormes bolsones de miseria en el seno de los países ricos, el deterioro del medio ambiente, el consumismo irrefrenable y el consiguiente despilfarro de recursos que originan el armamentismo y el militarismo y el vacío espiritual en que se encuentra sumido occidente, son problemas, todos, que pueden encontrar solución en el marco de una opción política por la razón, la justicia y la libertad que define al socialismo, y que se enfrenta a las irracionalidades, opresiones e iniquidades de toda índole que caracterizan al capitalismo contemporáneo.

• El fracaso de los llamados socialismos reales no compromete los valores socialistas, ya que son consecuencia de una deformación autocrática y burocratizada, de un intento por alcanzar el socialismo a marchas forzadas, aisladamente y en sociedades económicamente atrasadas, sólo en un marco de exagerado centralismo y de ineficiencia operativa, todo lo cual lo colocó, cada vez más, en crecientes condiciones de inferioridad para competir con el capitalismo, más flexible y receptivo a los desafíos de la modernidad.

• Un partido que represente una acción por la justicia y la razón y capaz de levantar una alternativa democrática avanzada frente al neoliberalismo, al populismo demagógico y al testimonialismo contestatario, para que sea apoyada por las grandes mayorías nacionales y encamine a Chile en la dirección del socialismo.

• Un partido que se empeñe por terminar exitosamente la tareas del gobierno de transición, de democratizar profundamente al país, sacando adelante las reformas propuestas de orden constitucional y modificatorias del actual antidemocrático régimen electoral.

• Un partido que promueva, además, un debate nacional destinado a redefinir el rol de las Fuerzas Armadas en la comunidad chilena, concibiéndolas como una fuerza obediente, de una razonable magnitud acorde con las nuevas condiciones mundiales y latinoamericanas y compatible con una racional destinación de los recursos fiscales. Todo, en el contexto de la construcción de una nueva cultura política militar de raigambre democrática, moderna y progresista, adecuada a los tiempos que vivimos.

• Un partido que promueva una política económica para la actual situación nacional que, manteniendo el control sobre los factores macroeconómicos y combatiendo sin reservas los brotes inflacionistas, oriente a la economía nacional en función de las necesidades populares, otorgando la adecuada primacía al gasto social en salud, educación y vivienda y procurando una más justa distribución de los frutos del crecimiento económico en provecho de los sectores populares.

• Un partido cuyo programa económico compatibilice la necesaria inserción de Chile en la economía internacional vía desarrollo de las exportaciones con el mayor valor agregado posible, con la sustitución de importaciones que sea factible producir en el país sin artificiales proteccionismos y le otorgue debida prioridad al proceso de integración económica latinoamericana, profundizando los vínculos de toda índole con los países del Cono Sur, especialmente con Argentina.

• Un partido cuyos planteamientos económicos sepan conjugar adecuadamente los roles del plan y del mercado y de las distintas formas de propiedad, en el marco de una economía mixta que procure optimizar el aprovechamiento de los mecanismos o instituciones capitalistas, en función del desarrollo económico y de las necesidades básicas de la población, con la mira estratégica de ir creando las condiciones para la emergencia del socialismo.

• Un partido cuya política externa refleje la raigambre internacionalista, solidaria y pacifista de los ideales socialistas, que enfatice la histórica dimensión latinoamericanista y bolivariana de la política internacional del partido y, en ese marco, procure aprovechar las amplias posibilidades que se ofrecen para la cooperación internacional con el término de la guerra fría.

• Un partido que denuncie y resista con fuerza los intentos norteamericanos de constituirse en tutor de los pueblos a través de un abierto intervencionismo; que apoye los esfuerzos por coordinar las políticas de los países latinoamericanos, para enfrentar problemas comunes; que establezca sin reservas relaciones diplomáticas con Cuba y que reafirme la tradicional política chilena de solidaridad con los pueblos oprimidos y las víctimas de las represiones, concediendo, desde luego, el asilo diplomático a los perseguidos políticos.

• Un partido que reconozca en un Estado democrático de derecho, fuerte y descentralizado, el principal intérprete de los intereses populares y nacionales, y, en consecuencia, el sujeto político que con perspectivas estratégicas oriente e incentive el quehacer nacional en los diversos ámbitos de la sociedad, en favor de una sociedad siempre más justa, más humana y solidaria.

• Un partido integrado y pluralista, con una autoridad institucional legitimada y fuerte, sin tendencias cerradas que compitan por ganar mayor poder interno, pero sí con fluidas corrientes de opinión que busquen, merced a la discusión, la práctica y el diálogo, consensos que permitan un accionar coherente y eficaz. En síntesis, un partido enriquecido por el diálogo democrático interno y no debilitado por las luchas fraccionalistas.

• Un partido que se esfuerce por actualizar sus posiciones a la luz de los cambios producidos en el mundo y el país en los últimos tiempos, sin que esa necesaria readecuación, que todavía está en desarrollo, signifique el abandono de sus principios fundacionales y la renuncia a su historia y a los símbolos que definen su identidad y personalidad política.

• Un partido moderno y eficaz, conducido por un elenco de cuadros comprometidos y capaces y dotado de una infraestructura material, comunicacional y financiera moderna, eficiente y tecnificada.

• Un partido abierto a la comunidad y puesto a su servicio, que promueva el desarrollo de las organizaciones sociales en el seno del pueblo y no intente aprovecharse de ellas para fines estrechamente partidistas.

• Un partido que continúe esforzándose por hacer converger, en un seno, a las distintas vertientes de izquierda de signo socialista, con miras a robustecer la tendencia a hacer del socialismo chileno el principal actor político del campo popular. Y, en ese contexto, un partido que mantenga un entendimiento estratégico con el PPD, poniendo término a la doble militancia y creando las condiciones para una creciente convergencia entre ambos partidos.

• Un partido que centre su política de alianzas en el fortalecimiento de la unidad de todas las fuerzas democráticas, que se expresan hoy en la Concertación de Partidos por la Democracia y que sirven de sustento al gobierno de transición que encabeza el Presidente Aylwin.

• Un partido que se proponga prolongar y desarrollar la Concertación en el futuro, para continuar dándole al país un gobierno realizador y justiciero que priorice, ahora, el pago de la deuda social contraída con el pueblo, de resultas de la política antipopular de la dictadura militar.

• Un partido que aspire a que, en las próximas elecciones presidenciales, el candidato de la Concertación provenga de las filas socialistas, reflejando la decisiva gravitación de las fuerzas de izquierda y de avanzada democrática en la política chilena.

• Un partido, en fin, que recoja el legado de Salvador Allende, en cuanto compromiso entre la democracia y el socialismo, lealtad al pueblo y a los principios, y ejemplar y permanente llamado a la unidad de las fuerzas democráticas, de izquierda y socialistas, como la más preciada herramienta para dar satisfacción a las legitimas aspiraciones populares y nacionales.

(1) Clodomiro Almeyda Medina - Artículo publicado en el diario La Nación, el 9 de julio de 1992.